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viernes, 31 de diciembre de 2010

La Supremacía de los Primates al Enfrentarse a los Cambios en Su Entorno


31 de Diciembre de 2010. Foto: Fernando A. Campos ©¿Qué diferencia a los parientes evolutivos más cercanos de la humanidad (los monos y otros primates) de los demás animales? Según un nuevo estudio, la respuesta es que los primates soportan mejor las vicisitudes vinculadas al paso de las sucesivas estaciones del año, en particular los periodos de lluvia copiosa, que hacen estragos en otros animales. Las conclusiones de la investigación también podrían ayudar a explicar el éxito evolutivo de los primeros seres humanos.
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Los animales salvajes se enfrentan año tras año a un mundo que en bastantes casos les resulta impredecible. El clima puede cambiar mucho, sequías y e inundaciones pueden alternarse, y hay años de abundancia de comida y otros de hambruna.

Para saber hasta qué punto los primates se las arreglan con esta imprevisibilidad en comparación con otros animales, el equipo de los biólogos Bill Morris y Susan Alberts de la Universidad Duke, trabajando en el Centro Nacional de Síntesis Evolutiva en Carolina del Norte (NESCent), en Durham, Carolina del Norte, Estados Unidos, analizó décadas de datos sobre los nacimientos y la supervivencia de individuos de siete especies de primates viviendo en su hábitat natural.
Reunir esta extensa información exigió un gran esfuerzo. Casi todos los días durante más de 25 años, siete equipos de investigación trabajando en varias partes del mundo han monitorizado los nacimientos, las vidas y las muertes de miles de primates.

Gracias a una nueva base de datos desarrollada en el NESCent, los científicos pudieron estudiar los datos cuidadosamente recolectados y buscar similitudes entre las especies.

Cuando compararon las fluctuaciones de un año a otro en la supervivencia de los primates, con datos similares de otros animales, específicamente de dos docenas de especies de aves, reptiles y mamíferos, descubrieron que la supervivencia de los primates se mantuvo más estable a pesar de la variación estacional de la lluvia.

Una serie de rasgos puede ayudar a proteger a los primates frente a las vicisitudes impuestas por la sucesión de las estaciones. Los primates viven en grupos y comparten la información entre sí, por lo que son más capaces de encontrar comida y agua en tiempos de escasez, tal como subraya la antropóloga Karen Strier, de la Universidad de Wisconsin-Madison.

Los primates también deben su adaptabilidad a su dieta amplia y flexible que les permite adaptarse a la escasez estacional de sus alimentos favoritos. Los primates se alimentan de hojas, hierbas, fruta, flores, corteza vegetal y semillas, entre otras cosas.

En el pasado lejano, rasgos similares también pudieron ayudar a otra especie de primate, el Ser Humano, frente a las vicisitudes asociadas al medio ambiente.

Los seres humanos modernos tenemos las mismas características que estas especies de primates: somos inteligentes, tenemos vínculos sociales y nuestra dieta es amplia.

Los primeros humanos modernos surgieron además durante un período de cambios en el clima de África. Así que los mismos rasgos que hoy permiten a los primates no humanos hacer frente a un entorno cambiante e imprevisible, también pudieron contribuir al éxito de los primeros seres humanos.

Información adicional en:

lunes, 15 de noviembre de 2010

Arcaico Mamífero Extinto Emparentado Con Roedores, Primates y Otros


15 de Noviembre de 2010. Foto: Kristen Grace/Florida Museum of Natural HistoryUn equipo de expertos de la Universidad de Florida ha presentado nuevas pruebas fósiles de un mamífero de América del Norte, de 55 millones de años de antigüedad, excepcionalmente bien conservado, y que comparte un ancestro común con los roedores y los primates, incluidos los seres humanos.
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El estudio, a cargo del equipo de Jonathan Bloch, conservador de paleontología de vertebrados en el Museo de Historia Natural de Florida, ubicado en el campus de la Universidad de Florida, describe la anatomía del cráneo del mamífero extinto, Labidolemur kayi. Los escaneos de alta resolución por TAC (tomografía axial computerizada) efectuados a las muestras permitieron a los investigadores estudiar detalles sutiles en el cráneo, incluyendo estructuras óseas más pequeñas que una décima de milímetro. Las similitudes de las características óseas del espécimen con las de otros mamíferos muestran que los parientes evolutivos aún vivos del L. kayi son los roedores, los conejos, los lémures voladores, las musarañas arborícolas y los primates.
Esta nueva información será de utilidad para emprender nuevos estudios encaminados a conocer mejor el origen de los primates.

Los esqueletos analizados en la Investigación fueron extraídos de piedra caliza de agua dulce en una zona ubicada al este del Parque Nacional de Yellowstone, en Wyoming. Peter Houde de la universidad Estatal de Nuevo México, fue quien los extrajo. Ese yacimiento paleontológico es conocido como uno de los mejores del mundo para estudiar la evolución de los mamíferos durante los 10 millones de años posteriores a la extinción de los dinosaurios.

La antropóloga Mary Silcox de la Universidad de Toronto Scarborough comenzó a escanear los restos fósiles hace unos 10 años, en la Universidad Estatal de Pensilvania.

"No es como un TAC médico; es en realidad un escáner industrial", explica Silcox. "Debido a que éste es un animal pequeño, teníamos que ser capaces de estudiarlo con una resolución muy alta. Los datos aportados por el TAC eran una parte fundamental del trabajo".

Doug Boyer de la Universidad de Stony Brook también ha intervenido en el estudio.

Información adicional en:

martes, 19 de octubre de 2010

El Australopithecus Afarensis Estaba del Todo Adaptado a Caminar Sobre Dos Piernas

15 de Octubre de 2010. Foto: Yohannes Haile-Selassie, Cleveland Museum of Natural HistoryEn la región de Afar, en Etiopía, un equipo de investigadores ha encontrado evidencias que proporcionan nueva e importante información sobre uno de los ancestros humanos, el Australopithecus afarensis.
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Yohannes Haile-Selassie, conservador del Museo de Historia Natural de Cleveland, así como jefe de antropología física en el mismo, y un equipo internacional de científicos, han completado la exhumación y el análisis de parte de un esqueleto de 3,6 millones de años, perteneciente a la misma especie de la famosa homínida "Lucy". Éste es el segundo esqueleto parcialmente recuperado del A. afarensis. Tiene una antigüedad que supera a la de Lucy en 400.000 años, y es de sexo masculino. Un hecho muy importante es que estos restos fósiles proporcionan pruebas concluyentes de que el A. afarensis podía caminar en posición erguida sin el uso de sus manos.

Exámenes anteriores realizados a Lucy, que vivió hace 3,2 millones de años, hicieron que algunos científicos llegasen a la conclusión de que el A. afarensis no estaba totalmente adaptado a caminar en posición vertical. El fósil recién recuperado, apodado "Kadanuumuu", resuelve el debate.
Kadanuumuu parece concordar con huellas fosilizadas de pisadas que datan de hace alrededor de 3,6 millones de años, y que fueron descubiertas en Laetoli, Tanzania. Las huellas de pisadas muestran que esos arcaicos ancestros humanos ya caminaban sobre dos piernas de manera habitual, pues no existen huellas de los nudillos de las manos acompañando a las de los pies.

La interpretación equivocada con respecto a la capacidad de Lucy para caminar erguida se debe en gran medida a su pequeña complexión física. Se estima que Lucy medía poco menos de un metro de estatura. Pero Kadanuumuu (cuyo nombre significa "hombre grande" en el idioma afar), medía entre metro cincuenta y metro setenta aproximadamente, y la proporción entre la longitud de sus piernas y la de sus brazos se parece bastante a la de los seres humanos modernos.

Las piernas largas constituyen un rasgo característico del bipedalismo humano. En líneas generales, el esqueleto muestra claramente que el surgimiento del bipedalismo avanzado no está asociado con la aparición de nuestro género Homo, sino que tiene raíces más hondas, que se remontan a hace más de 3,6 millones de años.

Alemayehu Asfaw encontró el primer elemento de Kadanuumuu en Febrero de 2005, en Korsi Dora, a unos 390 kilómetros al nordeste de la capital etíope, Addis Abeba.

Información adicional en:



lunes, 20 de septiembre de 2010

Chimpancés aprenden a desactivar trampas

Chimpancé.

Las trampas de los cazadores son un peligro para los chimpancés salvajes.

