27 de Octubre de 2010.Una nueva investigación desafía la controvertida teoría de que el impacto de un cometa devastó la civilización clovis, una de las primeras culturas en poblar América del Norte. Los arqueólogos Vance Holliday (Universidad de Arizona) y David Meltzer (Universidad Metodista del Sur) argumentan que no hay nada en el registro arqueológico que sugiera una desaparición abrupta de los asentamientos clovis.
Al margen de si un cuerpo celeste impactó o no contra América del Norte, en lo que concierne al registro arqueológico no hay nada que haga pensar en un final súbito de la civilización clovis, según los autores del nuevo estudio.
La teoría del cometa apareció por primera vez en 2007, cuando un equipo de científicos anunció que existían evidencias de un gran impacto extraterrestre producido unos 12.900 años atrás. Se argumentó que el impacto causó un enfriamiento repentino del clima de América del Norte, matando a los mamuts y otros miembros de la megafauna. Esto también podría explicar la aparente desaparición de los clovis, cuyas puntas de flecha características desaparecen del registro arqueológico poco después del supuesto impacto.
Como pruebas de la rápida desaparición de este pueblo, los defensores de la teoría del cometa señalan que muy pocos yacimientos arqueológicos clovis muestran evidencias de ocupación humana después de la época de la supuesta caída del cometa. Y que en los pocos sitios donde sí existen, los objetos clovis están separados de los posteriores a ellos por capas arqueológicamente estériles de sedimentos, lo que indica la existencia de un gran lapso de tiempo entre ambos asentamientos. Los partidarios de la teoría del cometa argumentan que parece haber una "zona muerta" en el registro arqueológico humano de Norteamérica, que abarca desde la época del impacto del cometa y que finaliza unos 500 años después.
Sin embargo, Holliday y Meltzer no están de acuerdo con esos planteamientos. Sostienen que la falta de ocupación humana posterior en los yacimientos arqueológicos clovis no es razón suficiente para suponer un colapso de la población.
Además, Holliday y Meltzer analizaron dataciones por radiocarbono de 44 yacimientos arqueológicos en Estados Unidos y no encontraron evidencias de un periodo vacío posterior a la época del cometa.
Las capas estériles que separan las zonas de ocupación en algunos sitios se explican con facilidad mediante procesos geológicos locales y cambios en las pautas de asentamiento, según los autores del nuevo estudio. Holliday y Meltzer sostienen que la separación entre capas arqueológicas no debe ser tomada como prueba de un lapso de tiempo real entre los clovis y las culturas posteriores.
Ambos investigadores creen que la desaparición de las puntas de flecha de los clovis es probablemente el resultado de una elección cultural y no de un colapso de la población.
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Arqueología Cuestionan Que la Cultura Clovis Desapareciera de Modo Abrupto 27 de Octubre de 2010.
Una nueva investigación desafía la controvertida teoría de que el impacto de un cometa devastó la civilización clovis, una de las primeras culturas en poblar América del Norte. Los arqueólogos Vance Holliday (Universidad de Arizona) y David Meltzer (Universidad Metodista del Sur) argumentan que no hay nada en el registro arqueológico que sugiera una desaparición abrupta de los asentamientos clovis.
Al margen de si un cuerpo celeste impactó o no contra América del Norte, en lo que concierne al registro arqueológico no hay nada que haga pensar en un final súbito de la civilización clovis, según los autores del nuevo estudio.
La teoría del cometa apareció por primera vez en 2007, cuando un equipo de científicos anunció que existían evidencias de un gran impacto extraterrestre producido unos 12.900 años atrás. Se argumentó que el impacto causó un enfriamiento repentino del clima de América del Norte, matando a los mamuts y otros miembros de la megafauna. Esto también podría explicar la aparente desaparición de los clovis, cuyas puntas de flecha características desaparecen del registro arqueológico poco después del supuesto impacto.
Como pruebas de la rápida desaparición de este pueblo, los defensores de la teoría del cometa señalan que muy pocos yacimientos arqueológicos clovis muestran evidencias de ocupación humana después de la época de la supuesta caída del cometa. Y que en los pocos sitios donde sí existen, los objetos clovis están separados de los posteriores a ellos por capas arqueológicamente estériles de sedimentos, lo que indica la existencia de un gran lapso de tiempo entre ambos asentamientos. Los partidarios de la teoría del cometa argumentan que parece haber una "zona muerta" en el registro arqueológico humano de Norteamérica, que abarca desde la época del impacto del cometa y que finaliza unos 500 años después.
Sin embargo, Holliday y Meltzer no están de acuerdo con esos planteamientos. Sostienen que la falta de ocupación humana posterior en los yacimientos arqueológicos clovis no es razón suficiente para suponer un colapso de la población.
Además, Holliday y Meltzer analizaron dataciones por radiocarbono de 44 yacimientos arqueológicos en Estados Unidos y no encontraron evidencias de un periodo vacío posterior a la época del cometa.
Las capas estériles que separan las zonas de ocupación en algunos sitios se explican con facilidad mediante procesos geológicos locales y cambios en las pautas de asentamiento, según los autores del nuevo estudio. Holliday y Meltzer sostienen que la separación entre capas arqueológicas no debe ser tomada como prueba de un lapso de tiempo real entre los clovis y las culturas posteriores.
Ambos investigadores creen que la desaparición de las puntas de flecha de los clovis es probablemente el resultado de una elección cultural y no de un colapso de la población.
20de Agosto de 2010.No es ningún secreto para cualquier propietario de un perro o gato encariñado con su mascota que los humanos tenemos una conexión especial con los animales. En un reciente estudio, la paleoantropóloga Pat Shipman de la Universidad Estatal de Pensilvania sostiene que esta conexión va mucho más allá del simple afecto.
Shipman propone la teoría de que la interdependencia de los humanos antiguos con otras especies animales, la conexión animal por así decirlo, empezó a desempeñar un papel crucial y beneficioso en la evolución humana hace 2,6 millones de años.
Ningún otro mamífero en estado salvaje adopta de manera rutinaria a miembros de otras especies. En el caso del Ser Humano, la domesticación de animales le trajo ventajas, desde la ayuda del perro para cazar, a la lana de la oveja con la que abrigarse, pasando por la leche de la vaca para alimentarse, por citar algunos ejemplos milenarios. Shipman sugiere que la conexión animal fue estimulada por la invención de herramientas de piedra hace 2,6 millones de años. Las herramientas robustas y afiladas transformaron a nuestros antepasados en depredadores de alto nivel, lo cual les llevó a competir con otros carnívoros para cazar presas. Al observar y comprender la conducta de sus potenciales presas, obtenían más carne. Quienes además estudiaron la conducta de los animales que eran sus competidores potenciales, obtuvieron una ventaja evolutiva doble.
Shipman concluye que obtener información detallada sobre animales se volvió tan ventajoso que nuestros ancestros empezaron a criar animales salvajes para así conocerlos a fondo.
Eso también sirvió para descubrir el poder de la domesticación y experimentar con sus aplicaciones prácticas. En otras palabras, el Ser Humano consiguió transformar individuos de otras especies en herramientas vivientes. Como tales, los diferentes animales domésticos les ofrecían ingentes recursos renovables para tareas como rastrear presas para los cazadores humanos, matar roedores que robaban comida almacenada, proteger a la familia así como bienes y propiedades, producir lana con la que abrigarse, trasladar humanos y bienes a largas distancias, y proveer leche para los bebés humanos.
18 de Agosto de 2010.En una nueva investigación, se ha preparado un método innovador para determinar el sexo de restos óseos humanos, un avance que puede tener repercusiones importantes en casos de desastres, en el estudio de restos antiguos y en las indagaciones de la policía científica.
Históricamente, los forenses han sido capaces de determinar el sexo de restos de esqueletos humanos mediante el recurso de evaluar visualmente el tamaño y la forma de la pelvis. Esta técnica es precisa, pero tiene sus limitaciones, como advierte la Dra. Ann Ross, de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, coautora de la investigación.
La nueva técnica para determinar el sexo de restos óseos humanos es significativamente más exacta que las inspecciones visuales tradicionales.
Por ejemplo, cuando hay que analizar restos incompletos de la pelvis puede ser difícil determinar el sexo de la persona fallecida basándose únicamente en la inspección visual. Esto puede ser un desafío importante al intentar identificar restos mortales provenientes de zonas de catástrofes, como ocurre en accidentes de aviación, o entre los restos degradados provenientes de fosas comunes, tanto si los fallecidos datan de la prehistoria como si son el resultado de la violencia política del siglo XX.
Ross y su colega, la Dra. Joan Bytheway, han empleado ahora tecnología de obtención de imágenes tridimensionales para cuantificar eficazmente las características específicas de la pelvis que diferencian a varones y hembras de la especie humana. Bytheway es una profesora de ciencia forense en la Universidad Estatal Sam Houston, en Huntsville, Texas.
