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sábado, 28 de agosto de 2010

El entrelazamiento cuántico puede ser una medida del libre albedrío

CuánticaEl mismo experimento que revela la naturaleza del entrelazamiento, también puede interpretarse como una medida del libre albedrío, dicen los investigadores.

La naturaleza de la mecánica cuántica ha forzado a los investigadores a reconsiderar su propio papel en el proceso de la ciencia. Ya se fue la idea Victoriana de que la medida es objetiva y absoluta. Hoy, sabemos que en el mundo cuántico, es imposible separar la medida del medidor. Pero exactamente qué papel desempeñan en el universo, aún hay que aclararlo.

Una intrigante idea es que ciertos tipos de experimentos pueden burlar la naturaleza de la medida. Y una clase particularmente importante de experimentos implica el entrelazamiento cuántico, el desconcertante fenómeno en el cual objetos separados por una gran distancia comparten la misma existencia (o, en términos científicos, se describen mediante la misma función de onda).

Imagina dos partículas que están entrelazadas de esta forma. Antes de que tenga lugar ninguna medida, estas partículas están en una superposición de estados. Entonces una medida en una inmediatamente influye sobre la otra, de alguna forma determinando el resultado de la medida sobre ella.

Muchos experimentos han demostrado que esta “influencia” tiene lugar tan cerca de la instantaneidad como es posible medir, y ciertamente no puede ser transportada por una señal a la velocidad de la luz. Los mismos experimentos también descartan cualquier correlación oculta entre partículas en las que el resultado de cualquier medida es acordado de antemano. Imagina, por ejemplo, alguna mano oculta que fuerza a los experimentadores a llevar a cabo sin saberlo medidas que siempre parecen como si estuviese teniendo lugar esta acción fantasmal a distancia.

Hoy, Jonathan Barrett de la Universidad de Bristol y Nicolas Gisin de la Universidad de Ginebra nos ofrecen una nueva e interesante aproximación a este problema. Asumen que el entrelazamiento ocurre como prescribe la mecánica cuántica, y se preguntan cuánto libre albedrío debe tener el experimentador para descartar la posibilidad de una interferencia oculta.

La respuesta es curiosa. Barret y Gisin demuestran que si hay información compartida entre los experimentadores y las partículas que miden, entonces el entrelazamiento puede explicarse mediante algún tipo de proceso oculto determinista.

En términos prácticos, esto significa que no puede haber información compartida entre los generadores de números aleatorios que determinan los parámetros de los experimentos a realizar, y las partículas a medir.

Pero lo mismo es cierto para los propios experimentadores. Esto significa que no pueden haber información compartida entre ellos y las partículas tampoco. En otras palabras, deben tener un completo libre albedrío.

De hecho, si un experimentador carece de incluso un sólo bit de libre albedrío, la mecánica cuántica puede explicarse en términos de variables ocultas. Inversamente, si aceptamos la veracidad de la mecánica cuántica, entonces podemos colocar un límite sobre la naturaleza del libre albedrío.

Esta es una forma interesante de enunciar el problema del entrelazamiento, y sugiere un prometedor número de obstáculos relacionados: ¿qué hay de los sistemas parcialmente entrelazados, y de otros en los que se entrelazan más de dos partículas?

El libre albedrío nunca fue tan fascinante.


Artículo de Referencia: arxiv.org/abs/1008.3612: How Much Free Will Is Needed To Demonstrate Nonlocality?
Fecha Original: 25 de agosto de 2010
Enlace Original

viernes, 5 de febrero de 2010

Una Computadora Cuántica Logra Calcular la Energía Exacta del Hidrógeno Molecular


5 de Febrero de 2010. Foto: Stephanie MitchellEn un importante primer logro dentro de una nueva y prometedora tecnología, unos científicos han usado una computadora cuántica para calcular con precisión la energía del hidrógeno molecular. Este avance revolucionario en las simulaciones moleculares podría tener importantes repercusiones no sólo para la física y la química, sino también para muchos otros campos, desde la criptografía a la ciencia de los materiales.