Según un equipo de científicos japoneses, los chimpancés en Guinea aprendieron a burlar a sus cazadores humanos. Y es que algunos de estos primates, logran reconocer las trampas colocadas por estas personas e intentan desactivarlas.

Los artificios que colocan los cazadores furtivos en los bosques de Guinea son muy difíciles de ver.

Una de las modalidades más frecuentes es el uso de alambres atados en los árboles con un lazo en el extremo en el que quedan atrapados los animales, normalmente por la cabeza o una extremidad.

Aprender el truco

Un grupo de investigadores los grabó en seis ocasiones en las que ejemplares salvajes intentan desactivar las trampas. Los animales sacuden el árbol hasta que la trampa se rompe

Victoria Gill, reportera de la BBC

Una vez en la trampa, cuanto más estira la presa para intentar huir, más difícil le resulta escapar.

"Pero los chimpancés de las selvas de Guinea parece que encontraron una forma de evitar ese destino. Un grupo de investigadores los grabó en seis ocasiones en las que ejemplares salvajes intentan desactivar las trampas. Los animales sacuden el árbol hasta que la trampa se rompe", señaló la especialista en ciencia de la BBC, Victoria Gill.

El equipo de la Universidad de Kioto informó que vio cómo uno de los chimpancés enseñaba el truco a otro más joven.

Los resultados del estudio aparecieron en la publicación científica Primates.

Pese a este hallazgo, los científicos recordaron que este tipo de trampas es un riesgo importante para población de chimpancés salvajes, gravemente amenazada.

martes, 17 de agosto de 2010

Tanzania: detenido por intentar vender a un albino

edacción
Albinos en África

En los últimos tres años más de 50 albinos adultos y niños han sido asesinados en Tanzania.

La policía en Tanzania informó del arresto de un hombre de nacionalidad keniata que presuntamente pretendía vender a un hombre albino.

La detención se realizó en una operación en la que un policía se hizo pasar por un hombre de negocios interesado en comprar partes corporales de un albino.

En Tanzania, algunos hechiceros aseguran a sus clientes que pociones mágicas hechas con partes de cuerpos de albinos les darán fortuna, dinero y amor.

Según el corresponsal de la BBC en África Oriental, Will Ross, en los últimos tres años más de 50 albinos adultos y niños han sido asesinados en el país africano.

El albinismo es una condición ocasionada por una deficiencia de la melanina, que se encarga de dar pigmentación a la piel.

Engaño

Natahn Mutei, de 28 de edad, fue arrestado las afueras de la localidad de Mwanza.

Según le explicó a la BBC el comandante de la policía Simon Siro, Mutei engañó a un conciudadano albino, haciéndole creer que obtendría un trabajo en Tanzania como asistente de un conductor de camiones.

Mientras, el detenido habría intentado encontrar a un hombre de negocios interesado en comprar al joven de 20 años.

En la operación encubierta, los policías secretos habrían llegado a un acuerdo de compra valorado en US$250.000.

Mutei comparecerá ante un tribunal este miércoles acusado de tráfico de personas.

El gobierno de Dodoma prometió actuar para acabar con los asesinatos de albinos, aunque la justicia en el país africano es lenta.

Hasta el momento, siete hombres han sido condenados a la pena de muerte.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Reconocimiento de Rostros Entre Congéneres
4 de Agosto de 2010. Foto: Christoph DahlDiariamente vemos a muchas personas: desde la camarera en la cafetería, al conductor del autobús, pasando por los compañeros de trabajo y gente del vecindario. Sin la capacidad de reconocer los rostros a primera vista, no podríamos distinguir a una persona de entre las demás.
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Los monos también poseen una capacidad notable para diferenciar los rostros de los miembros de su grupo y extraer directamente a partir del rostro información relevante sobre el individuo.

El equipo de Christoph Dahl, investigador en el Instituto Max Planck para la Cibernética Biológica en Tubinga, Alemania, ha examinado cómo las personas y los monos macacos reconocen los rostros y procesan la información en el cerebro.
Entre otras cosas, los investigadores han constatado que ambas especies detectan los rostros de sus congéneres inmediatamente, mientras que los rostros de individuos de otras especies son procesados de forma diferente.

Desde pequeños estamos acostumbrados a las caras de otros humanos, y nos fijamos en detalles como una nariz larga, unos labios gruesos, o unas cejas pobladas. Aprendemos a reconocer las pequeñas diferencias que contribuyen a la apariencia facial de una persona.

En los monos es muy similar. Ellos aprenden a reconocer los rasgos faciales de sus congéneres y pueden determinar la identidad de cada miembro del grupo rápidamente.

Sin embargo, en los humanos, así como en los monos macacos, este principio sólo funciona para individuos de la misma especie. Aunque el reconocimiento de los rostros de los congéneres se hace usando un procesamiento holístico, las partes individuales como la boca, la nariz y los ojos, así como las proporciones faciales son importantes. A pesar de que miramos a los ojos, nuestras funciones neurales capturan la imagen completa.

Información adicional en:

viernes, 16 de julio de 2010

Pescado y Hasta Cocodrilos en una Dieta Humana de Casi Dos Millones de Años Atrás
7 de Julio de 2010. Foto: UNSWSegún una nueva investigación, hace casi dos millones de años, algunos de los primeros humanos empezaron a comer alimentos tales como peces, tortugas y hasta cocodrilos, una dieta que pudo haber desempeñado un papel importante en la evolución del cerebro humano y en nuestros pasos fuera de África.
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En lo que es la primera evidencia de cantidades constantes de productos acuáticos en la dieta humana, un equipo internacional de investigadores ha descubierto en el norte de Kenia herramientas de piedra usadas para cortar a esos animales, y restos de estos con marcas de cortes.

Tal como indica Andy Herries de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Australia, este yacimiento arqueológico africano demuestra que los primeros humanos tenían una dieta muy amplia. Los que vivieron en este lugar de Kenia comían tanto pescado de agua dulce como animales terrestres.
En el proyecto también han trabajado expertos de los Museos Nacionales de Kenia, la Universidad de Ciudad del Cabo en Sudáfrica y la Universidad Rutgers en Estados Unidos. La dirección ha estado a cargo de David Braun de la Universidad de Ciudad del Cabo y Jack Harris de la Universidad Rutgers.

Se cree que los primeros homínidos, de cuerpo pequeño, actuaban más como carroñeros que como cazadores. Recogían los restos de animales ya muertos, en vez de matarlos.

Este hallazgo de la amplitud de la dieta humana en la zona y en esa época es importante, porque el pescado en particular ha sido asociado por diversos científicos con el desarrollo del cerebro, y es justamente después de este período cuando los homínidos con cerebro pequeño comenzaron a evolucionar hacia homínidos con un cerebro más grande, incluyendo al Homo erectus, el primer homínido en dejar África.

Esta dieta más amplia, que presumiblemente siguieron otras poblaciones además de la del asentamiento investigado, pudo ser el catalizador para el desarrollo del cerebro y los primeros pasos de la humanidad fuera de África.

Herries determinó la antigüedad de los restos arqueológicos mediante una técnica paleomagnética, que identifica la dirección "fosilizada" del campo magnético de la Tierra en los sedimentos analizados.

Información adicional en:



El Contacto Con la Naturaleza Refuerza la Vitalidad del Ser Humano


16 de Junio de 2010. Foto: U. RochesterSalir al campo, o a otro entorno natural comparable, hace que las personas se sientan más vivas. Y así lo corrobora ahora el resultado de un estudio. Además, esa sensación de la vitalidad incrementada que se experimenta al estar en contacto con la naturaleza va más allá de los efectos energizantes de la actividad física y la interacción social que a menudo están vinculadas a las actividades al aire libre, según muestra el estudio.
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"La naturaleza es combustible para el alma", dice Richard Ryan, profesor de psicología en la Universidad de Rochester, uno de los autores de esta investigación. "A menudo, cuando nos sentimos agotados recurrimos a una taza de café, pero la investigación sugiere que una forma mejor de obtener energía es el contacto con la naturaleza".

Los resultados de este estudio se perfilan por tanto como un hallazgo importante por las repercusiones que puede tener para nuestra salud mental y física. La investigación ha demostrado que las personas con una mayor carga anímica de vitalidad no sólo tienen más energía para las cosas que quieren hacer, sino que también son más resistentes a las enfermedades físicas. Una de las estrategias para reforzar la salud puede ser pasar más tiempo en entornos naturales agradables.