El equipo de investigación halló más de 20 “marcadores” anatómicos en la pelvis, que pueden ser utilizados para determinar el sexo de un esqueleto. Encontrar tantos marcadores es importante, porque conociéndolos se puede determinar el sexo de un cadáver incompleto incluso si sólo se encuentra un pequeño fragmento de la pelvis. En otras palabras, aún si se recupera sólo el 15 por ciento de la pelvis, todavía es bastante probable encontrar en esos fragmentos algunos de los marcadores.
La ONG Survival International ha advertido de que los "safaris humanos" organizados por las empresas turísticas locales están poniendo en peligro a los pueblos indígenas de las islas Andamán, un archipiélago indio situado en el Golfo de Bengala.
La organización ha escrito a ocho compañías de viajes que promueven visitas o avistamientos al pueblo indígena de los jarawa para pedirles que detengan "inmediatamente" sus tours, por considerar que este tipo de viajes "suponen un grave riesgo para los indígenas".
El motivo de este peligro no es otro que la escasa inmunidad tienen estas personas frente a enfermedades comunes para los occidentales, pero absolutamente desconocidas para ellos. De esta manera, los indígenas pueden contraerlas con facilidad y enfermar gravemente.
De hecho, esta ONG ya advirtió de las graves consecuencias que la gripe A podría tener sobre esta población o sobre la amenaza que se cernía sobre ella pro la construcción de un complejo hotelero muy cerca de los accesos que los jawara usarn para cazar o recolectar su alimento.
Advertencia de las autoridades indias
"La promoción de turismo para ver a los jarawa es ilegal", prosigue el comunidado de Survival. De hecho, cuatro de las empresas dejaron de promover este tipo de viajes en sus páginas web después de que la ONG les escribiera. Asimismo, el Gobierno de India también ha remitido una advertencia pública a las empresas después de que Survival le alertara sobre estas rutas.
Otros cuatro operadores turísticos, sin embargo, siguen promocionando dichos viajes y muchas otras empresas los publicitan en sus tiendas en las Islas Andamán, según la organización no gubernamental.
Polémica carretera
La ONG advirtió también de que "una carretera ilegal atraviesa la reserva de los jarawa, lo que fomenta en la zona el tránsito de turistas, cazadores furtivos y colonos". Por ello, se ha pedido al Gobierno de la India para que cierre esta vía inmediatamente e impida a los intrusos traspasar la tierra de los jarawa.
En 2002, el Tribunal Supremo de India dictaminó que la carretera que atraviesa la reserva de los jarawa debería ser cerrada, pero en realidad ha seguido abierta.
"El pueblo indígena de los jarawa vivió sin problemas en su isla sin contacto con foráneos durante, posiblemente, unos 55.000 años, hasta 1998", apunta Stephen Corry, director de Survival.
"Hoy en día, una carretera atraviesa la selva donde viven y corren el riesgo de ser diezmados por las enfermedades occidentales", continúa. Por otro lado, el director lamenta que mientras este pueblo "se llama a sí mismo 'ang', que significa 'ser humano', se les trate y se les observe como si vueran animales en una reserva de caza".
Tristes antecedentes
"El último miembro del pueblo indígena vecino de los bo murió el pasado mes de enero y con ello se extinguió una etnia, una cultura y una lengua. No debemos permitir que a los jarawa les ocurra lo mismo o el mundo perderá otra dinámica, sabia y compleja parte de la humanidad", ha advertido Corry.
El pueblo indígena de los jarawa lo integran unas 320 personas, y viven en la densa selva de Andamán del Sur y Andamán del Medio. Los jarawa cazan cerdos y lagartos monitor, capturan peces con arcos y flechas y recolectan semillas, bayas y miel.
Son nómadas y viven en grupos de 40 a 50 personas. En 1998, algunos de ellos empezaron a salir de la selva por primera vez para visitar poblaciones y asentamientos cercanos.
Se cree que los antepasados de los jarawa y de otros pueblos indígenas de las Islas Andamán formaron parte de las primeras migraciones humanas exitosas fuera de África.
El archipiélago de Andamán y Nicobar está compuesto por más de 500 islas. La mayoría de los indígenas bo murieron por las enfermedades introducidas por los británicos en el siglo XIX.
"La muerte de la señora Boa (la última representatne de la etnia Bo) en enero de 2010 significó la desaparición, también, de una de las lenguas más antiguas del planeta", según Survival. "Con ella, desapareció la última bo, y el legado de todo un pueblo indígena".
22 de Enero de 2010.Pruebas de un comportamiento humano complejo en una época tan lejana como 750.000 años atrás, han sido obtenidas por investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Eso es alrededor de medio millón de años antes de lo que los arqueólogos previamente estimaban.
El descubrimiento fue realizado en el transcurso de las excavaciones en el yacimiento arqueológico de Gesher Benot Ya'aqov, ubicado en el Norte de Israel, llevadas a cabo por un equipo del Instituto de Arqueología de la Universidad Hebrea.
Un análisis de la distribución espacial de los restos hallados revela un patrón de áreas específicas en las que se llevaban a cabo distintas actividades. Este tipo de organización indica una conceptualización formal del espacio vital, que necesita de la existencia de una organización social y la comunicación necesaria entre los miembros del grupo. Se cree que estas habilidades de organización son exclusivas de los humanos modernos.
Hasta ahora, los intentos de rastrear el origen de tales comportamientos en varios asentamientos prehistóricos en el mundo se han concentrado en el análisis espacial de yacimientos arqueológicos del Paleolítico Medio, donde se han encontrado áreas de actividad, en particular las relacionadas con las chimeneas, y sobre las cuales únicamente se han encontrado datos de sólo unos 250.000 años atrás. Los árboles están ubicados en la Unidad de Recursos Genéticos Vegetales, sita en Geneva, Nueva York.
En la investigación se evaluó la resistencia de las plántulas a enfermedades críticas.
Se recogieron datos de 776 árboles sobre resistencia a tales enfermedades. La diversidad genética de los 280 especímenes de Armenia y Georgia fue comparada con los resultados obtenidos para los especímenes de Rusia y Turquía.
Un total de 106 alelos fueron identificados en los árboles de Georgia y Armenia.
La diversidad genética promedio osciló entre 0,47 y 0,85 por locus. Los investigadores han llegado a la conclusión de que la diferenciación genética en los lugares de procedencia de las muestras fue mayor que la encontrada entre ambos países.
Los datos sugieren que las poblaciones silvestres de M. orientalis de regiones alrededor del Mar Negro son genéticamente distinguibles y muestran altos niveles de diversidad.
Thomas Plummer del Queens College, adscrito a la Universidad de la Ciudad de Nueva York, Richard Potts del Museo Nacional de Historia Natural dependiente del Instituto Smithsoniano, y otros expertos, han presentado la evidencia arqueológica más antigua (2 millones de años) de actividades humanas en una pradera.
Muchos científicos, desde Charles Darwin, han pensado que la adaptación al medio ambiente de la pradera tuvo una influencia profunda en el curso de la evolución humana. Esta idea ha permanecido bien afianzada, aún con el reconocimiento reciente de que el surgimiento de los homínidos tuvo lugar en un entorno boscoso y que el medio ambiente africano del pasado experimentó grandes fluctuaciones en respuesta a oscilaciones climáticas de corto plazo.
Durante el crítico período que va desde hace tres millones de años hasta hace un millón y medio, el inicio de la tecnología lítica y otros desarrollos tecnológicos o evolutivos estuvieron vinculados con entornos cada vez más abiertos en África.
Sin embargo, los ecosistemas en los cuales prevalecen las praderas no han estado documentados en el registro geológico de la evolución de los homínidos en el Período Plioceno, de modo que no ha estado claro si los hábitats abiertos estaban disponibles para los homínidos, y de ser así, si los utilizaban. En su nuevo estudio, Plummer y su equipo aportan la primera documentación sobre ambas cosas en el yacimiento arqueológico de Kanjera South, Kenia, el cual tiene alrededor de dos millones de años de antigüedad.
Los investigadores realizaron análisis químicos a dientes de mamíferos y suelos antiguos, y también reunieron otros datos sobre la fauna.
Sus hallazgos demuestran que los puntos en los que recientemente se ha excavado, descubriéndose en ellos herramientas del tipo más antiguo conocido de tecnología lítica, estaban ubicados en un ecosistema dominado por prados durante el citado período de tiempo crucial.
Plummer y sus colegas han llegado a la conclusión de que los primeros Homo eran flexibles en el uso de hábitats, y que su habilidad para encontrar recursos tanto en entornos abiertos como boscosos fue una baza fundamental para su buena adaptación.
Estamos determinados, como el resto del Universo, por las leyes naturales
La libertad es una ficción cerebral, según confirman las últimas investigaciones sobre neurociencias. Estas investigaciones han determinado que la actividad cerebral previa a un movimiento, realizado por el sujeto en un tiempo por él elegido, es muy anterior (hasta 10 segundos) a la impresión subjetiva del propio sujeto de que va a realizar ese movimiento. Y aunque la falta de libertad es algo contraintuitivo, los experimentos indican que estamos determinados por las leyes de la Naturaleza. Por eso en Alemania algunos especialistas están reclamando la revisión del código penal para adecuarlo a los resultados de la neurociencia. Y aunque sigamos encarcelando a los que violen las leyes, cambiará la imagen que tenemos tanto de esos criminales como de nosotros mismos. Por Francisco J. Rubia.