Uno de los problemas más importantes para muchos químicos teóricos es cómo ejecutar simulaciones exactas de los sistemas químicos. Ésta es la primera vez que se logra construir y hacer funcionar una computadora cuántica para obtener de ella los resultados precisos de estos cálculos.

El trabajo es fruto de la colaboración entre el equipo de químicos teóricos de Alán Aspuru-Guzik, de la Universidad Harvard, y un grupo de físicos experimentales dirigidos por Andrew White de la Universidad de Queensland en Brisbane, Australia. El equipo de Aspuru-Guzik coordinó el diseño experimental y realizó los cálculos fundamentales, mientras que sus colegas en Australia ensamblaron la "computadora" física y ejecutaron los experimentos.
Si bien las supercomputadoras modernas pueden realizar simulaciones aproximadas de sistemas moleculares simples, aumentar el tamaño del sistema conduce a un aumento exponencial en el tiempo de cómputo. Si se simula algo más grande que cuatro o cinco átomos (por ejemplo, una reacción química, o incluso una molécula ligeramente compleja) enseguida se convierte en un problema intratable.

La computación cuántica tiene el atractivo de su potencial para resolver ciertos tipos de problemas que son imposibles de resolver para los ordenadores convencionales.

En vez de usar bits binarios etiquetados con "0" ó "1" para codificar los datos, como en un ordenador convencional, la computación cuántica guarda la información en qubits (bits cuánticos), que pueden representar simultáneamente tanto "0" como "1". Cuando una computadora cuántica es puesta a trabajar sobre un problema, considera todas las respuestas posibles organizando sus qubits simultáneamente en todas las combinaciones posibles de "ceros" y "unos".

Dado que una secuencia de qubits puede representar muchos números diferentes, una computadora cuántica haría muchos menos cálculos que una convencional para solucionar algunos problemas.

Información adicional en:



viernes, 25 de diciembre de 2009

Se propone el entrelazamiento cuántico para el movimiento de objetos microscópicos


Ondas de luz

Investigadores del Instituto Tecnológico de California (Caltech) han propuesto un nuevo paradigma que permitiría a los científicos observar el comportamiento cuántico en pequeños sistemas mecánicos.

Sus ideas, descritas en el ejemplar on-line anticipado de Proceedings of the National Academy of Sciences, ofrece un nuevo modo de abordar uno de los problemas más fascinantes de la mecánica cuántica: la naturaleza de la superposición cuántica y el entrelazamiento en sistemas cada vez más grandes y complejos.

Una superposición cuántica es un estado en el cual una partícula, como un fotón o un átomo, existe simultáneamente en dos posiciones. El entrelazamiento, al que Albert Einstein llamó “acción fantasmal a distancia”, permite a dos partículas compartir información incluso si están físicamente separadas.

Un reto clave al observar el comportamiento cuántico en un sistema mecánico cuántico es eliminar las interacciones entre el sistema y su ruidoso entorno — es decir, el material de alrededor que da soporte al sistema o algún otro contacto externo. Las vibraciones térmicas aleatorias de los alrededores del sistema, por ejemplo, pueden transferirse al objeto mecánico y destruir sus frágiles propiedades cuánticas. Para abordar este problema, un número de grupos de todo el mundo han empezado a usar configuraciones criogénicas en la que el entorno inmediato se enfría a temperaturas muy bajas para reducir la magnitud de estas vibraciones aleatorias.

El equipo de Caltech sugiere una aproximación fundamentalmente distinta: usar las fuerzas creadas por intensos rayos de luz para hacer “levitar” todo el objeto mecánico, liberándolo de este modo de cualquier contacto externo y soporte del material. Esta aproximación, demuestran los investigadores, puede reducir drásticamente el ruido, hasta el punto en el que diversas manifestaciones de comportamiento cuántico deberían ser observables incluso cuando el entorno esté a temperatura ambiente.

Entre los científicos implicados en el trabajo están Darrick Chang, becario de posdoctorado en el Instituto de Información Cuántica de Caltech; Oskar Painter, profesor asociado de física aplicada; y H. Jeff Kimble, Profesor William L. Valentine de Caltech y profesor de física.

