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miércoles, 17 de noviembre de 2010

Lo Que Hay Detrás de los Errores Cometidos Por "Nerviosismo"

17 de Noviembre de 2010. Foto: Jason SmithUna estrella del golf falla un golpe crítico que era fácil. Un estudiante brillante se queda en blanco ante un examen. Cada una de estas personas ha sufrido el mismo tropiezo en el procesamiento mental: la presión a la que estaban sometidos les ha hecho fallar.
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Es tentador recurrir a la explicación fácil de que tales fracasos son causados sólo por los "nervios". Pero para la psicóloga Sian Beilock, de la Universidad de Chicago, estos fracasos estrepitosos son un resultado predecible y prevenible de atascos de información en el cerebro. Estudiando cómo trabaja el cerebro cuando nos estamos esforzando en hacer algo de la mejor manera posible (y cuando ese afán llega a ser tan intenso que paradójicamente acaba por bloquearnos), Beilock ha logrado formular algunos consejos prácticos sobre cómo superar estos bloqueos en momentos críticos.

La investigación de Beilock es la base de su nuevo libro

Si pensamos demasiado sobre lo que estamos haciendo, por sentirnos muy preocupados ante la posibilidad de fallar, eso puede conducirnos a la “parálisis por análisis”. En pocas palabras, la parálisis por análisis surge cuando la persona trata de controlar cada aspecto de la tarea que está haciendo, en un intento desmesurado de asegurarse de alcanzar el éxito. Desafortunadamente, este control exagerado puede ocasionar que le salga “el tiro por la culata”, afectando de manera negativa a su eficiencia en una actividad en la cual, sin ese celo obsesivo en hacerlo todo bien, habría obtenido un buen resultado.

El cerebro también puede verse inmerso en otros fenómenos, aparte de la parálisis por análisis, capaces de sabotear su habilidad en una labor. Por ejemplo, las situaciones llenas de presión pueden agotar una parte de la potencia de procesamiento del cerebro, lo que se traduce como una merma temporal de la memoria de trabajo, que es esencial para poder realizar muchas actividades cotidianas.

El trabajo de Beilock ha demostrado el papel fundamental que la memoria de trabajo tiene para que una persona alcance su máximo nivel de eficiencia. La memoria de trabajo reside en la corteza prefrontal, y es una especie de libreta de notas mental, que sirve de almacén temporal de acceso rápido para alojar la información relevante para la tarea del momento, ya sea un problema de matemáticas en la pizarra, o el reto de responder a preguntas difíciles e inesperadas del cliente al que se atiende.

Las personas con mucho talento a menudo tienen una mayor memoria de trabajo, pero cuando se dejan llevar por el impulso obsesivo de hacer las cosas lo mejor posible, ésta queda sobrecargada y deja de funcionar debidamente, con lo cual las personas afectadas pierden la potencia cerebral necesaria para ejecutar con la pericia adecuada la tarea a la que se enfrentan.

Información adicional en:

Scitech News

miércoles, 25 de agosto de 2010

DETECTAR MENTIRAS EN LOS OJOS

Psicología
Jueves, 19 de Agosto de 2010 08:36

Un grupo de investigadores de la Universidad de Utah ha desarrollado un detector de mentiras que podría ser una alternativa más fiable que el polígrafo. El nuevo sistema se basa en examinar los ojos de la persona sospechosa.

Los psicólogos John Kircher, Doug Hacker, Anne Cook, Dan Woltz y David Raskin han logrado atraer el interés de diversas instituciones con su sistema, que emplea una tecnología de seguimiento de los ojos.

El esfuerzo de los investigadores para comercializar su nuevo sistema ha alcanzado un gran éxito recientemente, con la concesión de la licencia de la tecnología que la Universidad de Utah le ha hecho a la compañía Credibility Assessment Technologies (CAT). Esta empresa tiene su oficina central en Park City, Utah, y está dirigida por Donald Sanborn y Gerald Sanders.

El seguimiento de los movimientos oculares para detectar las mentiras pasó a ser viable en años recientes, gracias a mejoras cruciales en la tecnología. Los investigadores de la Universidad de Utah son los primeros en desarrollar y evaluar el software y los métodos para aplicar eficazmente este nuevo método de análisis.