La libertad, la voluntad libre o el libre albedrío es una ficción cerebral. Eso es el resultado de experimentos realizados recientemente en neurociencia que indican que la actividad cerebral previa a un movimiento, realizado por el sujeto en un tiempo por él elegido, es muy anterior (350 ms) a la impresión subjetiva del propio sujeto de que va a realizar ese movimiento (200 ms antes del movimiento). Esto quiere decir que la impresión subjetiva de la voluntad no es la causa del movimiento, sino que, junto con éste, es una de las consecuencias de una actividad cerebral que es inconsciente.
Los experimentos fueron realizados por Benjamín Libet en California hace más de 20 años; luego han sido confirmados sus resultados por un grupo de neurocientíficos en Inglaterra, y este mismo año, 2008, han vuelto a realizarse en Berlín con técnicas modernas de imagen cerebral, llegando a la conclusión que el cerebro se pone en marcha mucho antes que en los experimentos de Libet, a saber, que la actividad cerebral del lóbulo frontal tiene lugar hasta 10 segundos antes de la impresión subjetiva de voluntad.
El propio Libet intentó salvar su hipótesis de la existencia de la libertad diciendo que en los 200 ms que separan la impresión subjetiva del propio movimiento el cerebro podría ejercer un veto, es decir, inhibir el movimiento. Los críticos de esta hipótesis argumentaron que si el cerebro se tenía que activar de nuevo para ejercer el veto se emplearía de nuevo el mismo tiempo y eso era demasiado para los 200 ms que quedaban.
Frente a estos resultados se puede argumentar que todos y cada uno de nosotros tiene la impresión subjetiva, la intuición, la firme creencia, que somos libres para elegir entre varias opciones o que podemos hacer algo distinto a lo que hacemos en cualquier momento.
Antecedentes de creencias falsas
Pero las impresiones subjetivas, intuiciones o firmes creencias han resultado ser a veces falsas, como ha ocurrido a lo largo de la historia de la Humanidad.
Recordemos la creencia en la teoría geocéntrica, planteada por Aristóteles en el silgo IV a. C. y refrendada por Ptolomeo en el siglo II de nuestra era. Tuvieron que pasar nada menos que 20 siglos, hasta el siglo XVI, para que esta teoría fuera refutada por la teoría heliocéntrica de Copérnico y Galileo.
Nuestra impresión subjetiva estaba basada en la experiencia que todos tenemos de que el sol sale por Oriente y se pone por Occidente, un lenguaje que aún conservamos. Si le hubiésemos hecho caso a Aristarco de Samos, quien en el siglo IV a.C. ya había planteado que la tierra se movía alrededor del sol, no hubiera sido quemado Giordano Bruno en la Piaza Campo dei Fiori en Roma en 1600.
Por otro lado, que hayamos tardado 20 siglos en corregir esa impresión subjetiva falsa de que el sol giraba alrededor de la tierra la debemos, sin duda en parte, a la Sagradas Escrituras. En la Biblia (Josué 10, 13) se dice que Yahvé “paró el sol” para permitir que los israelitas terminasen de masacrar a los amorreos. Por tanto, si Dios paró el sol es porque este se movía y no la tierra.
Hay otros ejemplos de impresiones subjetivas que terminaron siendo falsas, como la teoría de la que la tierra es plana, que todavía hoy algunos desinformados sostienen. También la esfericidad de la tierra, sostenida por Eratóstenes (siglo III a. C.) chocó con las Sagradas Escrituras, tal y como sostenía el obispo de Salzburgo Virgilio o nuestro Isidoro de Sevilla.
Estamos determinados
No podemos, pues, fiarnos de nuestras impresiones subjetivas porque pueden ser falsas. A veces, como en este caso, la falta de libertad es algo contraintuitivo, como suele expresarse en inglés, pero los experimentos indican que, efectivamente, estamos determinados, como el resto del Universo, por las leyes deterministas de la Naturaleza.
Si asumiésemos, como hacen los dualistas, la existencia de un alma inmaterial que interacciona con la materia, en este caso el cerebro, entonces no habría ningún problema. Ese dualismo, que se remonta a los órficos, que consideraban que el cuerpo (soma) era ‘sema’ (la tumba) del alma, y que influyeron decisivamente sobre Pitágoras y Platón, dando lugar a un dualismo que ha durado hasta nuestros días, hoy día la neurociencia lo ha superado.
Las facultades mentales, antes anímicas, son consideradas hoy por la inmensa mayoría de neurocientíficos producto del cerebro. El gran problema del dualismo es que no ha habido posibilidad de explicar cómo es posible que un ente inmaterial, el alma, interaccione con la materia.
La razón es que para interaccionar con la materia se requiere energía y un ente inmaterial, por definición, no tiene energía. Por tanto, esa interacción violaría las leyes de la termodinámica. Además, no se ha descubierto en el cerebro ninguna región de la que pueda decirse que se activa por algún factor externo al cerebro, como sería el caso si fuera activada por el alma. Por tanto, el alma no es ninguna hipótesis neurocientífica.
Algunos filósofos, llamados compatibilistas, aceptan el determinismo del Universo y también del hombre, pero lo compatibilizan con el libre albedrío, que, según ellos, tiene el ser humano. La mayoría confunde lo que en biología llamamos ‘grados de libertad’ con la liberta propiamente dicha.
Todos los animales poseen diferentes grados de libertad, es decir, posibilidades de elegir entre varias opciones. El número de opciones depende del grado de encefalización del animal en cuestión. Nosotros tenemos muchos más grados de libertad que un perro, y éste más que un lagarto, y éste, a su vez, más que una ameba. Pero la posibilidad de escoger entre varias opciones no nos dice por qué elegimos la que elegimos, o, con otras palabras, si esta elección es voluntaria y consciente. En suma, poseer grados de libertad no significa ser libres.
El problema de la libertad es que está íntimamente ligada a la responsabilidad, la culpabilidad, la imputabilidad y el pecado. Este último es la base de las tres religiones abrahámicas: judaísmo, cristianismo e islamismo. El concepto de culpabilidad es también la base del derecho penal internacional. Neurociencias y Derecho
Esto explica por qué en Alemania, algunos especialistas en derecho penal están reclamando la revisión del código penal para adecuarlo a los resultados de la neurociencia. Evidentemente no vamos a cambiar los castigos que hay que infligir a aquellos que transgredan las reglas que la propia sociedad se ha impuesto a sí misma. Seguiremos encarcelando a aquéllos que violen esas reglas. Pero lo que sí va a cambiar será la imagen que tenemos tanto de esos criminales como de nosotros mismos.
Que la libertad pueda ser una ficción no nos llama mucho la atención. Hace tiempo que sabemos que los colores no existen en la Naturaleza. En ella encontramos diversas longitudes de onda del espectro luminoso. Estas longitudes de onda inciden sobre fotorreceptores que poseemos en la retina y los impulsos nerviosos, llamados potenciales de acción, que son exactamente iguales que los provenientes del oído o del tacto, llegan a la corteza visual y allí se les atribuye una determinada cualidad, como la de rojo, azul o verde. Los colores, pues, son atribuciones de la corteza cerebral, pero no cualidades que existan en la Naturaleza. Algo que ya sabía Giambattista Vico, filósofo napolitano del siglo XVII, o el propio Descartes.
Para terminar quisiera citar a dos personalidades: un filósofo, Baruch Spinoza que sobre este tema decía: Los hombres se equivocan si se creen libres; su opinión está hecha de la consciencia de sus propias acciones y de la ignorancia de las causas que las determinan.
Y la de un científico, Albert Einstein: “El hombre puede hacer lo que quiera, pero no puede querer lo que quiera”. Y también: El hombre se defiende de ser considerado un objeto impotente en el curso del universo, pero, ¿debería la legitimidad de los sucesos, tales como se revela más o menos claramente en la naturaleza inorgánica, cesar su función antes las actividades de nuestro cerebro?.
Un psicólogo alemán, Wolfgang Prinz ha acuñado la frase: No hacemos lo que queremos, sino que queremos lo que hacemos.
F. J. Rubia es Catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, y también lo fue de la Universidad Ludwig Maximillian de Munich, así como Consejero Científico de dicha Universidad. Este texto fue leído por su autor en el encuentro de bloggers de Tendencias21, celebrado en Madrid el pasado 21 de noviembre. F.J. Rubia es el editor del blog Neurocienciasde Tendencias21.