La idea de usar fuerzas ópticas para atrapar o hacer levitar a pequeñas partículas está en realidad bien establecida. Fue llevada a cabo por primera vez por Arthur Ashkin de los Laboratorios Bell en las décadas de 1970 y 1980, y desde entonces ha formado parte de la base de avances científicos tales como el desarrollo de “pinzas ópticas” — usadas frecuentemente para controlar el movimiento de pequeños objetos biológicos — y el uso de lásers para enfriar átomos y atraparlos en el espacio. Estas técnicas proporcionan una caja de herramientas extremadamente versátil para manipular átomos, y han sido empleadas para demostrar una variedad de fenómenos cuánticos a nivel atómico.

En el nuevo trabajo, Chang y sus colegas demuestran teóricamente que puede lograrse un éxito similar cuando se reemplaza un átomo individual por un sistema mecánico mucho más masivo – pero aún a nanoescala. Un esquema relacionado ha sido presentado simultáneamente por un grupo del Instituto Max Planck para Óptica Cuántica en Garching, Alemania [http://arxiv.org/abs/0909.1469].

El sistema propuesto por el equipo de Caltech consiste en una pequeña esfera hecha de un material altamente transparente como la sílice fundida. Cuando la esfera entra en contacto con un rayo láser, las fuerza ópticas empujan de forma natural a la esfera hacia el punto donde la intensida de la luz es mayor, atrapando a la esfera en ese punto. La esfera tiene un tamaño típico de 100 nm de diámetro, o aproximadamente una milésima del grosor de un cabello humano. Debido a su reducido tamaño, las restantes interacciones de la esfera con el entorno – cualquiera que no implique contacto directo con otro material, debido a que la esfera está levitando — son los suficientemente débiles para que emerja con facilidad el comportamiento cuántico.

Para que aparezca tal comportamiento, no obstante, la esfera debe también estar colocada dentro de una cavidad óptica, la cual está formada por dos espejos situados a cada lado de la esfera atrapada. La luz que rebota adelante y atrás entre los espejos en ambos sentidos del movimiento de la esfera se usó para manipular el movimiento a nivel mecánico-cuántico.

Los investigadores describen cómo puede usarse esta interacción para eliminar energía de, o enfríar, el movimiento mecánico hasta que alcanza su estado base cuántico – la menor energía permisible por la mecánica cuántica. Un límite fundamental para este proceso viene fijado por la fuerza realtiva del enfriamiento óptico y el índice al cual el entorno tiende a calentar (retornar energía a) el movimiento, llevándolo de nuevo a la temperatura ambiente.

En principio, el movimiento de la esfera bien aislada puede ser enfriado empezando en la temperatura ambiente bajando hasta una temperatura final que es 10 millones de veces más baja; en ese estado súper-enfriado, el centro de masas de la esfera se mueve sólo la cantidad mínima posible fijada por las fluctuaciones cuánticas intrínsecas.

Los investigadores también proponen un esquema para observar una característica cuántica conocida como entrelazamiento, la cual yace en el corazón de la mecánica cuántica. Dos sistemas situados lejos entre sí que están entrelazados muestran correlaciones entre ellos que son más fuertes de lo que se permite de forma clásica. En ciertas circunstancias, el entrelazamiento puede ser un recursos muy valioso; forma la base de propuestas para realizar una metrología mejorada y ordenadores (cuánticos) más potentes.

El esquema propuesto consiste en enviar un par de rayos de luz inicialmente entrelazados — la producción de los cuales se logró por primera vez por el grupo de Kimble en Caltech en 1992 — en dos cavidades separadas, cada una conteniendo una esfera levitante. A través de un proceso conocido como transferencia de estado cuántico, todas las propiedades de la luz – en particular, el entrelazamiento y sus correlaciones asociadas — pueden ser mapeadas en el movimiento de las dos esferas.