En años recientes, numerosos estudios psicológicos han correlacionado la exposición a la naturaleza con el incremento de la vitalidad y una mayor sensación de bienestar. Por ejemplo, se ha constatado que las personas que participan en excursiones a entornos naturales declaran sentirse más vivas, y que el mero recuerdo de sus experiencias al aire libre en tales lugares las hace sentirse más felices y vivificadas.

Otros estudios sugieren que la mera presencia de la naturaleza ayuda a evitar la sensación de agotamiento que, sin causa física aparente, algunas personas experimentan a veces en entornos urbanos. También, que el 90 por ciento de las personas declara sentirse con más energías cuando realiza actividades al aire libre.

El nuevo estudio avanza en una línea de investigación abierta tiempo atrás por Ryan, Netta Weinstein, psicóloga de la Universidad de Hamburgo, y otros. En esa línea de investigación, ya se demostró en su día que las personas son más afectuosas y generosas cuando se ponen en contacto con la naturaleza. "Tenemos una conexión natural con las cosas vivas", afirma Ryan. Los resultados de éste y otros estudios subrayan la importancia de tener acceso a parques y otros espacios naturales, y de incorporar elementos naturales en nuestros edificios, ya sea mediante ventanas que nos muestren algún espacio natural del exterior, o bien colocando dentro del edificio macetas con plantas de interior.

Información adicional en:

domingo, 4 de julio de 2010

Una reunión familiar, treintamil años después

Como bien dice Angela, la chica griega del vídeo, ¿a qué viene buscar tantas diferencias entre los propios seres humanos? Se trata de un trozo del documental El origen del hombre y su evolución, de Discovery Channel. Particularmente, no me gusta que hable de una Eva en sentido figurado, pues la experiencia con algunas personas me dice que piensan que hablan de la Eva del Paraiso.



Extraño Primate de 37 Millones de Años Atrás

Foto: Erik Seiffert, Stony Brook UniversityUn extraño conjunto de rasgos dentales presentes en dientes recientemente desenterrados en el norte de Egipto revela la antigua existencia de un primate muy especializado, que no había sido documentado científicamente con anterioridad. Este primate, llamado Nosmips aenigmaticus, vivió en África hace cerca de 37 millones de años.
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De este primate, sólo se conocen sus dientes. Por eso, los paleontólogos que hicieron el hallazgo ignoran cómo era su cuerpo. Pese a todo, este hallazgo revela muy probablemente un antiguo linaje africano cuyo descubrimiento hace la evolución temprana de los primates en ese continente aún más complicada.

Los paleontólogos suelen identificar los fósiles de primates por los dientes, ya que son las partes más duraderas del cuerpo y con mayores probabilidades de fosilizarse, lo cual las convierte en las que cuentan con más probabilidades de ser encontradas y analizadas.

Durante los últimos 30 años aproximadamente, se ha determinado que tres grandes grupos principales de primates estuvieron presentes en África hace entre 55 y 34 millones de años aproximadamente: los primeros monos, los primates parecidos a los lémures, y el grupo extinto de los adapiformes. Pero los dientes del Nosmips, el primate recién descubierto, lo ubican en África en la misma época. Es más, sus dientes sugieren que podría ser una rareza evolutiva que no está estrechamente vinculada con ninguno de esos grupos.

"Cuando encuentras los dientes de un primate fósil, por lo general queda bastante claro dónde ese primate encaja en el árbol genealógico evolutivo", explica el investigador principal, Erik Seiffert, profesor de Ciencias Anatómicas en la Universidad de Stony Brook, en Nueva York. "Sólo hay unas pocas especies sobre las que nadie se pone de acuerdo, y que realmente no se pueden colocar en ninguno de los grupos principales de primates. Estos fósiles misteriosos deben tener algo importante que decirnos acerca de la evolución de los primates”.

Ahora mismo, el Nosmips es uno de esos raros fósiles misteriosos.

El análisis efectuado demuestra que el Nosmips tenía una rara combinación de premolares agrandados y alargados con molares superiores simples. También poseía dientes premolares que tomaban la forma de molares, en vez de ser relativamente simples como en la mayoría de los otros primates.

El Nosmips parece ser un miembro muy especializado de un linaje de primates africanos no documentado hasta ahora y presumiblemente muy antiguo y endémico de la región.

Información adicional en:

lunes, 14 de junio de 2010

Extraño Primate de 37 Millones de Años Atrás


14 de Junio de 2010. Foto: Erik Seiffert, Stony Brook UniversityUn extraño conjunto de rasgos dentales presentes en dientes recientemente desenterrados en el norte de Egipto revela la antigua existencia de un primate muy especializado, que no había sido documentado científicamente con anterioridad. Este primate, llamado Nosmips aenigmaticus, vivió en África hace cerca de 37 millones de años.
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De este primate, sólo se conocen sus dientes. Por eso, los paleontólogos que hicieron el hallazgo ignoran cómo era su cuerpo. Pese a todo, este hallazgo revela muy probablemente un antiguo linaje africano cuyo descubrimiento hace la evolución temprana de los primates en ese continente aún más complicada.

Los paleontólogos suelen identificar los fósiles de primates por los dientes, ya que son las partes más duraderas del cuerpo y con mayores probabilidades de fosilizarse, lo cual las convierte en las que cuentan con más probabilidades de ser encontradas y analizadas.
Durante los últimos 30 años aproximadamente, se ha determinado que tres grandes grupos principales de primates estuvieron presentes en África hace entre 55 y 34 millones de años aproximadamente: los primeros monos, los primates parecidos a los lémures, y el grupo extinto de los adapiformes. Pero los dientes del Nosmips, el primate recién descubierto, lo ubican en África en la misma época. Es más, sus dientes sugieren que podría ser una rareza evolutiva que no está estrechamente vinculada con ninguno de esos grupos.

"Cuando encuentras los dientes de un primate fósil, por lo general queda bastante claro dónde ese primate encaja en el árbol genealógico evolutivo", explica el investigador principal, Erik Seiffert, profesor de Ciencias Anatómicas en la Universidad de Stony Brook, en Nueva York. "Sólo hay unas pocas especies sobre las que nadie se pone de acuerdo, y que realmente no se pueden colocar en ninguno de los grupos principales de primates. Estos fósiles misteriosos deben tener algo importante que decirnos acerca de la evolución de los primates”.

Ahora mismo, el Nosmips es uno de esos raros fósiles misteriosos.

El análisis efectuado demuestra que el Nosmips tenía una rara combinación de premolares agrandados y alargados con molares superiores simples. También poseía dientes premolares que tomaban la forma de molares, en vez de ser relativamente simples como en la mayoría de los otros primates.

El Nosmips parece ser un miembro muy especializado de un linaje de primates africanos no documentado hasta ahora y presumiblemente muy antiguo y endémico de la región.

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lunes, 7 de junio de 2010

RELACION ENTRE CUANTO NOS GUSTA UN PRODUCTO Y CUANTO CREEMOS QUE LES GUSTA A OTRAS PERSONAS

Cuando nos gusta un producto, ¿pensamos que a otras personas les gustará también? Y cuando creemos que a los otros les gusta un producto, ¿también nos gustará? Según las conclusiones de un nuevo estudio, estas dos preguntas responden a procesos psicológicos muy diferentes, aunque puedan parecer dos caras de una misma moneda.

Según Caglar Irmak (Universidad de Carolina del Sur), Beth Vallen (Universidad Loyola), y Sankar Sen (Baruch College), la respuesta para la primera pregunta (¿Les gustará a otros?) requiere que la persona empiece por definir sus propias preferencias sobre el producto, lo que los científicos llaman proyección.

En cambio, la segunda pregunta (Si a otros les gusta, ¿a mí también me gustará?), hace que la persona piense primero en las preferencias de otros, y decida a continuación si cree que le va a gustar el producto o no, un proceso que se denomina introyección.

Los autores del estudio han llegado a estas conclusiones tras una serie de experimentos con voluntarios.

En particular, los investigadores han constatado que rememorar la propia opinión sobre un producto antes de pensar sobre las preferencias de terceros, como ocurre cuando alguien se hace la pregunta ¿Les gustará también a otros?, debilita las motivaciones de exclusividad y conduce a la persona a predecir que aquello que le gusta a ella también le gustará a otros.

Por otro lado, pensar primero en las preferencias de los demás, y después en las nuestras propias, amenaza nuestro sentido de la exclusividad. Por consiguiente, a los individuos que sienten una gran necesidad de exclusividad no les suele gustar todo aquello que tienen constancia que gusta a otras personas.