La evolución del género humano es un proceso acumulativo que sólo acabará el día en que la última persona desaparezca de la faz de la Tierra. No antes, ni después. Esta cadena evolutiva plasmada en la ciencia por Darwin tiene un inicio conocido pero deja abierta la puerta acerca de cómo será el humano y sus costumbres dentro de algún tiempo que nadie sabría cuantificar. Es decir, dentro de 500 o 1000 años, ¿cómo será la vida del humano? Una de las incógnitas interesantes que se plantean muchos estudiosos del transhumanismo es acerca de la evolución que el ser humano le imprimirá al sexo en el futuro. ¿Autosatisfacción asistida y homosexualidad como modo natural de vida? ¿Sexo entre hombre y mujer sólo para procreación natural elegida o manipulación genética y nacimientos de bebés en el propio hogar? ¿La clonación reemplazará al amor y a la “química de la piel”?
El verbo de la lengua italiana transumanare o transumanar fue utilizado por primera vez por Dante Alighieri (1265-1321) en su obra “La Divina Comedia” donde describe la posibilidad de traspasar la condición humana y la percepción que todos tenemos de ella. Este término fue adoptado en el ámbito filosófico y académico como transhumanizar. Según Wikipedia, “el transhumanismo es tanto un concepto filosófico como un movimiento intelectual internacional que apoya el empleo de las nuevas ciencias y tecnologías para mejorar las capacidades mentales y físicas. Su objetivo es corregir lo que considera aspectos indeseables e innecesarios de la condición humana, como el sufrimiento, la enfermedad, el envejecimiento o incluso, en última instancia, la mortalidad. Los pensadores transhumanistas estudian las posibilidades y consecuencias de desarrollar y usar la tecnología con estos propósitos, preocupándose por estudiar tanto los peligros como los beneficios de estas manipulaciones”.
Sin ir muy lejos, hoy ya comenzamos a ver ciertos atisbos de cambio en las nuevas generaciones. El ejemplo más elocuente de la aproximación del cambio es la proliferación y diversidad de lo que hoy conocemos como tribus urbanas. Emos, metaleros, floggers, rude boys, Punks, góticos, raperos, skinheads, alternos y hardcore son algunos de los nombres de una interminable lista de pequeños grupos que buscan una identidad distinta a la del ser humano tradicional y que aspiran a trascender hacia un nuevo sistema de vida basado en sus propias costumbres, reglas y leyes. Creen (y están convencidos de ello) que han venido al mundo con la firme convicción de perdurar más allá del tiempo y el espacio a través de una cultura que sienten como propia y que guía sus destinos.
Las tribus urbanas son parte del transhumanismo
Otro caso de floreciente expansión en busca de lograr llegar a un plano superior en la cadena evolutiva es nuestro ya conocido Proyecto Venus en la búsqueda de una civilización tecnológicamente perfecta y sana en la que la espiritualidad juega un papel preponderante apuntando a la igualdad de todos los seres humanos entre sí, despojados de toda clase de avaricias, codicias e hipocresías. Este proyecto cuenta con muchos adeptos alrededor del mundo que se reúnen en foros y blogs saturando la Web de buenas intenciones y buscando alternativas posibles y viables que los conduzca hacia el nuevo mundo que anhelan. Saben queel camino no es sencillo ni rápido pero tienen la seguridad de que algún día sus sueños de hoy serán las realidades cotidianas del mañana.
El camino hacia el Posthumanismo
Todos, en mayor o menor medida, buscamos ser parte de un movimiento revolucionario de la humanidad que nos conduzca hacia una condición superior. Esto es básicamente el transhumanismo: la trancisión hacia el posthumanismo. De forma más general, los transhumanistas apoyan la emergencia y la convergencia de tecnologías como la nanotecnología, biotecnología, tecnología de la información, ciencia cognitiva, y tecnologías futuras hipotéticas como la realidad virtual, inteligencia artificial, transferencia mental y criónica. Creen que los humanos pueden y deberían usar estas tecnologías para volversemás que humanos. Todos estos avances permitirán un impulso increíble e impredecible en la evolución humana en un futuro no muy lejano. Los implantes biónicos y los exoesqueletos son ejemplos de un presente que indican un camino de superación de los obstáculos físicos que le permiten al humano común superar la barrera de sus imposibilidades naturales hacia una nueva generación híbrida y de transición en este largo camino evolutivo.
Ahora hablemos de sexo ¿Qué hay del sexo cuando lleguemos a ese eslabón de la cadena? ¿Ocupará un lugar preponderante dentro de nuestras mentes? Tal vez nuestras mentes se encuentren optimizadas gracias a implantes nanotecnológicos o gracias a mutaciones producidas por múltiples simbiosis con otras especies, terráqueas o no y el sexo entre un hombre y una mujer sea visto como una pérdida de tiempo o una sucia obscenidad. ¿Qué dicen los que saben sobre este tema?
¿Qué seremos capaces de crear los humanos para satisfacer nuestros deseos?
Michael Anissimov asegura en su blog de inteligencia artificial y transhumanismo que el sexo ha existido en todas las especies que habitaron el planeta durante millones de años, pero que la inteligencia general sólo existe desde hace unos pocos miles de años. El sexo activa las funciones cognitivas superiores en un ser inteligente y este crédito o logro es propiedad exclusiva de esas funciones y no del sexo en sí mismo. Por lo tanto, puede que en un futuro transhumanista exista aún el sexo convencional ubicado dentro de un vasto abanico de posibilidades matizadas con otras actividades placenteras que serán manipuladas y dominadas a voluntad. La utilización de fármacos especializados en actuar sobre los centros de placer puede brindarle al humano del futuro la capacidad suficiente como para intervenir (sin riesgo) en su propia neurología. Nosotros tal vez quisiéramos preservar el sexo como una actividad altamente agradable, pero tal vez otras personas decidan que una creación artística significa para sus vidas una elevación más placentera que la actividad que hoy conocemos como “sexo”. Con la ayuda “extra” de los fármacos, quizás ellos sientan placeres más intensos que nosotros al tener relaciones sexuales tradicionales.
Por su parte, Athena Andreadis sostiene que la masturbación y la autosatisfacción serán el eje sobre el que las generaciones del futuro resolverán las necesidades sexuales. Extropia Da Silva (Second Life) asegura que todo lo que ha persistido durante miles de años claramente tiene un alto valor de supervivencia. El transhumanismo busca fortalecer los aspectos positivos de la condición humana, de modo que es poco probable que el amor y el sexo sean abandonados. Hace una clara diferenciación entre el sexo utilizado para la procreación y el que es realizado por mero placer. Además, agrega que las relaciones serán juzgadas en una suerte de “simulador de compatibilidad” entre las mentes, eliminando las combinaciones que no resulten óptimas para la cooperación y el beneficio mutuo de las personas. Además, la edición selectiva de la memoria puede usarse para borrar los recuerdos de las relaciones que hayan alcanzado el status de sub-óptimas, o sea, que no han alcanzado una optimización en la relación conjunta.
Extropia Da Silva también opina sobre el sexo en el futuro
Por otro lado, una relación de compromiso sería la de aceptar una fusión completa de dos seres. El verdadero amor se expresaría mediante la convergencia de ambas capacidades mentales en una sola, compartida por los amantes en forma simultánea. Si a esto le sumamos la conexión masiva a redes similares a Internet, pero operadas con la mente y en forma telepática, podremos compartir el placer mutuo aún encontrándonos a miles de kilómetros de distancia de “nuestra pareja”. Por último, asegura que a pesar del dominio de lo abstracto por sobre todas las otras cosas, el romanticismo seguirá tan vigente como hoy lo es la literatura escrita en el siglo XIX.
Sin lugar a dudas, quien más hace hincapié en el concepto de singularidad es Alex Lightman, Director Ejecutivo de Humanity +. En primer lugar, menciona que la emulación de las mentes permitirá la conexión entre miles de personas para generar millones de fantasías sexuales y participar en todas las variantes que ello podría significar. No habría límites para albergar a todas las mentes que quieran desear acoplarse, que quieran tener grandes aventuras sexuales en la imaginación y que quieran traer "lo mejor de", evocando los mejores momentos de goce alcanzados.
Nuestro sistema nervioso central compartirá sensaciones en una gran red
En segundo lugar, menciona la implementación de “bio-ports” en nuestros organismos, al mejor estilo “Matrix” o “Sleep Dealer”, para poder estimular nuestro sistema nervioso a voluntad. En el caso de los seres heterosexuales, la conectividad entre hombres y mujeres permitirá, además, la multiplicación de la especie. Y se sumará a este escenario un nuevo actor: el androide. De esta forma, todos podrán lograr una multiplicidad de sensaciones y de placeres que pueden obtenerse en forma local o remota a través de la gran red de mentes entrelazadas.
En tercer término, menciona lo que él llama “El salón de los espejos” en el que una persona será capaz no sólo de sentir sus propios sentimientos sino que podrá recibir y sentir las sensaciones que esté experimentado su amante circunstancial o momentáneo, con la intensidad que las sienta. En el mejor de los casos, cuando el amante pueda sentir y percibir sensaciones de la misma forma, se creará un lazo de realimentación positiva que elevará el climax a límites insospechados.