Aunque los tamaños de estos objetos nanomecánicos aún están muy lejos de los asociados con la experiencia cotidiana, los investigadores de Caltech creen que su propuesta presenta una apasionante oportunidad para realizar y controlar fenómenos cuánticos a unas escalas sin precedentes — en este caso, para objetos que contienen aproximadamente 10 millones de átomos.

Otros investigadores implicados en este trabajo son el estudiante graduado Dalziel Wilson y los becarios de posdoctorado Cindy Regal y Scott Papp de Caltech; Jun Ye, miembro del JILA, un instituto conjunto de la Universidad de Colorado en Boulder y el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST); y Peter Zoller, profesor de la Universidad de Innsbruck. El trabajo fue iniciado mientras que Ye y Zoller estaban de visita en Caltech como Becarios Distinguidos Gordon y Betty Moore.

El trabajo del artículo en PNAS, “Cavity optomechanics using an optically levitated nanosphere”, fue patrocinado por la Fundación Gordon y Betty Moore, y la Fundación Nacional de Ciencia, la Oficina de Investigación del Ejército, Northrop Grumman Space Technology, los Fondos Científicos Austriacos, y los Proyectos de la Unión Europea.

martes, 18 de agosto de 2009

El hombre de dióxido de carbono y el "atomilismo"

Si escribes en Google atomilismo te sale el dichoso cartelito «Quizás quiso decir». Me ha extrañado muchísimo no ver el término aún castellanizado. Fue en 1989 cuando IBM consiguió mover átomos individualmente por primera vez, con el «Microscopio de Efecto Túnel» (STM-Scanning Tunneling Microscope). En 1990 publicaban la famosa imagen de su logo formado por átomos de xenón sobre níquel.

Logo de IBM realizado con xenón sobre níquel. Crédito: IBM. Image originally created by IBM Corporation.

En la web de Almaden Research Center hay una sección titulada Moving Atoms, en la cual pueden verse tres imágesnes bajo el subtítulo de Atomilism. Podría convertirse en el futuro en una corriente artística basada en el movimiento de átomos. El que más me ha gustado, el hombre de dióxido de carbono.

Monigote humano construido con monóxido de carbono sobre platino. Crédito: IBM. Image originally created by IBM Corporation.


Microscopio de Efecto Túnel - STM

Fueron Heinrich Rohrer y Gerd Binnig en 1981 quienes desarrollaron el STM y recibieron el Nobel por ello en 1986. El funcionamiento se basa en un efecto cuántico homónimo, es decir, el efecto túnel. El efecto túnel es un fenómeno que ocurre a escala de nanómetros (aunque muchos magufos lo usan para demostrar chaladuras, pues tiene un nombre resultón) y consiste en que un electrón puede superar una barrera de potencial superior a su propia energía cinética. No es nada extraño si recordamos que el estado de un electrón no puede definirse mediante variables clásicas, sino por una nube de probabilidad. En algunos casos esta nube de probabilidad sobrepasa la barrera pudiendo provocar cierta intensidad eléctrica. Repito, a escala nanométrica (0,000000001 m), que nadie piense que puede superar una pared.

El STM aprovecha este curioso fenómeno. Las medidas y manipulaciones deben hacerse con un objeto que tenga unas dimensiones del orden de lo que se maneja. Por eso, la sonda es una punta de wolframio que tiene unos pocos átomos de grosor (lo ideal es uno solo). El movimiento de los átomos se consigue con intensidades de corriente más pequeñas que el nanoamperio.

Más información en la web del Instituto Universitario de Investigación de Nanociencia de Aragón.

martes, 7 de julio de 2009

Creado el primer procesador cuántico

Abre la puerta a la esperada aplicación de la, , a la informática

Un equipo de científicos de la Universidad de Yale ha dado un gran salto tecnológico al crear el primer procesador cuántico. Es la primera implementación funcional de un dispositivo de este tipo. Sólo es capaz de hacer algunos cálculos sencillos, pero es un paso imprescindible para lograr la aplicación de la física cuántica a la informática. Por Rubén Caro.