Scitech News

sábado, 5 de junio de 2010

¿Por qué cooperamos?

¿Qué nos hace humanos, lo que nos distingue de otras especies, qué rasgos compartimos con nuestros parientes más cercanos? Desde que Darwin introdujo la idea de continuidad en su teoría de la evolución, nosotros, los homoanimales nos hemos obsesionado con la cuestión de cómo nos distinguimos de las demás especies.

En la posguerra de los pasados ’50, nos auto-definimos como el “homo faber“: “El hombre fabricante de herramientas“, sin embargo en los ’60 descubrimos gracias a Jane Goodall, que los chimpancés usaban palos para pescar termitas y todo eso. Más recientemente, la cuestión de la cultura entró en el centro de la escena y tratamos de distinguirnos por nuestra riqueza cultural de aquellas especies que no la tienen. Nuestra capacidad de pensar, nuestra cognición, nuestra capacidad de aprendizaje social y de comunicación simbólica se tornaron en los aspectos diferenciadores de nuestra condición humana.

En su libro ¿Por qué cooperamos?, Michael Tomasello y sus colegas, exploran el pensamiento socio-cognitivo que constituye la base de la socialización humana, incluida la creación de artefactos culturales e instituciones sociales. El mensaje clave que Tomasello intenta inculcarnos es que nosotros, los seres humanos somos fundamentalmente cooperantes, actitud que según él queda evidenciada ya desde que somos infantes. Es esa disposición que ellos tienen a proporcionar información, ayudar y compartir las cosas el origen de nuestra tendencia a cooperar. Sin embargo, la erosión de esa conducta con el pasar de la vida y las frustraciones que nos lesionan, da lugar a una experiencia que daña la benevolencia. Con todo, para Tomasello esa actitud que caracteríza a los niños es precisamente el atributo que nos diferencia de nuestros parientes más cercanos de vida: los grandes simios.

El interés en la evolución de la cooperación y el altruismo y la proposición de que las personas se preocupan por el bienestar de los demás son el testimonio del cambio fundamental de paradigma en la concepción actual de la evolución del comportamiento social. No podemos negar que la conectividad que nos facilitaron las redes de comunicación y los medios sociales desataron el deseo atávico por compartir, cooperar y brindarse al otro, como forma de auto-afirmación. He llamado a esa actitud como comportamiento “alocéntrico” como una forma de contraponerla al egocentrismo hasta hoy (todavía) imperante.

Los primeros estudios neo-darwinistas sobre el comportamiento social intentaron mostrarnos a nosotros, los individuos como manipuladores que nos beneficiábamos influenciando y modificando el comportamiento de los demás. Sin embargo y con los años, ha quedado claro que esta visión no abarca muchas de las complejidades de la vida humana en sociedad.

Tomasello siendo co-director en el Instituto Max Planck para la Antropología Evolutiva en Leipzig, Alemania y estando a la cabeza del Departamento de Psicología del desarrollo y psicología comparada ha realizado durante años una extensa investigación comparando el comportamiento de primates superiores y niños y confirmado, lo que queda expresado en el libro, la tendencia cooperativa a ayudar y colaborar de estos últimos.

En el libro participan también otros autores, como Joan Silk que pone de manifiesto la importancia de la aproximación transdisciplinaria y del uso de la la teoría de juegos como herramienta de utilidad para evaluar escenarios evolutivos, Carol Dweck, una psicóloga del desarrollo examina críticamente la idea de que los bebes de un año son pequeños salvajes. El filósofo de la ciencia, Brian Skyrms nos presenta una cantidad de casos en los que la cooperación evolucionó en la naturaleza sin necesidad de una “mente consciente“. Estos ejemplos, pueden servir para identificar cuáles son los requisitos mínimos y los contextos que nos permiten alcanzar comportamientos cooperativos. Elizabeth Spelke, una psicologa del desarrollo sugiere hay una suerte de conocimiento nuclear o “core knowledge” acerca de las propiedades del mundo físico y social que compartimos todas las culturas y sugiere que es el lenguaje el medio a través del cual los niños aprenden a relacionarse con las diferentes formas representacionales y a combinarlas.

Según Tomasello y comparandonos con los primates superiores, nuestras motivaciones y habilidades se orientaron a ayudar y compartir cuando nuestros ancestros comenzaron a cazar en forma cooperativa. La conclusión fundamental del texto, sin embargo, es que la cooperación y la competencia dependen o se interrelacionan entre sí y son casualmente la conformidad y los marcadores de la pertenencia al grupo los ingredientes más importantes de la evolución de nuestro comportamiento social humano.

De compras por la cueva

David A. Holmes es un psicólogo forense especializado en psicopatologías bastante peculiar. Profesor en la Universidad Metropolitana de Manchester, de vez en cuando se descuelga con noticias bastante coloristas. Por ejemplo, en 2006 se inventó la fórmula matemática para medir la perfección del trasero femenino, se supone que después de dedicarse a medir esa formación anatómica.

El buen profesor decidió que varias eran las variables a tener en cuenta: forma, redondez, el bamboleo muscular, la firmeza, la textura de la piel y la relación cadera-cintura. Pero lo más fascinante fue cuando en las entrevistas Holmes llegó a afirmar que para trasero perfecto el de Kyle Minogue; nada de Jennifer López, otrora conocida como el culo de Hollywood. Y yo me pregunto cómo el buen profesor determinó los valores para decidir que ambas brincaban los 80 puntos.

Pues bien, hace poco más de un año nuestro inmarcesible psicólogo decidió que el shopping tenía su origen en los albores de la Humanidad. Y uno se pone a pensar en los Picapiedra. Aunque después de lo de los culos, la imagen que surge espontáneamente es la de Rachel Welch en la película Hace un millón de años. Porque vaya modelitos.

No se asusten, que eso es lo que dice Holmes. “Los cazadores-recolectores escogían las cosas útiles de las que no les servían ni para mantenerse, ni para darles calor o confort; una destreza que al final nos llevó a sentirnos cómodos comprando en los centros comerciales”.

Todo este descubrimiento fue debido a un estudio encargado por el centro comercial de Manchester Arndale pues se sorprendieron (?) del aumento de visitantes en enero. “Seleccionábamos en las cuevas con un fuego a la entrada, y repetimos este hecho en los cálidos centros comerciales yendo de tienda en tienda sin enfrentarnos a vientos heladores”. No estaría de más que nos explicara en qué datos arqueológicos se ha basado o cómo ha podido deducir el comportamiento de nuestros milmilenarios ancestros. Para empezar. Solo hace falta que diga que el shopping es genético y que está enterrado en el par cromosómico XX. Así cierra el círculo de tamaña chorrimemez.

martes, 1 de junio de 2010

¿Fue ‘Ardi’ un homínido que vivía en bosques?

Escrito por Kanijo

ArdiLa revista Science publica esta semana dos comentarios técnicos que ponen en tela de juicio algunas de las conclusiones del equipo de Tim White que anunció también Science en octubre de 2009 la existencia del homínido Ardipithecus ramidus. Los investigadores cuestionan el hecho de que ‘Ardi’ fuera un homínido y que viviera en bosques densos.

En octubre de 2009, un equipo de 48 científicos dirigidos por Tim White de la Universidad de California en Berkeley (EE UU) publicó once estudios en Science que resumían 17 años de trabajo de excavación de fósiles del homínido Ardipithecus, entre los que se encontraban el esqueleto parcial de una hembra apodada ‘Ardi’, así como 150 000 fósiles de plantas y animales.

Science publica ahora dos comentarios técnicos o críticas que contradicen parte de las conclusiones de White. El autor del primer comentario, Esteban Sarmiento, investigador en la Fundación de Evolución Humana (EE UU), señala que no se presentaron evidencias de que ‘Ardi’ fuera un homínido (todos los seres de la línea evolutiva de los humanos tras la separación con las líneas de gorilas y chimpancés). El investigador critica el que Tim White y su equipo no describiera la anatomía que separa los simios africanos del “supuesto” homínido.

“Las características citadas el 2 de octubre de 2009 en Science que demostraban que Ardipithecus era un homínido son características que existen en fósiles que no son homínidos como Oreopithecus, Sivapithecus, Graecopithecus, y también en chimpancés y gorilas”, explica a SINC Sarmiento.

El investigador señala la necesidad de realizar un estudio más completo de la anatomía de ‘Ardi’ para asegurarse de que era un homínido, ya que “según las fotos publicadas parece tener características de antecedentes comunes de chimpancés, gorilas y humanos”, comenta el científico.