Natasha Vita-More estima que coexistirán dos tipos bien definidos de actos sexuales: los exo-corporales y los endo-corporales. En el primer caso, las relaciones sexuales tendrán su acción sin actividad biológica y/o corporal y podrán ser simulados en realidad virtual. Escenarios como Second Life o Skype y otros formatos digitales lograrán exaltaciones, motivaciones y extensiones que elevarán el placer más allá de lo real. En la segunda mención, el organismo puede intervenir o bien lo pueden hacer pequeños sub-organismos derivados de la persona que podrán mantener una multiplicidad de relaciones sobre otro tipo de plataformas a las que estamos acostumbrados en la vida actual. Agrega, además, que el sexo es un medio de comunicación y, en el futuro posthumano, esta conectividad será primordial para llegar al éxtasis anhelado.
Conclusiones La singularidad expresada en la autosatisfacción asistida parece ser el destino del sexo en la posthumanidad, y la clonación parece ser el medio de reproducción controlado. Clonación genética y clonación cibernética se encaminan a ser el futuro de la reproducción de la humanidad. ¿Te lo imaginabas así? ¿O te lo imaginas diferente? ¿Más enfocado a un plano espiritual que físico? ¿Cómo?
La evolución del género humano es un proceso acumulativo que sólo acabará el día en que la última persona desaparezca de la faz de la Tierra. No antes, ni después. Esta cadena evolutiva plasmada en la ciencia por Darwin tiene un inicio conocido pero deja abierta la puerta acerca de cómo será el humano y sus costumbres dentro de algún tiempo que nadie sabría cuantificar. Es decir, dentro de 500 o 1000 años, ¿cómo será la vida del humano? Una de las incógnitas interesantes que se plantean muchos estudiosos del transhumanismo es acerca de la evolución que el ser humano le imprimirá al sexo en el futuro. ¿Autosatisfacción asistida y homosexualidad como modo natural de vida? ¿Sexo entre hombre y mujer sólo para procreación natural elegida o manipulación genética y nacimientos de bebés en el propio hogar? ¿La clonación reemplazará al amor y a la “química de la piel”?
El verbo de la lengua italiana transumanare o transumanar fue utilizado por primera vez por Dante Alighieri (1265-1321) en su obra “La Divina Comedia” donde describe la posibilidad de traspasar la condición humana y la percepción que todos tenemos de ella. Este término fue adoptado en el ámbito filosófico y académico como transhumanizar. Según Wikipedia, “el transhumanismo es tanto un concepto filosófico como un movimiento intelectual internacional que apoya el empleo de las nuevas ciencias y tecnologías para mejorar las capacidades mentales y físicas. Su objetivo es corregir lo que considera aspectos indeseables e innecesarios de la condición humana, como el sufrimiento, la enfermedad, el envejecimiento o incluso, en última instancia, la mortalidad. Los pensadores transhumanistas estudian las posibilidades y consecuencias de desarrollar y usar la tecnología con estos propósitos, preocupándose por estudiar tanto los peligros como los beneficios de estas manipulaciones”.
Sin ir muy lejos, hoy ya comenzamos a ver ciertos atisbos de cambio en las nuevas generaciones. El ejemplo más elocuente de la aproximación del cambio es la proliferación y diversidad de lo que hoy conocemos como tribus urbanas. Emos, metaleros, floggers, rude boys, Punks, góticos, raperos, skinheads, alternos y hardcore son algunos de los nombres de una interminable lista de pequeños grupos que buscan una identidad distinta a la del ser humano tradicional y que aspiran a trascender hacia un nuevo sistema de vida basado en sus propias costumbres, reglas y leyes. Creen (y están convencidos de ello) que han venido al mundo con la firme convicción de perdurar más allá del tiempo y el espacio a través de una cultura que sienten como propia y que guía sus destinos.
Las tribus urbanas son parte del transhumanismo
Otro caso de floreciente expansión en busca de lograr llegar a un plano superior en la cadena evolutiva es nuestro ya conocido Proyecto Venus en la búsqueda de una civilización tecnológicamente perfecta y sana en la que la espiritualidad juega un papel preponderante apuntando a la igualdad de todos los seres humanos entre sí, despojados de toda clase de avaricias, codicias e hipocresías. Este proyecto cuenta con muchos adeptos alrededor del mundo que se reúnen en foros y blogs saturando la Web de buenas intenciones y buscando alternativas posibles y viables que los conduzca hacia el nuevo mundo que anhelan. Saben queel camino no es sencillo ni rápido pero tienen la seguridad de que algún día sus sueños de hoy serán las realidades cotidianas del mañana.
El camino hacia el Posthumanismo
Todos, en mayor o menor medida, buscamos ser parte de un movimiento revolucionario de la humanidad que nos conduzca hacia una condición superior. Esto es básicamente el transhumanismo: la trancisión hacia el posthumanismo. De forma más general, los transhumanistas apoyan la emergencia y la convergencia de tecnologías como la nanotecnología, biotecnología, tecnología de la información, ciencia cognitiva, y tecnologías futuras hipotéticas como la realidad virtual, inteligencia artificial, transferencia mental y criónica. Creen que los humanos pueden y deberían usar estas tecnologías para volversemás que humanos. Todos estos avances permitirán un impulso increíble e impredecible en la evolución humana en un futuro no muy lejano. Los implantes biónicos y los exoesqueletos son ejemplos de un presente que indican un camino de superación de los obstáculos físicos que le permiten al humano común superar la barrera de sus imposibilidades naturales hacia una nueva generación híbrida y de transición en este largo camino evolutivo.
Ahora hablemos de sexo ¿Qué hay del sexo cuando lleguemos a ese eslabón de la cadena? ¿Ocupará un lugar preponderante dentro de nuestras mentes? Tal vez nuestras mentes se encuentren optimizadas gracias a implantes nanotecnológicos o gracias a mutaciones producidas por múltiples simbiosis con otras especies, terráqueas o no y el sexo entre un hombre y una mujer sea visto como una pérdida de tiempo o una sucia obscenidad. ¿Qué dicen los que saben sobre este tema?
¿Qué seremos capaces de crear los humanos para satisfacer nuestros deseos?
Michael Anissimov asegura en su blog de inteligencia artificial y transhumanismo que el sexo ha existido en todas las especies que habitaron el planeta durante millones de años, pero que la inteligencia general sólo existe desde hace unos pocos miles de años. El sexo activa las funciones cognitivas superiores en un ser inteligente y este crédito o logro es propiedad exclusiva de esas funciones y no del sexo en sí mismo. Por lo tanto, puede que en un futuro transhumanista exista aún el sexo convencional ubicado dentro de un vasto abanico de posibilidades matizadas con otras actividades placenteras que serán manipuladas y dominadas a voluntad. La utilización de fármacos especializados en actuar sobre los centros de placer puede brindarle al humano del futuro la capacidad suficiente como para intervenir (sin riesgo) en su propia neurología. Nosotros tal vez quisiéramos preservar el sexo como una actividad altamente agradable, pero tal vez otras personas decidan que una creación artística significa para sus vidas una elevación más placentera que la actividad que hoy conocemos como “sexo”. Con la ayuda “extra” de los fármacos, quizás ellos sientan placeres más intensos que nosotros al tener relaciones sexuales tradicionales.
Por su parte, Athena Andreadis sostiene que la masturbación y la autosatisfacción serán el eje sobre el que las generaciones del futuro resolverán las necesidades sexuales. Extropia Da Silva (Second Life) asegura que todo lo que ha persistido durante miles de años claramente tiene un alto valor de supervivencia. El transhumanismo busca fortalecer los aspectos positivos de la condición humana, de modo que es poco probable que el amor y el sexo sean abandonados. Hace una clara diferenciación entre el sexo utilizado para la procreación y el que es realizado por mero placer. Además, agrega que las relaciones serán juzgadas en una suerte de “simulador de compatibilidad” entre las mentes, eliminando las combinaciones que no resulten óptimas para la cooperación y el beneficio mutuo de las personas. Además, la edición selectiva de la memoria puede usarse para borrar los recuerdos de las relaciones que hayan alcanzado el status de sub-óptimas, o sea, que no han alcanzado una optimización en la relación conjunta.
Extropia Da Silva también opina sobre el sexo en el futuro
Por otro lado, una relación de compromiso sería la de aceptar una fusión completa de dos seres. El verdadero amor se expresaría mediante la convergencia de ambas capacidades mentales en una sola, compartida por los amantes en forma simultánea. Si a esto le sumamos la conexión masiva a redes similares a Internet, pero operadas con la mente y en forma telepática, podremos compartir el placer mutuo aún encontrándonos a miles de kilómetros de distancia de “nuestra pareja”. Por último, asegura que a pesar del dominio de lo abstracto por sobre todas las otras cosas, el romanticismo seguirá tan vigente como hoy lo es la literatura escrita en el siglo XIX.