El uso del movimiento de los ojos para detectar mentiras difiere bastante de la prueba tradicional con el detector de mentiras o polígrafo. En vez de medir la reacción emocional de una persona al mentir, la tecnología de seguimiento de ojos mide la reacción cognitiva de la persona. Para hacerlo, los investigadores registran varias mediciones mientras un sujeto está respondiendo una serie de preguntas de verdadero o falso ante un ordenador. Las mediciones incluyen dilatación de la pupila, tiempo de respuesta, tiempo de lectura, tiempo de relectura, y los errores cometidos.

Los investigadores determinaron que mentir requiere más trabajo que contar la verdad, así que comenzaron a buscar señales que delatasen cuándo un sujeto estaba trabajando por encima de lo que sería normal si dijera la verdad. Por ejemplo, una persona que está mintiendo podría tener las pupilas un poco más dilatadas de lo normal y requerir más tiempo para leer y responder a las preguntas. Estas reacciones son a menudo diminutas y requieren mediciones sofisticadas y modelación estadística para determinar su trascendencia.

Los resultados de los primeros experimentos son tan buenos o mejores que los del polígrafo, y eso que los diseñadores del sistema están todavía en las primeras etapas de la preparación de este innovador método para determinar si alguien nos está tratando de engañar.

Además de medir un tipo de respuesta diferente, los métodos de seguimiento de ojos para detectar mentiras aportan algunas otras ventajas con respecto al detector de mentiras convencional. Por ejemplo, la nueva estrategia promete ser mucho más barata, y requerir de tan sólo una quinta parte del tiempo actualmente necesario para los exámenes con el polígrafo.

Scitech News

miércoles, 27 de enero de 2010

Pseudociencia cosmética

Con este empeño nuestro de acudir al taller de chapa y pintura para aparentar menos edad de la que tenemos, las compañías cosméticas se están forrando: en 2008 solo en Estados Unidos las ventas de productos antienvejecimiento llegaron a los 1.600 millones de dólares. La palabra-estrella de todos estos supuestos tratamientos crematísticos –nótese el elegante juego de palabras– es ADN.

“Biocosmético de nueva era a base de Filamentos de ADN y Moléculas protectoras del núcleo celular. Frena el proceso de envejecimiento en cada célula de su piel”; “La asociación única de Plancton Termal Puro y Reverserol SV, potente activo vegetal, actúa para reparar las micro-alteraciones del ADN, relanzar la actividad de los genes”; “el ácido fólico y la creatina protegen el ADN de futuros daños externos”; “contiene una bifidobacteria y una levadura capaces de facilitar que los genes fabriquen proteínas al ritmo que lo hacían en su juventud”, son algunas frases con las que convencen a incautos e incautas. Lo de la bifidobacteria tiene su punto porque no sólo es buena para nuestra panza, como dicen los fabricantes de yogures, sino también para que nuestra piel se vuelva joven. Uno de los que más me gustan es de origen patrio, Pro Cell T, que dicen lo extraen de un manzano suizo “rico en células madre vegetales, que es capaz de estimular y proteger a las células madre adultas de la piel”. Espero que no sea creando corteza de manzano suizo. A lo mejor quien lo use empieza a producir clorofila y se convierte en algo parecido a Ficus, el hombre-planta de la comedia de los 70 Quark, la escoba espacial.

Si fuera cierto los investigadores de las compañías cosméticas deben ser tipos de premio Nobel. En menos de cinco años han sido capaces de identificar todos los genes relacionados con el envejecimiento y su función, más toda la complejísima proteómica que hay debajo, más realizar una búsqueda intensísima en el medio natural identificando aquellas sustancias capaces de revertir los procesos biológicos en curso en nuestras células. ¡Y después, conseguir que actúe en una crema de noche! Esto no lo superan ni los vendedores de pociones de las pelis del oeste. Impresionante. Y seguiremos picando porque queremos parecer menos viejos. Eso sí, seguiremos siendo viejos. Como decía el médico cascarrabias John Becker, “me alegra saber que hay algo inevitable además de los impuetos, la muerte y que Dios se aparezca a cualquier paleto desdentado”.