Foto: Universidad de Yale

Hace mucho tiempo, desde principios de los ochenta, que se estudia teóricamente la aplicación de la física cuántica a la informática. Las propiedades de la materia a nivel atómico y subatómico permiten la creación de procesadores que funcionan de una manera distinta a los actuales. Utilizan los diferentes estados cuánticos de una partícula para efectuar operaciones lógicas.

Los procesadores actuales utilizan como unidad lógica el bit (binary digit). Los diferentes estados cuánticos se representan utilizando una unidad mínima de información ligeramente diferente, llamada qubit (quantum binary digit). Los bits actuales sólo pueden tener dos estados posibles, 0 o 1. El número de posibles combinaciones de 8 bits es de 256(2 elevado a 8) combinaciones distintas. Pero una sola de ellas cada vez. Por contra, los qubits entre otras cosas permiten la simultaneidad de varios estados diferentes. Con 16 qubits se pueden obtener 256 combinaciones distintas a la vez.

Paralelismo cuántico

Para tener un ejemplo más gráfico. Tenemos un coche que consta de 256 piezas distintas. Pongamos a 8 robots (los bits) que son capaces de poner todas las piezas, pero sólo una a una. Si en poner 1 pieza tardan 1 segundo, entonces son capaces de montar el coche en 256 segundos, unos 4 minutos. Ahora pongamos a otros 8 robots (los qubits) que también son capaces de poner las 256 piezas distintas, y tardan 1 segundo en poner cada pieza, igual que los robots anteriores. La diferencia es que estos son capaces de ponerlas en paralelo, todas a la vez. Si las ponen todas a la vez, tardarán un segundo en ponerlas todas. Los 8 qubits emplearían un sólo segundo frente a 4 minutos que emplearían los 8 bits para hacer la misma tarea. 256 veces más rápido.

Además la capacidad de procesamiento crece exponencialmente. Siguiendo con el ejemplo: si hablásemos de 65536 piezas diferentes, 16 qubits tardarían 1 segundo y 16 bits tardarían 18 horas. 65536 veces más rápido.

Sólo es un ejemplo, pero en esencia esa es la diferencia teórica de rendimiento entre un procesador actual y un procesador cuántico. Es la capacidad de hacer los cálculos en paralelo, y no el número de combinaciones distintas que pueden representar, lo que le confiere tal potencia al procesamiento cuántico. Es el llamado paralelismo cuántico.

En Yale han conseguido superar las dificultades

La idea básica es esa, pero la realidad es un poco más compleja porque hay que lidiar con otros problemas, como la decoherencia cuántica y la corrección de errores. Se trata en general del problema de la ausencia de aislamiento de las partículas a nivel cuántico. Un qubit no puede estar aislado, así que debe hacer su función antes de verse alterado por factores externos. Y eso no es tarea fácil.

Un grupo de científicos de la Universidad de Yale ha conseguido resolver en la práctica todos esos problemas, y ha creado un procesador cuántico de dos qubits. Los resultados de su investigación se han publicado en la revista Nature.

Es la primera vez que se consigue procesar información cuánticamente con un dispositivo superconductor de estado sólido, similar al usado en procesadores y teléfonos móviles actuales. Ya se había experimentado por separado en laboratorio con cada uno de los procesos básicos, pero es la primera vez que se consigue hacer funcionar todo el conjunto en un mismo dispositivo.

En este caso, tan sólo se trata de un procesador de dos qubits. En total son sólo 4 combinaciones diferentes, pero en paralelo. Robert Schoelkopf, uno de los responsables de este logro, lo compara con "tener 4 números de teléfono distintos y no saber cuál es el correcto" y sigue "pero en lugar de tener que probar uno a uno, puedes probar los cuatro números a la vez en una sola llamada, y además sólo comunica con el número correcto".

El potencial de procesamiento de estos procesadores es enorme. Los sistemas de criptografía más complejos actualmente se verían comprometidos, y con ellos toda la información que permanece secreta, para bien o para mal. El mismo Robert Schoelkopf insiste en que "aún estamos lejos de conseguir un verdadero computador cuántico". Aún así, los interesados llevan tiempo preparándose, y están financiando el desarrollo de la criptografía cuántica, que también está haciendo avances importantes.