Sin lugar a dudas, quien más hace hincapié en el concepto de singularidad es Alex Lightman, Director Ejecutivo de Humanity +. En primer lugar, menciona que la emulación de las mentes permitirá la conexión entre miles de personas para generar millones de fantasías sexuales y participar en todas las variantes que ello podría significar. No habría límites para albergar a todas las mentes que quieran desear acoplarse, que quieran tener grandes aventuras sexuales en la imaginación y que quieran traer "lo mejor de", evocando los mejores momentos de goce alcanzados.
Nuestro sistema nervioso central compartirá sensaciones en una gran red
En segundo lugar, menciona la implementación de “bio-ports” en nuestros organismos, al mejor estilo “Matrix” o “Sleep Dealer”, para poder estimular nuestro sistema nervioso a voluntad. En el caso de los seres heterosexuales, la conectividad entre hombres y mujeres permitirá, además, la multiplicación de la especie. Y se sumará a este escenario un nuevo actor: el androide. De esta forma, todos podrán lograr una multiplicidad de sensaciones y de placeres que pueden obtenerse en forma local o remota a través de la gran red de mentes entrelazadas.
En tercer término, menciona lo que él llama “El salón de los espejos” en el que una persona será capaz no sólo de sentir sus propios sentimientos sino que podrá recibir y sentir las sensaciones que esté experimentado su amante circunstancial o momentáneo, con la intensidad que las sienta. En el mejor de los casos, cuando el amante pueda sentir y percibir sensaciones de la misma forma, se creará un lazo de realimentación positiva que elevará el climax a límites insospechados.
Natasha Vita-More estima que coexistirán dos tipos bien definidos de actos sexuales: los exo-corporales y los endo-corporales. En el primer caso, las relaciones sexuales tendrán su acción sin actividad biológica y/o corporal y podrán ser simulados en realidad virtual. Escenarios como Second Life o Skype y otros formatos digitales lograrán exaltaciones, motivaciones y extensiones que elevarán el placer más allá de lo real. En la segunda mención, el organismo puede intervenir o bien lo pueden hacer pequeños sub-organismos derivados de la persona que podrán mantener una multiplicidad de relaciones sobre otro tipo de plataformas a las que estamos acostumbrados en la vida actual. Agrega, además, que el sexo es un medio de comunicación y, en el futuro posthumano, esta conectividad será primordial para llegar al éxtasis anhelado.
Conclusiones La singularidad expresada en la autosatisfacción asistida parece ser el destino del sexo en la posthumanidad, y la clonación parece ser el medio de reproducción controlado. Clonación genética y clonación cibernética se encaminan a ser el futuro de la reproducción de la humanidad. ¿Te lo imaginabas así? ¿O te lo imaginas diferente? ¿Más enfocado a un plano espiritual que físico? ¿Cómo?
El dolor físico o un escozor de ojos pueden llevarnos a llorar. Pero las emociones intensas también nos hacen derramar lágrimas. Y es el sentido evolutivo de esta última función lo que ha atraído el interés de un biólogo evolutivo, quien ahora ha concluido un estudio en el que se muestra que las lágrimas son, además de un reflejo de estímulos físicos desagradables, un mecanismo basado en la evolución para estrechar lazos entre los humanos, gracias a que llorar posee potencialmente diversos beneficios emocionales y también puede reforzar las relaciones interpersonales. El nuevo análisis ha sido realizado por el profesor Oren Hasson del Departamento de Zoología de la Universidad de Tel Aviv.
"Llorar es una conducta altamente evolucionada", afirma Hasson. Y nos recuerda que las lágrimas despertadas por las emociones pueden demostrar con más fuerza que las palabras, sentimientos negativos o positivos. La línea de investigación de Hasson va encaminada a tratar de responder cuáles son las razones evolutivas de la capacidad de derramar lágrimas emocionales.
Hasson investiga los distintos tipos de lágrimas que derramamos, las de tristeza y las de felicidad, en todos los distintos matices de esas dos gamas de emociones, así como la autenticidad o sinceridad de las lágrimas emocionales. Abordando la cuestión con las herramientas deductivas de un biólogo evolutivo, Hasson ha investigado el uso de las lágrimas en diversas circunstancias emocionales y sociales. En el marco evolutivo vinculado a la supervivencia, las lágrimas son usadas para despertar la misericordia de un enemigo de la misma especie. También son útiles en despertar la empatía de gente neutral (quienes, sin ser enemigos, tampoco son personas allegadas), y lo más importante, intentar recabar su ayuda.
"Esto es estrictamente humano", subraya Hasson. Las lágrimas emocionales pueden señalar el sentirse derrotado, una necesidad de estrechar lazos con otros en épocas trágicas, y una validación de las emociones entre familiares, amigos y miembros de un grupo.
El llorar refuerza y amplia las adhesiones personales y las relaciones de amistad, pero, por supuesto, no es un recurso que pueda usarse todo el tiempo o de manera indiscriminada. Entre otras razones, porque existen tabúes al respecto. En algunas culturas, sociedades o circunstancias, la expresión de las emociones es percibida como un signo de debilidad, y por eso quienes tienen ganas de llorar pero consideran que eso les perjudicará, se ven forzados a reprimir sus impulsos. Por ejemplo, tal como señala Hasson, es raramente aceptable que alguien, sobre todo si es un hombre, se eche a llorar ante su jefe en el trabajo.
El dolor físico o un escozor de ojos pueden llevarnos a llorar. Pero las emociones intensas también nos hacen derramar lágrimas. Y es el sentido evolutivo de esta última función lo que ha atraído el interés de un biólogo evolutivo, quien ahora ha concluido un estudio en el que se muestra que las lágrimas son, además de un reflejo de estímulos físicos desagradables, un mecanismo basado en la evolución para estrechar lazos entre los humanos, gracias a que llorar posee potencialmente diversos beneficios emocionales y también puede reforzar las relaciones interpersonales. El nuevo análisis ha sido realizado por el profesor Oren Hasson del Departamento de Zoología de la Universidad de Tel Aviv.
"Llorar es una conducta altamente evolucionada", afirma Hasson. Y nos recuerda que las lágrimas despertadas por las emociones pueden demostrar con más fuerza que las palabras, sentimientos negativos o positivos. La línea de investigación de Hasson va encaminada a tratar de responder cuáles son las razones evolutivas de la capacidad de derramar lágrimas emocionales.
Hasson investiga los distintos tipos de lágrimas que derramamos, las de tristeza y las de felicidad, en todos los distintos matices de esas dos gamas de emociones, así como la autenticidad o sinceridad de las lágrimas emocionales. Abordando la cuestión con las herramientas deductivas de un biólogo evolutivo, Hasson ha investigado el uso de las lágrimas en diversas circunstancias emocionales y sociales. En el marco evolutivo vinculado a la supervivencia, las lágrimas son usadas para despertar la misericordia de un enemigo de la misma especie. También son útiles en despertar la empatía de gente neutral (quienes, sin ser enemigos, tampoco son personas allegadas), y lo más importante, intentar recabar su ayuda.
"Esto es estrictamente humano", subraya Hasson. Las lágrimas emocionales pueden señalar el sentirse derrotado, una necesidad de estrechar lazos con otros en épocas trágicas, y una validación de las emociones entre familiares, amigos y miembros de un grupo.
El llorar refuerza y amplia las adhesiones personales y las relaciones de amistad, pero, por supuesto, no es un recurso que pueda usarse todo el tiempo o de manera indiscriminada. Entre otras razones, porque existen tabúes al respecto. En algunas culturas, sociedades o circunstancias, la expresión de las emociones es percibida como un signo de debilidad, y por eso quienes tienen ganas de llorar pero consideran que eso les perjudicará, se ven forzados a reprimir sus impulsos. Por ejemplo, tal como señala Hasson, es raramente aceptable que alguien, sobre todo si es un hombre, se eche a llorar ante su jefe en el trabajo.
11 de Septiembre de 2009.Las excavaciones dirigidas por el arqueólogo Timothy Harrison, de la Universidad de Toronto, en el emplazamiento de un templo recientemente descubierto en el sudeste de Turquía, han revelado un conjunto de tablillas cuneiformes que se remontan al período entre los años 1200 y 600 a.C., en la Edad del Hierro. Las tablillas son parte de un posible archivo que podría proporcionar conocimientos de primera mano sobre las aspiraciones imperiales asirias en aquella época. La colección parece reflejar una renovación neoasiria de un complejo más antiguo de templos neohititas, proporcionando una rara oportunidad de examinar la dimensión religiosa de la ideología imperial asiria.
Las tablillas, y la información que contienen, posiblemente puedan poner de manifiesto las ambiciones imperiales de una de las grandes potencias del mundo antiguo, y su perdurable influencia sobre la cultura política de Oriente Medio.
9 de Septiembre de 2009.Los infartos y los derrames cerebrales, la causa principal de muerte en Estados Unidos y otros países desarrollados, pueden haber sido muy poco frecuentes para la mayoría de los seres humanos a lo largo de la historia, según plantea un nuevo estudio efectuado entre los miembros de una tribu amazónica muy aislada. La investigadora Eileen Crimmins, de la Escuela de Gerontología en la Universidad de California en Davis, Michael Gurven, de la Universidad de California en Santa Bárbara, y un equipo internacional de científicos, estudiaron una tribu amazónica en Bolivia, conocida como los tsimane. Midieron varios indicadores de riesgo de enfermedades cardiacas como la hipertensión arterial, la obesidad, los rasgos inadecuados de la dieta, y el hábito de fumar. (Los tsimane siembran y cultivan su propio tabaco.)