‘Ardi’ pudo ser un animal que existió antes de la separación entre humanos, chimpancés y gorilas o antes de la aparición de los póngidos (familia de primates antropomorfos constituida por grandes simios como orangutanes o gorilas).

Según el comentario de Sarmiento, lo más probable es que fuera un antepasado gorilas, chimpancés y humanos, pero no se puede estar seguro, porque “no sabemos si tuvo crías”, advierte el experto.

El cuestionado hábitat de ‘Ardi’

El equipo de White caracterizó el entorno de lo que ahora es Aramis (Etiopía) como bosques o manchas de bosque con un clima más frío y más húmedo que el actual. Pero el segundo comentario técnico explica que las pruebas que confirman la existencia de estos bosques en el yacimiento africano donde vivió la criatura hace 4,4 millones de años son escasas. “Hay en cambio pruebas abundantes que evidencian la existencia de hábitats de sabana abierta”, explica Thure Cerling, autor de la crítica y geoquímico de la Universidad de Utah (EE UU).

La importancia de la crítica, formulada por ocho geólogos y antropólogos de siete universidades, reside en que se utilizó la afirmación de que el fósil ‘Ardi’ vivía en bosques como argumento en contra de la larga teoría de la evolución humana conocida como hipótesis de la sabana, que sostiene que una expansión de sabanas, llanuras herbáceas con árboles o arbustos, incitó a los simios antepasados de los humanos a bajar de los árboles y empezar a caminar erguidos para buscar alimentos de manera más eficaz o busca refugios o recursos.

La mayoría de los autores estudiaron los suelos antiguos y otros indicadores geológicos del entorno en los yacimientos de los homínidos africanos, y se basaron en las propias conclusiones de White. La crítica concluye que lo más probable es que ‘Ardi’ viviera en una sabana arbolada con entre 5 y 25% de la zona cubierta por árboles o arbustos, y no el 60% mínimo necesario para encajar en la definición de un bosque de dosel cerrado. Cerling reconoce que ‘Ardi’ podría haber vivido en la ribera boscosa de un río, pero “ciertamente se trataba de un río que cruzaba la sabana”.

“No era una pradera como tal, pero tampoco era un bosque”, explica Brown, otro de los autores, y decano del Colegio de Minas y Ciencias de la Tierra de la Universidad de Utah. “Era lo que la gente denomina sabana”, continúa Cerling, que no defiende la hipótesis de la sabana, sino que los datos ofrecidos por White la apoyan en lugar de contradecirla.

Aunque los autores de la crítica no ponen en duda la validez de la hipótesis de la sabana, la relación entre el caminar erguidos de los antepasados de los humanos y la expansión de las praderas “sigue siendo una idea defendible”.


Referencias bibliográficas:
E.E. Sarmiento. “Comment on the Ardipithecus ramidus Science special issue” Science, 27 de mayo de 2010.

T.E. Cerling; F.H. Brown; N.E. Levin; J. Quade; J.G. Wynn; D.L. Fox; J.D. Kingston; R.G. Klein. “Paleoenvironment of Aramis, Ethiopia” Science, 27 de mayo de 2010.

Fecha Original: 27 de mayo de 2010
Enlace Original

sábado, 29 de mayo de 2010

Manuel Castells: "El poder político se construye en las redes de la mente"

No existe la política en general, siempre se trata de "mi política", procesada por los patrones neuronales de mi cerebro y activada a través de las decisiones que articulan mis emociones y mi capacidad cognitiva, transmitida mediante mis sentimientos.

Manuel Castells es uno de los científicos sociales más citados en el mundo, y desde luego el más influyente teórico de la sociedad de las redes. Su último libro, Comunicación y poder (Alianza editorial, 2009) seguramente está entre los mejores nunca escritos sobre este tema. En el capítulo 3, Redes de mente y poder, Castells se atreve a tender un puente naturalista entre la ciencia social y la neurociencia, entre la mente y el poder político, basándose sobre todo en las teorías de Antonio y Hanna Damasio, y en las de sus colegas en Berkeley George Lakoff y Jerry Feldman.

Como ha mostrado justamente Lakoff, la neurociencia cognitiva tiene mucho que informar a la teoría política porque nuestro cerebro piensa con metáforas, accesibles desde el lenguaje articulado, pero que en último análisis son estructuras físicas del cerebro.

El cerebro experimenta la política fundamentalmente como emoción, y la formación de emociones políticas tiene lugar mediante el fortalecimiento de determinadas sinapsis dentro de redes neurales, fenómeno que los neurocientíficos llaman "reclutamiento neuronal". Esto es algo que ocurre cada vez que un militante se entusiasma en el mitin de su candidato o partido, o cada vez que los individuos inclinados hacia una ideología consumen los producos políticos a menudo convertidos en infoentretenimiento partidista (columnas periodísticas, informativos de TV, tertulias políticas, etc). La cognición está íntimamente unida a la emoción: "No es que el razonamiento se vuelva irrelevante, sino que las personas tienden a seleccionar la información que favorece aquella decisión que se sienten inclinados a tomar."

Dicho a modo de resumen, el proceso de tomar una decisión política tendría que ver con el razonamiento enmarcado en narraciones y estimulado por emociones que funcionan como "marcadores somáticos" (Damasio). Una de las conclusiones más interesantes de este tipo de teoría política combinada con neurociencia cognitiva es precisamente el convencimiento de que el análisis racional tiene mayores posibilidades de emerger en situaciones dominadas por la ansiedad y el miedo, como una situación de gran crisis, porque el entusiasmo tiende a eclipsar el juicio crítico de los seguidores y votantes. Si bien, por desgracia, "incluso en una crisis económica lo que organiza el pensamiento y la práctica política del agente es la respueste emocional personal y no un cálculo razonado sobre cómo responder mejor a la crisis".

El vasto esfuerzo teórico de Castells a lo largo de los años, me parece, es imprescindible para identificar los trucos de magia de la política mediática de hoy, con su descarada tendencia a la política del escándalo, la personalización de los candidatos que ahoga el análisis ideológico y la difamación sistemática como instrumento orientado a eclipsar el juicio crítico de los ciudadanos, que sólo en raras ocasiones pueden o deciden comportarse como "votantes escépticos". Los políticos demagogos, los expertos en marketing y comunicación política, los "periodistas" y líderes de opinión sin escrúpulos, podrían ser vistos, de esta perspectiva, como verdaderos explotadores y colonizadores de nuestro cerebro político.

jueves, 20 de mayo de 2010

La Capacidad Mental de Valorar la Intención de una Persona y el Resultado de Su Acción


19 de Mayo de 2010. Foto: WikipediaImagine este suceso: Una mujer y su amigo están paseando por una factoría química. Llegan hasta una máquina expendedora de café, a cuyo lado hay un depósito con la etiqueta “Tóxico”. La mujer ve este rótulo de advertencia pero aún así vierte un poco de fino polvo blanco del depósito en una taza de café que ha preparado para su amigo, buscando deliberadamente envenenarle. El amigo bebe el café pero sale ileso del incidente, porque, sin que la mujer lo supiera, resulta que el polvo era tan sólo azúcar.
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La mayoría de la gente se sentiría indignada ante la conducta de esa mujer, y consideraría que su acto es moralmente repugnante. Sin embargo, en un nuevo estudio, ciertos pacientes con daños en una región cerebral conocida como corteza prefrontal ventromedial reaccionaron de manera muy diferente. Fueron incapaces de experimentar una respuesta emocional normal ante la situación anteriormente descrita, y basaron su valoración sólo en el resultado, es decir sólo tuvieron en cuenta que el hombre no sufrió ningún daño. A su entender, el acto de la amiga era moralmente tolerable.

Eso indica que la capacidad del cerebro humano para responder apropiadamente al intento de hacer daño, es decir, sentir una fuerte indignación hacia el sujeto que ha tratado de hacerlo, se asienta en la corteza prefrontal ventromedial, una región cerebral del tamaño de una ciruela, ubicada por encima y hacia detrás de los ojos, y que interviene en la regulación de las emociones.

Tal como señala Liane Young, del Departamento de Ciencias Cognitivas y del Cerebro, del MIT, el hallazgo hace encajar una nueva pieza del rompecabezas de cómo el cerebro humano construye la moral.
Trabajando con investigadores de la Universidad del Sur de California dirigidos por Antonio Damasio, Young estudió un grupo de nueve pacientes con daños en la corteza prefrontal ventromedial causados por aneurismas o tumores.

