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lunes, 3 de enero de 2011

Entre los 30 y los 40 es la edad que mejor le sienta a nuestro cerebro


¿Eres de los que pensabas que tu cerebro alcanzó su mejor momento cuando ibas a la universidad? Pues tal vez estás equivocado. Un investigador británico acaba de demostrar que el cerebro continúa desarrollándose después de la infancia y pubertad, y que no está 100% "hecho" hasta que uno supera ampliamente los 30 o incluso los 40. Estos hallazgos contradicen ciertamente las teorías actuales que sostienen que el cerebro madura mucho más temprano.

La profesora Sarah-Jayne Blakemore, investigadora del Instituto de Neurociencias Cognitivas del University College de Londres, comenta que hasta hace apenas una década la mayoría de los científicos "tenían bastante asumido que el cerebro humano detenía su desarrollo en la infancia temprana", pero trabajos recientes han descubierto que muchas regiones del cerebro continúan desarrollándose mucho tiempo después.

La corteza prefrontal es la región en la parte frontal del cerebro que se sitúa justo detrás de la frente. Este es el área cerebral que más tiempo tarda en desarrollarse. La importancia de esté área radica en que es la zona empleada para las más altas funciones cognitivas, tales como la planificación y la toma de decisiones.

Además es un área esencial para el comportamiento social, la empatía, la conciencia social, la comprensión y la interacción con otras personas, y está relacionada con varios rasgos de la personalidad. La Profesora Blakemore cree que la corteza prefrontal es en realidad "la parte del cerebro que nos hace humanos", ya que una fuerte relación entre esta área cerebral y la personalidad de una persona.

La Profesora Blakemore comentó que las imágenes tomadas al cerebro mediante resonancia magnética demuestran que la corteza prefrontal continúa desarrollándose a medida que uno alcanza la treintena e incluso hasta los 40 años. En su opinión, esta región comienza a cambiar durante la primera infancia, luego se reorganiza al final de la adolescencia, y tras esto no se detiene sino que sigue cambiando.

Su investigación podría explicar por qué a veces los adultos actuamos como adolescentes, nuestro mal humor o incluso las rabietas que nos asaltan cuando algo no sale como esperamos. También podría aclarar por qué algunas personas siguen sintiéndose incómodas socialmente hasta que superan la adolescencia.

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