Se escogió a esta tribu porque sus miembros aún conservan un estilo de vida arcaico: subsisten de la caza, la pesca y la horticultura. Además, viven en grandes grupos familiares y sin mucho acceso a los servicios modernos. Existen tribus con estilos de vida similares, pero por regla general cuentan con una población demasiado pequeña. En cambio, la población tsimane es lo bastante grande, unos 9.000 individuos, y en ella se pudo examinar para el estudio a casi todos los adultos mayores de 40 años.
Con un acceso limitado a los servicios médicos, la mitad de las muertes entre los tsimane se deben a enfermedades infecciosas o a parásitos. Los investigadores descubrieron que unos dos tercios de la población tsimane tienen lombrices intestinales.
Los autores del estudio examinaron muchas poblaciones, tanto de países en vías de desarrollo como de naciones industrializadas, en entornos rurales y urbanos, pero no encontraron ninguna que viviera en esas condiciones de aislamiento e infección de los tsimane.
La inflamación crónica, que puede llevar a complicaciones de las arterias, es muy común entre los tsimane. Y también presentan valores altos de un marcador de problemas cardiacos. Sin embargo, a pesar de estos factores de riesgo de infarto, los investigadores constataron que en los tsimane esos altos niveles del marcador citado no están relacionados con un mayor riesgo de enfermedades arteriales periféricas.
De hecho, este tipo de enfermedades aumenta con la edad en cada población investigada excepto en los tsimane. Entre los miembros de esta tribu, ni un solo adulto mostró evidencias de enfermedades arteriales periféricas.
Los datos sobre los tsimane indican que la inflamación por sí sola no tiene por qué ser destructiva en cuanto a su efecto a largo plazo en la salud. Sin embargo, este carácter inocuo de la inflamación parece darse sólo en el contexto de un estilo activo de vida, una dieta sin apenas grasa y, posiblemente, aunque esto ya resulta más controvertido, un historial de parasitismo.
Los investigadores destacan que los tsimane pueden tener una expresión genética distinta en comparación con las personas de los países desarrollados.
Los investigadores han observado en los tsimane niveles bajos de incidencia de aterosclerosis y dolencias cardiovasculares asociadas, lo cual hace pensar que las enfermedades de esta clase, hoy ubicuas en casi toda la humanidad, fueron extremadamente infrecuentes en la antigüedad.
Los arqueólogos han resuelto el antiguo misterio de cómo llegaron los pesados sombreros rojos a las famosas estatuas de la Isla de Pascua.
A más de 4.000 kilómetros de la costa chilena, la isla es uno de los lugares habitados más remotos del mundo.
Hace unos 1.000 años, los isleños empezaron a ponerle gigantes sombreros rojos a las estatuas, que fueron hechos con roca volcánica y pesan varias toneladas.
El equipo de arqueólogos de la University of Manchester y la University College London cree que los sombreros fueron transportados por la ladera de un antiguo volcán.
Colin Richards, quien junto a su colega Sue Hamilton es el primer arqueólogo británico en trabajar en la isla desde 1914, dijo a la BBC que una azuela, un camino y un volcán antiguo los condujeron a su hallazgo.
"Sabemos que a los sombreros los llevaron rodando por una senda hecha de un cemento de polvo de lava seca roja comprimida".
Pero no todo el misterio ha sido resuelto. Aún se desconoce cómo y por qué se colocaron los sombreros.
Como un altar
Los científicos encontraron una azuela en perfectas condiciones junto a los sombreros, por lo que creen que pudo haber sido una especie de ofrenda.
Una azuela usada en ceremonias fue encontrada cerca de las estatuas.
"Estos sombreros rodaron todo el camino desde el volcán hasta el valle", le dijo el doctor Richards a la BBC.
"Es como una iglesia; no puedes llegar derecho al altar. Los polinesios veían al paisaje como a un ser viviente, y después de que tallaban la roca, los espíritus entraban en las estatuas".
Richards y Hamilton son co-directores del "Proyecto Paisajes de Construcción de Rapa Nui (Isla de Pascua)" y seguirán trabajando en la isla en los próximos cinco años.
"Trataremos de discernir la fecha en que fueron levantadas las primeras estatuas. Esto podría, potencialmente, reescribir la historia de la Polinesia", concluyó el experto.
"Querer fijar fugaces espejismos, no es sólo una cosa imposible, tal y como ha quedado probado tras una investigación alemana concienzuda, sino que desearlo meramente es ya una blasfemia. El hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, y ninguna máquina humana puede fijar la imagen divina".
(Der Leipziger Stadtanzeiger, periódico alemán del siglo XIX, acerca de un reciente invento francés: la fotografía. Lo cita Walter Benjamin en Pequeña historia de la fotografía)
"Querer fijar fugaces espejismos, no es sólo una cosa imposible, tal y como ha quedado probado tras una investigación alemana concienzuda, sino que desearlo meramente es ya una blasfemia. El hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, y ninguna máquina humana puede fijar la imagen divina".
(Der Leipziger Stadtanzeiger, periódico alemán del siglo XIX, acerca de un reciente invento francés: la fotografía. Lo cita Walter Benjamin en Pequeña historia de la fotografía)
A pesar de lo que podría hacernos pensar el cine, las cosas más importantes que pasan en la ciencia no suelen ser demasiado espectaculares. No es raro que haya que esperar años antes de que la comunidad científica comience a reconocer los alcances de un descubrimiento o un nuevo planteo teórico, y si hay muchos que obtienen un Nobel, no son pocos los que se mueren sin ser reconocidos.
Es por eso que cuando ciertos anuncios espectaculares se hacen en los medios masivos, la sombra del sensacionalismo parece alentar las dudas. De este orden parece haber sido la presentación en sociedad del primate fósil Darwinius masillae, que el alcalde Michael Bloomberg anunció en Nueva York con bombos y platillos, el 19 de mayo último, en un acto donde se homenajeaba a Charles Darwin.
El fósil, descubierto en 1983 en una cantera alemana, había estado veinte años guardado antes de que el noruego Jorn Horum lo comprara por un millón de dólares y pusiera su equipo a restaurarlo.
Así como Johanson, pensando en una canción de los Beatles, le había puesto Lucy a su famoso homínido, Horum le puso al suyo Ida, el nombre de su hija. Las gacetillas que difundieron el descubrimiento se empeñaron en destacar que Ida tiene 47 millones de años, y Lucy sólo 3,2, como si de figurar en el Guinness se tratara.
Tras calificarla prontamente como “la octava maravilla”, la televisión anunció a Ida como “un hallazgo científico revolucionario que cambiará todo”, y comparó su descubrimiento con la llegada del hombre a la Luna. Irónicamente, la revista Science observó que ese podía llegar a ser “el titular científico más exagerado del mundo”.
El día que quedó aplastada por la lava de una erupción volcánica, Ida era un bebé de meses, y aunque hubiera alcanzado la edad adulta, no habría llegado a pesar un kilo. El mayor atractivo que ofrece Ida es que su esqueleto está completo en un 95 por ciento. Se pueden observar hasta rastros de piel y pelos y su tubo digestivo guarda restos de frutas, semillas y hojas. Esto la convierte en uno de los fósiles mejor conservados de todos los tiempos.
Por cierto, su presencia lleva a replantear algunas ideas sobre la evolución. De algún modo, sin poner en duda el origen africano del hombre, vuelve a poner el acento sobre Europa.
En la época en que vivió Ida, los tarsios y los lémures (que aún sobreviven) se estaban separando, pero los lemúridos fósiles conocidos se parecían bastante a los actuales. Incluso los había más antiguos que Ida, como el Notharctus y el Purgatorius, de 50 y 70 millones de años, respectivamente.
LOS SOBRINOS DE IDA
El coro mediático (haciendo pie en una expresión ambigua de sir David Attenborough –documentalista y divulgador destacado de tópicos sobre naturaleza, que parece haber mordido el anzuelo–, no vaciló en calificar a Ida como “el eslabón perdido”
En todo caso se trataría del eslabón que une a los lemúridos con los monos, por cierto en la ruta que conduce al hombre. Hace tiempo hemos dejado de pensar la evolución como una cadena lineal o como un árbol de grueso tronco sino más bien tendemos a verla como un arbusto; hasta un rizoma, como diría algún posmoderno.
Tal como se precisó, es probable que Ida no sea una “abuela” para nosotros, sino apenas una “tía”. Ostenta rasgos anatómicos avanzados que remiten a los nuestros, como la dentadura y los huesos del pie. Tiene uñas en lugar de garras, y como todos los primates, tiene el pulgar oponible, eso que le permitiría a sus descendientes usar una herramienta.