Tales pacientes tienen problemas procesando emociones sociales tales como la empatía o la vergüenza, pero tienen intactas sus capacidades para el razonamiento y otras funciones cognitivas.

En el nuevo estudio, los investigadores trataron de averiguar el papel exacto de las respuestas emocionales en la confección de valoraciones morales. Presentaron a los sujetos 24 situaciones y les preguntaron cómo reaccionarían ante tales sucesos. Los sucesos de mayor interés para los investigadores eran aquellos en los que la intención de la persona no coincidía con el resultado de su acción, ya fuese porque fallaba al intentar hacer daño, o bien porque causaba un daño de manera involuntaria y accidental.

Al ser confrontados con intentos fallidos de causar daño, los pacientes eran perfectamente capaces de comprender las intenciones del autor de los hechos, pero no le consideraban moralmente responsable. Los pacientes valoraron incluso los intentos fallidos de hacer daño a alguien como más permisibles que los daños causados sin querer a una persona (como envenenar accidentalmente a alguien), o sea, justo al revés de como lo valoraría una persona adulta normal, para quien es moralmente más reprochable un intento fallido de asesinato que matar a alguien por accidente.

Es resumidas cuentas, la manera que esos pacientes tienen de juzgar a los demás no va más allá de los resultados finales de sus actos.

La capacidad de culpabilizar a quienes tratan de causar daño, aún cuando acaben fracasando en su intento, podría haber evolucionado como una manera de protegernos de aquellos con malas intenciones. Esta información sobre la intención que tenía una persona al hacer algo es fundamental para realizar valoraciones sobre el grado de confianza que nos merece cada persona y para decidir de quienes nos conviene hacernos amigos y a quienes debemos evitar a toda costa. Alguien que desea hacernos daño, aún cuando no lo haya conseguido aún, es tan enemigo como alguien que ya nos haya hecho ese mismo daño.

Información adicional en:

lunes, 17 de mayo de 2010

Decisiones irracionales

El proceso de elección se basa en reglas aprendidas durante la evolución

Aunque se siguen asociando más a las tripas que a la inteligencia, las intuiciones son atajos del cerebro para tomar decisiones rápidas. Se basan en capacidades evolucionadas a lo largo de miles de años y están detrás de la mayoría de nuestras elecciones

Darwin tenía una mente tan analítica que incluso llegó a plantearse el amor como una cuestión científica. En 1838, dos años después de haber regresado a Inglaterra tras su épico viaje a bordo del Beagle por el Cono Sur, durante el cual realizó las observaciones que le permitirían sentar las bases de la teoría de la evolución, Darwin se planteó qué hacer con su vida: ¿buscaba una mujer y se casaba? ¿O mejor se consagraba a la investigación científica? Entonces este naturalista tenía 28 años y para tomar una elección cogió una hoja de papel –que se conserva–, trazó dos columnas y en la de la izquierda escribió la palabra "casarse" y anotó todos los argumentos que se le ocurrieron a favor del matrimonio. En la de la derecha, listó todas las ventajas de la soltería.

Cuestión de confianza

Si cada uno tuviéramos que partir de las experiencias propias para todo, necesitaríamos, sin duda, varias vidas. Imaginemos que un niño debiera partir de cero y él solo tuviera que aprender a comer, a caminar, a vestirse, a hablar. Sin duda, el proceso de aprendizaje sería lentísimo. Y como no tenemos varias vidas para dedicar a aprender, los seres humanos hemos descubierto que resulta más razonable imitar a los otros, preguntar o pedir consejo.

De hecho, siguiendo con el ejemplo del niño, este imita primero a sus padres, después, al crecer, adopta roles públicos y profesionales. Y esta manera de actuar, confiando en el otro e imitándolo, es uno de los tres atajos que tiene el cerebro para tomar decisiones reflexivas, junto con el lenguaje y la enseñanza, y para permitir la transmisión cultural de información de generación en generación.


En el súper

Los supermercados dicen mucho más de lo que creemos sobre nosotros. Las teorías de la economía estándar dicen que todos sabemos hasta cuánto estamos dispuestos a pagar. ¿Cuánto se gastaría usted en un vino? ¿Y en un jersey? Siempre que compramos tomamos decisiones de precios. Pero a veces es muy difícil, por ejemplo, evaluar qué vale el placer de saborear un helado. Solemos establecer lo que valen las cosas por comparación. Por ejemplo, en un restaurante, si en la carta hay un plato muy caro y al lado uno no tan caro –pone como ejemplo Dan Ariely, profesor de Psicología del Consumo del Massachusetts Institute of Technology (MIT)– seaguramente el segundo nos parecerá razonable y lo escogeremos.

Que estemos más omenos satisfechos con nuestra adquisición depende en buena medida de las expectactivas que tengamos sobre un producto. Neurocientíficos del MIT hicieron una prueba con individuos que compraron calmantes, unos de una marca conocida y cara, y otros, de una blanca y barata. Los del segundo grupo se arrepintieron y afirmaron que sus pastillas eran peores que las caras."Cuando experimentamosla realidad pensamos que es una realidad objetiva, pero no lo es, porque la realidad en parte es una combinación de lo que hay dentro y lo que hay fuera", dice Ariely.


Menos es más

Valorar los puntos a favor y en contra de cada elección requiere que invirtamos una gran cantidad de tiempo y de recursos, y resulta poco eficaz. Aunque, claro, tomar la primera decisión que se nos presenta tampoco parece funcionar. Y es que el proceso para tomar decisiones correctas no consiste en disponer de una gran cantidad de información, sino en descartar intuitivamente aquella que no necesitamos.

En ocasiones a nuestro superyó ese funcionamiento le parece poco de fiar, por lo que hemos interiorizado la creencia de que más siempre es mejor. Sin embargo, los experimentos demuestran que si tenemos menos información, las decisiones pueden ser mejores. El psicólogo estadounidense Barry Schwartz, autor del libro ¿Por qué más es menos? (Taurus Ediciones, 2005), habla de la paradoja de la elección y afirma que, si bien necesitamos tener opciones, a medida que estas crecen, elegir tiraniza.

Y es que, aunque parece lógico pensar que cuantas más alternativas mejor porque hay más posibilidades de que esté incluida la que más nos guste y que, por tanto, quedemos más satisfechos, lo cierto es que la mente humana no funciona así. Podemos asimilar una cantidad limitada de información, más nos colapsa y nos agobia.


Las razones que el padre de la evolución arguyó eran curiosas. Por ejemplo, para desestimar casarse apuntó cosas como "quizás discutir", "menos tiempo para conversar con hombres inteligentes", "tener que hablar con la familia de ella", "no poder leer por las tardes" o "menos dinero para libros". Y a favor, "hijos (si Dios quiere)" o "compañía constante y amistad en la vejez". Tras revisar la lista, acabó concluyendo que si bien una boda supondría "cosas buenas para la salud de uno", era también "una pérdida terrible de tiempo". Así es que decidió que lo mejor sería… ¡comprarse un perro!

Sin embargo, lo que no podía sospechar Darwin era que poco le iba a durar aquel convencimiento. Semanas, de hecho. Su cerebro le iba a jugar una mala pasada. Al cruzarse, quizás por fortuna, quizás por poca fortuna, con su prima hermana Emma Wedgewood, Darwin se enamoró perdidamente, a pesar de haber decidido concienzudamente que el matrimonio no iba con él. Emma se convirtió en el gran amor de su vida y con ella tuvo nada menos que 10 hijos. Al cabo de los años, incluso escribió un libro en el que trató de explicar con ojos de científico tal misterio, el misterio del amor.

Lo que Darwin no estimó es que su cerebro tomaba decisiones por él sin que él pudiera remediarlo. En el caso de Emma, había escogido ya mucho antes de que el naturalista inglés pudiera ni tan siquiera plantearse si su prima Emma le agradaba o no. La frialdad con la que Darwin colocó los argumentos en una balanza era más superficial que real. Y es que las decisiones, a diferencia de lo que se solía pensar hasta hace poco, no se rigen exclusivamente por las leyes de la razón y la lógica. Muchas, la mayoría, son intuiciones que, sorprendentemente, se toman desde la subjetividad. Sí, sí, lo han leído bien: nuestras decisiones por mucho que pensemos que son fruto de valoraciones conciezudas son en realidad intuiciones irracionales. De hecho, todo acto consciente, por paradójico que nos resulte, es, en verdad, inconsciente. Y eso es una gran noticia que encima ahora cuenta con una explicación neurocientífica.