En un cerebro como el suyo algún día comenzaría a formarse esa corteza que mucho más tarde usaría su descubridor. Pero la misma mano capaz de manejar el pincel del artista también empuñaría el hacha de guerra, y el mismo cerebro que pensaría los Principia de Newton sería capaz de idear los instrumentos de tortura.
La pequeña Ida comía frutas y semillas, y cualquiera diría que estaba bastante indefensa frente a los grandes mamíferos predadores del Eoceno. ¿Qué ocurrió para que sus descendientes remotos llegaran a ser tan violentos como para masacrarse entre ellos y hasta hacerle daños duraderos al propio ambiente que los sustenta?
PESIMISMO ILUSTRADO
El siglo que pasó debe haber sido el más cruel en milenios, no sólo si consideramos la cantidad absoluta de muertes violentas. Para este tiempo, los primates de la variedad sapiens son mucho más numerosos que en toda su historia anterior, lo cual no permite hacer comparaciones fáciles.
Lo peor de todo fue el uso perverso de la razón con fines destructivos que se desplegó no sólo en dos terribles guerras sino en las variadas formas de opresión, humillación y crueldad que supimos inventar.
Antes de que irrumpieran las armas nucleares, los gases letales de la Primera Guerra Mundial provocaron horror en algunas cabezas pensantes y sensibles de la época, que veían triunfar las fuerzas irracionales sobre las nobles intenciones de la Ilustración.
Una de las primeras reflexiones fue la de Freud, que en plena masacre hizo unas Consideraciones actuales sobre la guerra y la muerte (1915). Para 1930, cuando los totalitarismos se estaban imponiendo, Freud escribió las páginas pesimistas de El malestar en la cultura. Con ánimo sombrío, no vaciló en atribuirlo todo a una suerte de pecado original que estaba paradójicamente implicado en la creación de la cultura, la mayor gloria del hombre.
En la visión de Freud el hombre estaba viciado por una profunda contradicción entre naturaleza y cultura, que lo condenaba a ser infeliz. La construcción de la cultura obligaba a reprimir el impulso al placer y creaba la culpa. La infelicidad era cada vez mayor, y la irracionalidad creciente no era más que el retorno de lo reprimido. Para colmo, el poder de la ciencia y la tecnología había crecido a tal punto que a los humanos ya “les resultaba fácil exterminarse mutuamente hasta el último hombre”.
Pasaron más de treinta años, en los cuales el mundo sufrió una guerra aun más terrible, que incluyó inéditas aberraciones como Hiroshima y la Shoah. Al restañarse las heridas, quien retomó el tema freudiano fue el escritor Arthur Koestler, una mente brillante que había sido capaz tanto de escribir una gran novela (Tinieblas a mediodía conocida también como El cero y el infinito) como un gran libro de historia de la ciencia: Los sonámbulos. Con el respaldo de una cultura científica poco usual, Koestler expuso sus reflexiones en Janus (1978), el libro que fue su testamento intelectual, y se propuso darle un fundamento biológico.
La posguerra había dado paso a la Guerra Fría, pero el mundo aún parecía estar suspendido al borde del abismo. Para Koestler, Hiroshima ocupaba el centro de toda la historia y la prehistoria, porque se había hecho posible lo que Freud más temía: la aniquilación de la especie.
El ensayista húngaro retomaba el tema del desfasaje entre el progreso técnico y el moral. Eramos capaces de controlar los satélites y viajar a la Luna, pero no de pacificar a Irlanda del Norte ni de cruzar el Muro de Berlín. Aunque esas circunstancias hayan pasado a la historia, no costaría mucho encontrar ejemplos más actuales. Esas situaciones formaban parte de una serie de síntomas bien conocidos y configuraban una suerte de perversión estructural de la especie humana.
¿CALLEJON SIN SALIDA O ABERRACION BIOLOGICA?
Admitiendo que la evolución no es lineal ni continua, Koestler pensaba que el hombre podía haber sido un callejón sin salida o una aberración biológica. Los sacrificios humanos, la guerra, el genocidio, la tortura y la crueldad mostraban un permanente desfasaje entre la razón y la emoción, que era capaz de pervertir todas las creaciones de la inteligencia.
Según Koestler, el crecimiento explosivo de la corteza cerebral era algo muy reciente en la evolución; la corteza pensante se enancaba en estructuras más arcaicas, que no llegaba a controlar. El lenguaje, por ejemplo, no sólo le servía al hombre para canalizar el pensamiento; también le permitía matar en aras de una abstracción o le servía para crear barreras étnicas.
Para el pesimista Koestler, hasta la dependencia de las crías humanas de los adultos, algo que suele ubicarse en el origen de la sociedad, era la raíz de esa devoción con que se justificaban los peores crímenes
Iba más lejos que Freud, quien en definitiva abogaba por darle más libertad al Yo racional mediante el psicoanálisis. Koestler, en cambio, parecía buscar el “pecado original” en la misma estructura del cerebro.
Había hecho suyo el modelo de Papez y MacLean, que es conocido como “cerebro triuno”, y fue su más decidido divulgador. Según MacLean, nuestro cerebro era algo así como un motor de Fórmula 1 montado sobre un chasis de Ford T, con la carrocería de un Citroën 2CV. El área más primitiva es el cerebro reptílico, el mismo que tenían los grandes saurios; sobre él está el cerebro límbico, que es propio de los mamíferos, y encima de todo el neocórtex, específicamente humano.
Koestler pensaba que estos tres subsistemas no estaban integrados, y por momentos los niveles inferiores llegaban a imponerse sobre los superiores. El hombre que es víctima de un asalto violento y sale con un arma a hacer “justicia” por mano propia está pensando como un tiranosaurio. El que queda traumatizado por la experiencia tiene los sentimientos de un mamífero, pero si llega a analizar los porqué de la criminalidad está usando la corteza. Lamentablemente, es lo último que se suele usar.
La propuesta era drástica: si el cerebro no tenía cura, había que apelar a las neurociencias para controlar la conducta de la gente, administrándoles compulsivamente drogas. Lo cual, más allá de las buenas intenciones del escritor, sonaba políticamente siniestro.
UN ESLABON PERDIDO
La espectacular presentación de Ida me recordó a un lemúrido imaginario que duerme en las páginas de Olaf Stapledon (1886-1950), y me llevaron a asociarlo con las reflexiones de Freud y Koestler. Stapledon fue un filósofo inglés, autor de atípicas novelas que aquí sólo leían Borges y Bioy Casares. Sus libros Hacedor de estrellas y Ultimos y primeros hombres eran verdaderas epopeyas cósmicas.
Pacifista militante, Stapledon había estado en las trincheras de la Primera Guerra Mundial manejando una ambulancia. En la misma época que Freud desesperaba de la condición humana, escribió un texto bastante autobiográfico, Los últimos hombres en Londres (1932).
En la novela, nuestros remotos descendientes se preguntaban por la causa de las guerras, y puestos a buscar en qué momento habíamos fracasado, se remontaban al pasado pre-humano. Con esa excusa, Stapledon trazaba una suerte de mito darwiniano: la historia del “lemúrido filósofo”.
Allá por el Eoceno, afortunadas mutaciones y un oportuno aislamiento geográfico habían hecho nacer una especie de lémures de creciente desarrollo cortical. En su momento llegaban a superar a los simios y alcanzaban al nivel de los homínidos. Pero estos lemúridos, junto a la inteligencia práctica, habían desarrollado una gran capacidad de introspección, algo que era irrelevante para la lucha vital pero fundamental para el desarrollo ético.
El primer lemúrido que fabricaba una herramienta para proveerse de fruta también inventaba el juego. Antes de ser devorado por un gato montés, llegaba a transmitirle sus dotes a sus descendientes, que desarrollaban el lenguaje, el arte, la agricultura y la artesanía.
Más tarde, cuando el pueblo lemúrido sucumbía a los enfrentamientos tribales y estaba a punto de aniquilarse, surgía una hembra genial que mediante la danza y el canto lograba inculcarle a sus semejantes el imperativo de la convivencia pacífica.
Los lemúridos habían alcanzado así un nivel ético incomparable en la historia, cuando un terremoto hacía emerger una franja de tierra que unía a su isla con el continente. Por ese camino llegaba una horda de simios belicosos que aniquilaban a los lemures, que sólo eran capaces de resistencia no violenta. Los antecesores remotos del hombre habían perdido su gran oportunidad evolutiva. Desde entonces, la inteligencia práctica había seguido creciendo y la ética apenas había sido capaz de dar saltos esporádicos.
Sería difícil negar las razones que esgrimían Freud, Koestler y Stapledon para justificar su pesimismo, más allá de que otros recurran a argumentos análogos para justificar la tiranía. Explicar las falencias de la cultura por medio de la biología puede ser tan inadecuado como tratar de explicar la naturaleza recurriendo a la cultura.
Después de todo, tanto los pesimistas como los optimistas pertenecen a la misma especie humana, que parece capaz de cualquier cosa. Incluso de trabajar, a pesar de todos los retrocesos, para que la historia deje de repetirse.