Nuestras decisiones son irracionales
Hasta hace una década, la psicología social consideraba que la toma de decisiones tenía que ser consciente y guiarse por las leyes de la lógica. Que ante cualquier elección lo más acertado era elaborar listas con los pros y los contras, analizarlos minuciosamente, sopesarlos concienzudamente y sólo entonces, después, éramos capaces de elegir bien, como hizo Darwin. Las ciencias cognitivas solían menospreciar el papel de la intuición y de la irracionalidad. Y, sin embargo, ahora sabemos que esos impulsos no tienen por qué fallar y que, en ocasiones, son mucho más eficaces que una elección racional.

De hecho, buena parte de nuestra vida mental es inconsciente y se basa en procesos ajenos a la lógica, reacciones instintivas. Tenemos intuiciones sobre casi todo, suelen ser decisiones rápidas, casi viscerales, que aparecen en nuestra consciencia sin que sepamos de dónde vienen, pero que son tan fuertes que nos impulsan a actuar. Por eso nos enamoramos. Y si eso tiene o no que ver con toda una serie de deliberaciones en nuestro inconsciente, no lo sabemos. A nosotros sólo nos llega el sentimiento de "quiero estar con esta persona" y obramos en función de eso. En la mayoría de las ocasiones, esos impulsos o intuiciones nos conducen a la respuesta adecuada. Y es que no se trata de otra cosa que de atajos que tiene el cerebro, estrategias que ha desarollado durante miles de años para ser más eficaz.

Porque, si realmente tuviéramos que decidir cosa por cosa, punto por punto, poner sobre una balanza pros y contra de cada caso, seguramente, hoy no estaríamos aquí. Nos hubiéramos extinguido hace mucho tiempo. ¿Se imaginan si nuestros antepasados, ante la presencia de un depredador, se hubieran parado a sopesar qué camino tomar, o si era mejor intentar matar al animal o salir corriendo?

Por suerte, tenemos circuitos neuronales que se encargan de que el corazón, el aparato digestivo, el organismo en definitiva, funcionen bien. Y lo mejor es que nuestro cerebro nos mantiene ajenos a todos esos procesos. No tenemos que pensar, por ejemplo, que queremos respirar o que queremos mantenernos dormidos. ¿Cómo sería nuestra vida si decidiéramos cada segundo si invertimos o no en bolsa, si respiramos, si el hígado se pone en funcionamiento, si llevamos al niño al cole, si...? Algo similar ocurre cuando jugamos, por ejemplo, al fútbol. Nos lanzan una pelota, y corremos, alargamos la pierna y la chutamos, sin que para ello hayamos realizado de forma consciente toda una serie de cálculos complejos sobre su trayectoria.

"¿Me suicido o me tomo una taza de café?", se preguntaba el escritor francés Albert Camus. Y con esto quería decir que todo en la vida es elección. A cada segundo estamos escogiendo entre diversas alternativas. Y, de hecho, la existencia, al menos la humana, se define por las elecciones que hacemos. La intuición nos ayuda a resolver muchos de los dilemas cotidianos, desde si debemos o no casarnos hasta cosas mucho más triviales como qué pasta de dientes compramos, o atrapar las llaves que nos lanzan al vuelo o detectar si nuestra pareja nos miente cuando nos dice que ha salido tarde de trabajar. La neurociencia ha descubierto que la inteligencia funciona a menudo sin pensamiento consciente; de hecho, la corteza cerebral, donde reside la consciencia, está llena de procesos inconscientes, al igual que las partes más antiguas del cerebro. "Es un error presuponer que la inteligencia es necesariamente consciente y reflexiva", afirma el investigador alemán Gerd Gigerenzer.

Así, lo que sucede ante una información es que nuestro cerebro decide o bien dejarla pasar, o bien expresarla o anularla, cuenta Ranulfo Romo, neurocientífico de la Universidad París al frente de un grupo de investigación sobre los mecanismos cerebrales de toma de decisiones. Procesa continuamente información y lo hace por debajo del consciente; así, dice Romo, es como el cerebro anula o veta todos los actos conscientes que pudieran traer consecuencias negativas o peligrosas. De otra forma, nos volveríamos locos; viviríamos en el caos debido al incesante tráfico de señales que nuestras neuronas captan, analizan y evalúan. Sólo aquellas que consideran muy relevantes pasan al consciente para que este les preste atención, como por ejemplo, siguiendo con Darwin: "¿Contraigo matrimonio con Emma o me dedico a investigar?". Y para hacer todo eso, para estar pendiente de todo lo que ocurre, procesar información y decidir continuamente, recabar datos de la memoria, realizar predicciones, deducciones, el cerebro consume muchísima energía. De hecho, nada menos que el 20% de la energía disponible en nuestro cuerpo. No está nada mal, ¿no?

Cómo decidimos
Desde hace algún tiempo, la investigación neurocientífica está enfocada a intentar entender qué hace que nuestro cerebro decida en un momento determinado "me caso o no me caso", siguiendo con el ejemplo de Darwin. En el laboratorio, gracias a técnicas de neuroimagen, se puede ver la deliberación de las neuronas para tomar elecciones. Así es como se ha descubierto que antes de que emitamos una pregunta, nuestras células nerviosas ya andan procesando esa situación. Y es que el cerebro recaba continuamente datos, los analiza, y va informando, cuando lo estima oportuno, a la conciencia.

Por otro lado, la memoria recurre a experiencias acumuladas y las coteja con la información que ha recogido el cerebro quien, como si fuera un juez, delibera y sentencia. Se ha visto que los sentimientos, nuestro estado emocional, influyen en esa deliberación. Por ejemplo, si vamos al súper a hacer la compra de la semana muertos de hambre, seguramente compraremos muchas más cosas de las que realmente necesitamos. Y en esto mucho tiene que ver una parte de nuestro cerebro, la más primitiva, llamada cerebro reptiliano, que está bajo la corteza, y que es el manto que recubre el cerebro. Esta zona, que se formó durante millones de años de evolución, está llena de células nerviosas que parece ser son las responsables de los impulsos que tienen que ver con el afecto, con la valoración de la información de la que se desprende una recompensa. Y, por tanto, de las emociones que afectan a nuestras elecciones.

La neurociencia cree que el proceso de elección se basa en una serie de reglas generales que nuestro cerebro ha ido aprendiendo y que conforman una especie de libro de instrucciones al que nuestro inconsciente recurre ante cada situación. Allí encuentra respuestas rápidas y precisas. Lo único que debe hacer es escoger la regla adecuada para cada momento. Este procedimiento es indispensable para tomar muchas decisiones importantes, puesto que nos enseña a confiar, a imitar y a experimentar emociones como el amor, sin las cuales la supervivencia sería imposible.

El investigador de psicología de la conducta del instituto Max Planck, Gerd Gigerenzer, autor de Decisiones instintivas. La inteligencia del inconsciente (Ariel, 2008), cuenta que eso es lo que ocurre, por ejemplo, con padres e hijos. Si cada mañana los progenitores tuvieran que decidir si van a seguir invirtiendo sus recursos en los niños, tras noches en blanco, berrinches, trastadas, podría ponerse en peligro la supervivencia de la especie. Por eso, el cerebro bloquea esa posibilidad de decisión, de valorar si vale o no la pena aguantar.

Más vale una buena intuición que mil decisiones racionales
Paradójicamente, en el pensamiento occidental, la intuición empezó siendo la forma más segura de conocimiento y ha acabado siendo menospreciada como una guía voluble y poco fiable para la vida. Hoy en día seguimos relacionando la intuición más con las tripas que con el cerebro. No obstante, según los descubrimientos que ha hecho Gigerenzer en el prestigioso instituto Max Planck, estos impulsos sacan partido de capacidades evolucionadas del cerebro. Se basan en reglas generales, que no tienen nada que ver con el balance de pros y contras, sino que funcionan ignorando parte de la información.

En muchos procesos, una memoria limitada parece ser un buen filtro para poder aprender. Es así como empezamos a hablar, recordando al principio sonidos, palabras y, después, estructuras simples hasta que somos capaces de construir frases. Algo similar ocurre cuando decidimos. Nuestro cerebro se basa en la regla de que, a veces, menos es más y ante una situación le basta una sola buena razón para elegir. A eso Gigerenzer lo llama regla general o heurística. Las intuiciones basadas en una sola buena razón son eficaces y también pueden ser muy precisas. Estas reglas se benefician de algunas facultades del cerebro, como la memoria de reconocimiento, la habilidad para localizar objetos móviles, el lenguaje o emociones como el amor. La heurística acelera la toma de decisiones y se posibilita la acción rápida, muy útil si caminamos por la selva, por ejemplo, y aparece un tigre. No nos es deseable pararnos a pensar, sino que haya un sistema que nos active y nos haga salir pitando.

Una buena razón puede ser: escoge lo que conozcas. Nos fiamos de lo que conocemos y, en cambio, sentimos aversión por lo desconocido. Tenemos una capacidad extraordinaria para reconocer caras, voces e imágenes, que está adaptada a la estructura del entorno. Reconocer hace posible que reaccionemos rápidamente y también que compremos una marca de leche u otra. En la naturaleza, el instinto de elegir lo que se conoce es una garantía para la supervivencia. Acordarse de enemigos o de potenciales peligros nos ayuda a evitarlos, como también identificar caras amigas o qué plantas son comestibles.

Nuestro cerebro evolucionado nos proporciona capacidad para tomar decisiones, pero también la cultura. "Evolucionado –afirma Gigerenzer– no quiere decir que sea una destreza debida sólo a la naturaleza o sólo a la cultura. La cultura da a los seres humanos una capacidad, transformada en facultad por la práctica prolongada. La inteligencia del inconsciente está en saber qué regla es probable que funcione en cada situación". Estas capacidades evolucionadas, genéticas y culturales, son indispensables para muchas decisiones importantes y pueden evitar que cometamos errores de bulto en asuntos trascendentales. La calidad de estos impulsos radica en la inteligencia del inconsciente, que no es otra cosa que la capacidad de saber sin pensar en qué regla basarse en cada situación. Sin la intuición, poco podemos conseguir.

Inteligencia social

Los seres humanos somos animales sociales. Necesitamos vivir en sociedad para desarrollarnos como individuos, para aprender, para ser felices. Para ello, contamos con una facultad: somos capaces de extraer conclusiones rápidas de nuestras relaciones, y saber si la persona que tenemos delante nos está mintiendo o si, por el contrario, podemos confiar en ella.

Nuestras neuronas infieren una serie de información, por ejemplo, captan si tienen la boca ligeramente arqueada o las cejas, lo que denotaría enfado o alegría, pero son incapaces de quedarse ahí. Dan un paso más y realizan inferencias sobre los demás. Y bastan décimas de segundo para que decidamos si el que tenemos delante es o no cooperador, si podemos confiar en él, si nos ha traicionado. A esa capacidad la ciencia cognitiva la denomina inteligencia social.

Pero ¿por qué hemos desarrollado los seres humanos esa capacidad? Pues, seguramente, considera Gerd Gigerenzer, neurocientífico de Instituto Max Planck, se trate de una herencia de nuestra época más primitiva. El entorno social en el que surgieron y evolucionaron los primeros homínidos era mucho más complejo e imprevisible que el físico. Y para poder sobrevivir, tuvimos que generar herramientas que nos permitieran evaluar rápidamente si el que teníamos delante era o no amigo o qué consecuencias tendría nuestra conducta sobre los demás. De ahí que casi todas las relaciones que establecemos surjan como resultado de reacciones instintivas. Y esos instintos sociales funcionan como una especie de pegamento social.


miércoles, 5 de mayo de 2010

La Leche Materna Influye en la Personalidad de los Monos


5 de Mayo de 2010. Foto: California National Primate Research CenterLa leche materna de las monas envía a sus crías lactantes unas señales capaces de programar el carácter y la conducta de los retoños, según los resultados de una nueva investigación.
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En su estudio, unos científicos de la Universidad de California en Davis y el Instituto Smithsoniano han desvelado que los monos de muy corta edad cuyas madres tuvieron niveles más elevados de energía en la leche inmediatamente después de sus nacimientos, se desenvolvieron con más eficacia y mostraron una mayor seguridad en sí mismos que aquellos cuyas madres tuvieron niveles menores.

"Éste es el primer estudio en un mamífero que presenta evidencia de que la variación natural en la energía disponible de la leche de la madre está asociada con una variación posterior en la conducta y el temperamento del bebé", explica Katie Hinde, antropóloga en el Centro Nacional de Investigación de Primates de California y el laboratorio de nutrición en el Parque Zoológico Naciona
Entre los monos macacos rhesus, las madres que pesan más y han tenido embarazos previos, producen más y mejor leche materna para sus retoños que las madres con menor peso y menos experiencia. Los investigadores se valieron de grupos numerosos de monos macacos rhesus viviendo en cautiverio en exteriores en el Centro Nacional de Investigación sobre Primates de California, en la Universidad de California en Davis, para estudiar cómo esta variación natural en la calidad y cantidad de la leche materna envía señales a las crías sobre su entorno.

Los investigadores recopilaron leche de 59 madres en dos momentos distintos: uno cuando sus hijos tenían un mes de edad, y el otro cuando los retoños tenían tres meses y medio de edad. El equipo de investigación registró la cantidad de leche producida por cada madre y analizó el valor en energía de las grasas, proteínas y azúcares de la leche de cada animal. Estos valores fueron combinados para calcular la energía disponible en la leche producida por cada madre.

Desde los tres hasta los cuatro meses de edad, se evaluó la conducta y el temperamento de cada retoño. Las crías cuyas madres tuvieron niveles más elevados de energía en la leche inmediatamente después de su nacimiento, se desenvolvieron con más eficacia (cambiaron más de lugar, exploraron más, comiendo y bebiendo) y mostraron mayor seguridad en sí mismos (fueron más curiosos, juguetones y activos). Las crías cuyas madres tuvieron niveles inferiores de energía en la leche presentaron niveles de actividad más bajos y se mostraban más inseguros cuando se les separaba temporalmente de sus madres.

Información adicional en:Scitech News

lunes, 3 de mayo de 2010

¿Nueva Era Geológica Causada Por el Ser Humano?
3 de Mayo de 2010. Foto: University of LeicesterUn grupo de científicos, incluyendo un ganador del Premio Nobel, sugiere que la Tierra ha entrado en una nueva era geológica: La Era Antropocena. Y estos expertos creen también que en los albores de esta nueva época puede estar produciéndose la sexta mayor extinción en la historia de la Tierra.
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Los geólogos Jan Zalasiewicz y Mark Williams de la Universidad de Leicester; Reino Unido, Will Steffen, director del Instituto de Cambio climático de la Universidad Nacional Australiana, y Paul Crutzen, químico atmosférico de la Universidad de Maguncia, Alemania, ganador del Premio Nobel, aportan sus evidencias para estas conclusiones sobre el cambio climático global.

Estos científicos proponen que, en apenas dos siglos, los humanos le hemos hecho cambios tan inmensos e inauditos a nuestro mundo que podríamos estar estableciendo un nuevo período geológico, y alterando el planeta para los próximos millones de años
Zalasiewicz, Williams, Steffen y Crutzen afirman que la actividad humana reciente, incluyendo el colosal crecimiento demográfico, las megaciudades con crecimiento acelerado y el inmenso uso de los combustibles fósiles, han cambiado el planeta en tal magnitud que ahora estamos entrando en lo que han dado en llamar la Era Antropocena.

Propuesto por vez primera hace más de una década por Crutzen, el término Antropoceno ha provocado controversias. Sin embargo, a medida que han crecido en número y magnitud las evidencias sobre las consecuencias potenciales de la actividad humana, como el cambio climático global y los marcados aumentos en las extinciones de vegetales y animales, el término de Crutzen ha ganado apoyo.

Ahora mismo, la comunidad geológica mundial está considerando formalmente si el Antropoceno debe unirse al Jurásico, el Cámbrico y otros periodos geológicos que nos son familiares.

Estos científicos advierten que el camino para lograr esa designación formal probablemente estará lleno de fuertes debates con quienes tienen criterios opuestos al suyo, y que por ende habrá mucha polémica. Pero recalcan que, nos guste o no, el Antropoceno representa una nueva fase tanto en la historia de la humanidad como en la de la Tierra, un periodo en el que el conjunto de las fuerzas naturales y el de las humanas se han entrelazado, de modo tal que el destino de uno determina el destino del otro. Geológicamente, éste es un episodio muy notable en la historia de nuestro planeta.

Información adicional en: