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sábado, 26 de febrero de 2011

La paradoja de la depresión sin tristeza

Las personas tienen síntomas físicos y es más común en aquellas que no pueden expresar sentimientos; el riesgo crece con la edad

Suelen ir al médico -generalmente al clínico- con una colección de síntomas físicos molestos: problemas para dormir, cansancio, más o menos apetito que de costumbre (y, en consecuencia, alteraciones de la balanza para arriba o abajo), ausencia de deseo sexual, problemas de concentración, sensación de falta de aire, taquicardia.

Pero? a la pregunta del galeno sobre el estado de ánimo, estos pacientes, casi siempre sonrientes y tranquilos, responden: "Bien, de ánimo bien."

Sin embargo, no están nada bien. Si se profundiza y se hacen algunas preguntas clave, tarde o temprano podrá comprobarse que esa persona pletórica de síntomas que la medicina llama "vegetativos" en realidad está padeciendo una depresión, pero no una depresión cualquiera sino un tipo especial de síndrome depresivo caracterizado paradójicamente por la ausencia de tristeza. Más bien, podría decirse, por la incapacidad de sentir que se está triste, de reconocerse en ese sentimiento.

"Es un problema que estamos estudiando especialmente en adultos mayores, aunque también hemos detectado casos en personas más jóvenes", responde a La Nacion por vía telefónica desde los Estados Unidos el doctor Sergio Paradiso, un italiano nacido en Sicilia que trabaja desde hace varias décadas como profesor asociado de psiquiatría y neurociencias en la Universidad de Iowa, donde en invierno, se lamenta, hace un frío glacial.

Comenta que "son sujetos que ingresan en el consultorio sonriendo y así siguen mientras describen sus síntomas físicos, pero que a la pregunta de si realmente están contentos de vivir, pueden llegar a contestar con un gesto evasivo, admitiendo ante otra pregunta que sí, que a veces creen que tal vez su familia se sentiría mejor si ellos no estuvieran? o que tienen sentimientos de culpa o pensamientos de falta de esperanza en el futuro".

La ideación depresiva está, están los síntomas vegetativos, pero falta el aspecto anímico de la depresión, no existe conciencia de las emociones o de lo que ellas significan. "En el examen psiquiátrico se distingue entre una tristeza que el paciente dice que tiene, algo que en este caso no ocurre, y una tristeza que el paciente no describe, pero que el evaluador ve, que es lo que sucede aquí."

La depresión no disfórica -otra forma de llamar a este trastorno- parece aumentar su frecuencia luego de la quinta década de vida, y aunque no existen muchas estadísticas, se estima que la padece un 5% de la población mayor de 50 años, sin distinción de sexo. En la Argentina, llegaría a poco más de 415.000 personas, según los datos poblacionales disponibles del Indec para 2001.

Pero, según aclara Paradiso, posiblemente exista mayor riesgo de este tipo de síndrome depresivo en personas con una cierta disminución de la capacidad cognitiva.

"En nuestras investigaciones hallamos una relación significativa entre sujetos que tenían depresión no disfórica y peores resultados escolares durante la niñez. ¿Si se relaciona con la inteligencia? En términos generales el desempeño escolar es un buen predictor de la inteligencia en general, incluida la emocional, que uno tendrá cuando adulto", explica el experto, que habla cuatro idiomas, entre ellos el español.

Emociones sin palabras

La pobreza expresiva de quien padece depresión sin tristeza está claramente ligada a la dificultad de comunicación y a la concientización de los propios sentimientos. En esto, admite Paradiso, influyen también condicionantes culturales y estilos de crianza.

"Creemos que hay un problema de alexitimia, una incapacidad de conciencia emocional que está parcialmente conectada con la inteligencia analítica, pero que también tiene aspectos particulares -explica-. Las inteligencias emocional y analítica mediadas a través de la memoria o la atención están conectadas, aunque se suelen citar casos de gente que es muy inteligente y tiene relativamente poca inteligencia emocional."

Para sufrir este tipo de cuadro se necesitan genes que predispongan a la depresión o condiciones de vida como estrés o traumas, junto a una capacidad inferior de conciencia anímica. "Esta conciencia anímica inferior puede estar influida por estilos de crianza: en algunas familias se favorece el ser estoico, no hablar nunca de la propia emoción y no se desarrolla una capacidad verbal de transmisión de los sentimientos. Este aspecto no se puede excluir", propone el investigador.

También existen algunas situaciones que pueden predisponer a la presencia de una depresión no disfórica o sin tristeza.

"Tener lesiones cerebrales, por ejemplo un stroke o ataque cerebral en el hemisferio cerebral derecho, incrementan el riesgo -aclara el especialista-. Puede ocurrir también cuando se ve afectada puntualmente la corteza cingulada anterior, lugar de la conciencia de las emociones. Este deterioro también puede presentarse en otras enfermedades neuropsiquiátricas, como la demencia frontotemporal y el Parkinson, y debido a cambios de esa región cerebral ligados con el envejecimiento, que conlleva una disminución de la capacidad de procesamiento emocional y un grado incrementado de alexitimia."

La depresión no disfórica puede asociarse a comorbilidades, es decir, a otras enfermedades. Pero, a menudo, cuando se ordenan exámenes de rutina para explicar los síntomas físicos que la persona describe (cansancio, disminución o aumento del apetito, falta de concentración, falta de deseo sexual) todo aparece dentro de lo normal. Sin embargo, están deprimidos.

Características únicas

La depresión sin tristeza no tiene nada que ver con la distimia, que es una forma más moderada de depresión a largo trazo, pero donde la persona es totalmente consciente de su sentimiento de tristeza, ni tampoco con la depresión ansiosa, que implica la concientización del problema.

"El depresivo sin tristeza no siente pena ni siente ansiedad -afirma Paradiso-. Ha transferido todo su malestar al cuerpo y no puede expresar ninguna emoción vinculada con lo anímico. Si un médico recibe a un paciente que se queja de síntomas físicos, pero cuyo organismo funciona bien, es un caso para estudiar un poco más. En clínica geriátrica, especialmente, es necesario profundizar para descartar o no la presencia de un cuadro que, de no tratarse, puede extenderse en el tiempo por falta de tratamiento o aumentar el riesgo suicida, presente en todo cuadro depresivo."

El llamado a la intervención puede también venir de los familiares. "Si alguien de pronto tiene problemas para dormir o ha bajado involuntariamente de peso o un esposo cambia su actitud y está cansado, sin ganas de vivir, y los fines de semana ya ni se levanta para mirar fútbol en la tele, se recomienda la consulta", indica el experto.

¿Existe alguna forma de ponernos más a salvo? Paradiso afirma que una clave es no huir de las propias emociones y sentimientos y conocerse mejor anímicamente.

"El problema se puede tratar con medicamentos y psicoterapia. Pero lo primordial es ser conscientes y pedir ayuda. Luego, de una u otra manera, se puede salir adelante porque hay muchas maneras de tratar la depresión", finaliza.

TRES SIGNOS CLAVE

Está relacionada con el nivel de alexitimia, la incapacidad para concientizar las propias emociones y expresarlo verbalmente.

Las personas expresan síntomas y malestares físicos (insomnio, cansancio, exceso o falta de apetito, disminución de la concentración, falta de deseo sexual), pero no se sienten tristes ni ansiosas.

Podría estar asociada con el deterioro de un área del hemisferio cerebral derecho vinculada con el procesamiento de las emociones.

lunes, 14 de febrero de 2011

escubren eslabón entre los genes y respuesta al estrés y la depresión

ARBOR, (UDM).—Numerosos estudios han mostrado que la molécula cerebral neuropetpida Y (NPY por su sigla en inglés) ayuda a restablecer la calma después de acontecimientos estresantes.

Un equipo de investigadores encabezado por la Universidad de Michigan ha encontrado ahora que las personas cuyos genes las hacen propensas a la producción de niveles más bajos de NPY responden más a los estímulos negativos en circuitos clave del cerebro relacionados con la emoción, y que por lo tanto tienen menos capacidad para recuperarse frente al estrés, y pueden tener un riesgo mayor de desarrollar un trastorno depresivo grave.

Los científicos esperan que esta investigación, eventualmente, ayude con el diagnóstico temprano y la intervención por depresión y otras enfermedades psiquiátricas, y en el desarrollo de terapias que puedan ajustarse a los individuos sobre la base de su configuración genética. Las conclusiones se publican en la edición del 7 de febrero de la revista Archives of General Psychiatry.

"Esto es lo que queremos decir cuando hablamos de ´medicina personalizada´", dijo el autor principal del estudio Brian Mickey, un profesor asistente en el Departamento de Psiquiatría de la Escuela de Medicina de la Universidad de Michigan e investigador en el Instituto de Neurociencias Moleculares y de Conducta en la UM. "Éstas son características genéticas que pueden medirse en cualquier persona. Esperamos que puedan guiarnos hacia una evaluación del riesgo de cada individuo de desarrollar depresión y ansiedad".

Estas conclusiones también ayudan a cubrir nuevas áreas en el "mapa" genético de la depresión, dijo el autor principal del estudio Jon-Kar Zubieta, profesor de psiquiatría y radiología y profesor investigador en el Instituto de Neurociencias Moleculares y de Conducta.

"Hemos identificado un biomarcador, en este caso una variación genética, que está vinculado con un riesgo incrementado de depresión grave", dijo Zubieta. "Éste paece ser otro mecanismo, independiente de otras áreas previas de la investigación de la depresión, tales como la serotonina, la dopamina y la norepinefrina"-

Usando tres aproximaciones separadas los investigadores encontraron que los individuos con el genotipo que produce cantidades menores de NPY tenían respuestas cerebrales mensurables a los estímulos negativos y respuestas psicológicas al dolor físico. Asimismo aparecieron representados en proporción excesiva dentro de un grupo de población diagnosticado con trastorno depresivo grave.

Tres enfoques

Usando tres enfoques diferentes, cada uno con un número variado de sujetos de investigación que fue de 58 a 152, los investigadores de la UM y sus asociados estudiaron el vínculo entre la expresión genética de NPY y el procesamiento emocional.

Los investigadores de la UM reclutaron y caracterizaron a los participantes y condujeron el estudio de dolor. Sus colaboradores en el Laboratorio de Neurogenética en el Instituto Nacional de Abuso de Alcohol y Alcoholismo en Bethesda, Maryland, realizaron la determinación de genotipo.

A los sujetos de la investigación se les clasificó según tuvieran una expresión genética de NPY baja, media o alta.

Los científicos emplearon la imagen funcional por resonancia magnética (fMRI) en la observación de la actividad cerebral de cada sujeto cuando veía palabras neutrales (como "material"), palabras con carga negativa (como "asesino") y palabras con carga positiva (como "esperanzado").

En su respuesta a las palabras negativas los sujetos del grupo con bajo nivel de NPY mostraron una activación fuerte de la corteza prefrontal, el área involucrada en el procesamiento de la emoción, en tanto que los sujetos con alto nivel de NPY mostraron una respuesta mucho menor.

"Esto nos dice que los individuos con la variante genética de NPY asociada con el riesgo tienden a activar esta región clave del cerebro más que otras personas, aún en ausencia de estrés y antes de que estén presentes los síntomas psiquiátricos", dijo Mickey.

En la segunda prueba los sujetos sanos dieron cuenta de sus experiencias emocionales durante una situación estresante. Se inyectó una solución salina en el músculo mandibular, lo cual produce un dolor moderado por unos veinte minutos, peo no causa daño duradero. El nivel de dolor se ajustó para cada persona hasta que para cada una fuese un 4 en una escala de 1 a 10.

Estos sujetos clasificaron positiva o negativamente sus sentimientos antes y después de la experiencia del dolor. Los individuos en el grupo con bajo nivel de NPY fueron más negativos tanto antes como después del dolor, lo cual significa que estaban más afectados emocionalmente cuando anticiparon el dolor y cuando reflexionaron sobre la experiencia inmediatamente después.

Finalmente los científicos compararon los genotipos de NPY de sujetos con un trastorno depresivo mayor con sujetos de control, para determinar si había una asociación entre la condición y la expresión baja de NPY.

Los sujetos con genotipos de expresión baja de NPY terminaron representados en proporción excesiva en el grupo con depresión.

"No se trata sólo de que encontremos una vinculación de un gen particular con una enfermedad particular", dijo Zubieta. "Estamos expandiendo nuestro conocimiento de la fisiología de la depresión".

Financiación: La investigación tuvo apoyo de donaciones de los Institutos Nacionales de Salud Mental, el Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas, el Programa de Investigación Intramural del Instituto Nacional de Abuso de Alcohol y Alcoholismo, y el Fondo de Investigación Phil F. Jenkins.

Declaración: Zubieta ha trabajado como consultor para las firmas farmacéuticas Eli Lilly and Co., Merck, y Johnson & Johnson en el último año.

lunes, 3 de enero de 2011

Existen datos científicos que demuestran que la Impulsividad y suicidio van de la mano



Existen datos bioquímicos, genéticos y psicopatológicos que relacionan claramente la impulsividad con depresión, ansiedad, agresión y suicidio. De hecho, en el caso concreto de la conducta suicida, esta relación es tal que los expertos consideran que es un factor de predisposición importante en alrededor del 70% de dichas conductas.

Aunque una persona tenga deseos de acabar con su vida, sin impulsividad y/o ansiedad no se suicidará ni llevará a cabo ningún tipo de acto violento, ya que no existe la decisión de la ejecución, el paso al acto, para que el paciente acabe con su vida, explica la doctora Belén Arranz, coordinadora de Psiquiatría del Instituto Europeo de Neurociencias (IDN) de Barcelona, España.

La impulsividad no es una enfermedad, es un síntoma integrante de gran parte de la patología psiquiátrica, que está asociado a trastornos como el suicidio, la depresión y la ansiedad, las adicciones, la bulimia, la esquizofrenia, el juego patológico o el trastorno por déficit de atención con hiperactividad entre otros. En este sentido, se puede afirmar que entre el 15 y el 25% de la población padece trastornos por impulsividad patológica.

Aunque la prevalencia de los trastornos del impulso como tales -sin estar asociados a otras patologías psiquiátricas- es baja, la prevalencia de la impulsividad asociada a otras patologías psiquiátricas como trastornos de la conducta alimentaria, juego patológico o dipsomanía (en las que la impulsividad seria la patología nuclear) aumenta considerablemente. Además, desempeña un papel importante como síntoma asociado en otras muchas enfermedades mentales, como los trastornos bipolares, la esquizofrenia, ciertas deficiencias mentales, etc., llegando en muchas ocasiones a ser la clave de su diagnóstico, aclara el doctor Salvador Ros Montalbán, Director Médico del Instituto Europeo de Neurociencias (IDN).

De todas formas (y como casi todos hemos experimentado) la impulsividad no siempre es mala. A pesar de que tiende a considerarse como una característica negativa, puede desempeñar un importante papel en el comportamiento normal de las personas, puesto que la impulsividad moderada puede ser evaluada como un rasgo socialmente beneficioso y admirado (decisión, rapidez en las respuestas). La intensidad de la impulsividad es la que la convierte en patológica o disfuncional (con predisposición a reacciones rápidas, no planeadas, ante estímulos internos o externos, sin considerar las consecuencias negativas de esas acciones).

La impulsividad se convierte en patológica cuando, frente a una determinada situación, el individuo no puede demorar el momento de satisfacer una necesidad. Cuando una persona no puede controlar la necesidad, por ejemplo, de beber o de comer, pueden aparecer conductas alcohólicas o bulímicas, si no puede demorar una relación sexual, aparece la adicción al sexo. Puede ocurrir, igualmente, que el individuo experimente una cierta incapacidad en el control de la relación en situaciones sociales y se sienta irritado y molesto reaccionando con agresividad e incluso con violencia. En definitiva, hablamos de impulsividad patológica cuando la persona es incapaz de inhibir una respuesta que en condiciones normales debería poder ser controlada, explica Ros.

Existen diferentes estrategias psicofarmacológicas para el tratamiento de los trastornos del control de impulsos: cuando este trastorno acompaña a otra patología de base, el tratamiento se dirige fundamentalmente a la principal patología, y cuando se trata de trastornos puros tradicionalmente se han empleado antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y antipsicóticos, pero en los últimos años la aparición de nuevos anticonvulsivantes o antiepilépticos está relegando a estos fármacos a un segundo lugar.

En la actualidad, contamos con una nueva generación de fármacos antiepilépticos eficaces en el tratamiento de la conducta impulsiva -dice Ros-. En concreto, topiramato ha demostrado en numerosos estudios (doble ciegos, abiertos, pilotos, , etc.) ser un tratamiento eficaz para tratar la impulsividad en distintos tipos de patología psiquiátrica: con su utilización disminuyen todos los aspectos relacionados con la urgencia o necesidad de llevar a cabo una conducta impulsiva. Además, cuenta con unos índices de tolerancia y seguridad muy interesantes.

miércoles, 4 de agosto de 2010

69% de pacientes con trastorno bipolar recibe diagnóstico errado

Los síntomas de su patología suelen ser confundidos con simple depresión

7,8% de la población sufre de la enfermedad psiquiátrica (Archivo)

No sufre de locura aquella persona a la que se le diagnostica trastorno bipolar. Sin embargo, un diagnóstico errado puede ocultar esa enfermedad psiquiátrica y hacerla pasar por simples etapas depresivas, un error muy común, según lo destacan estudios psiquiátricos.

El tratado Percepciones e impacto del trastorno bipolar del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Texas, EEUU, determinó que 69% de los pacientes con esa patología no recibieron el diagnóstico adecuado y aquellos pacientes que fueron subdiagnosticados consultaron, en promedio, cuatro profesionales de la Medicina antes de recibir un diagnóstico correcto. El psiquiatra Emilio Miquilena define al trastorno bipolar como "una alteración en la esfera mental que altera el ánimo" y precisa que la misma afecta a 7,8% de la población mundial. La prevalencia local de la enfermedad no se conoce aún.

El especialista destaca que el trastorno bipolar tiene dos polos: "Uno, cuando se presentan episodios de manía: la persona piensa y habla muy rápido. Es muy acelerada, se distrae con mucha facilidad, tiene delirios de poder. En casos muy severos alucina y tiene ideas delirantes". Precisa que deben persistir esos síntomas por al menos una semana para catalogar la bipolaridad. El otro polo del trastorno, dice Miquilena, es el depresivo: "La persona tiene baja autoestima y se siente inútil. Pierde el apetito, le cuesta concentrarse e incluso puede intentar suicidarse". Sólo si todas estas señas persisten más allá de dos semanas, entonces puede hablarse del trastorno.

El diagnóstico indebido o subdiaganóstico de esta enfermedad pisquiátrica conduce a un inapropiado tratamiento y en consecuencia un pronóstico errado de la patología.

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), el trastorno bipolar es la sexta causa de discapacidad en todo el planeta. Y según un estudio que publicó la revista científica British Journal of Psychiatry, los adolescentes más brillantes tienen hasta cuatro veces más riesgo de desarrollar trastorno bipolar en la edad adulta.

Miquilena precisa que el trastorno bipolar "no puede considerarse un estado de locura, como sí lo es, por ejemplo, la esquizofrenia. Hay quien considera a los bipolares como locos, pero esa no es la locura pura".

Para el tratamiento de este trastorno, luego de la rigurosa visita al médico especialista, los fármacos representan la alternativa más efectiva para realizar un adecuado manejo de los síntomas y con ello elevar la calidad de vida del paciente. Es fundamental la adherencia y cumplimiento del mismo ya que es la única garantía que tiene el individuo de poder desarrollar su vida normalmente.

La inconstancia en el tratamiento afecta negativamente al paciente, pues se incrementan considerablemente las variaciones del humor, hospitalizaciones e historia de psicosis, así como también deterioro cognitivo importante.

lunes, 10 de mayo de 2010

Interacciones Complejas Entre la Depresión y Dos Clases de Ansiedad

10 de Mayo de 2010. Foto: L. Brian StaufferUn nuevo estudio de la actividad cerebral en personas deprimidas y ansiosas indica que algunos de los efectos dañinos de la depresión son modificados, para bien o para mal, por la ansiedad.
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En el estudio se analizó la depresión y dos tipos de ansiedad: Una es la excitación ansiosa, es decir la vigilancia temerosa que a veces se convierte en pánico. La otra es la preocupación.

Los investigadores usaron resonancia magnética funcional por imágenes (fMRI) en el Instituto Beckman para examinar la actividad cerebral en sujetos que estaban deprimidos aunque no ansiosos, ansiosos pero no deprimidos, o que exhibían grados variables de depresión y uno o ambos tipos de ansiedad.

"Aunque pensamos en la depresión y la ansiedad como cosas separadas, con frecuencia se presentan simultáneamente", aclara Gregory A. Miller, profesor de psicología de la Universidad de Illinois, quien ha dirigido la investigación junto con Wendy Heller, profesora de la misma especialidad y universidad. Miller pone como ejemplo que en un estudio nacional sobre el predominio de trastornos psiquiátricos, tres cuartas partes de las personas a las que se les diagnosticó una depresión importante tuvieron al menos algún otro diagnóstico adicional. En muchos casos, los que tenían depresión también presentaron ansiedad, y viceversa.

Los estudios previos se han venido centrando por regla general en personas que estaban deprimidas o ansiosas; o en ellos se analizó tanto la depresión como la ansiedad de los sujetos, pero agrupando en una única clase todos los tipos de ansiedad.
Miller y Heller llevan bastante tiempo sosteniendo que la ansiedad de los pacientes con preocupación crónica es distinta a la provocada por el pánico o la vigilancia temerosa que caracterizan a la excitación ansiosa.

En el nuevo estudio, se hicieron escaneos del cerebro mientras los participantes realizaban una tarea que incluía nombrar los colores de palabras que tenían significados negativos, positivos o neutrales. Esto permitió a los investigadores observar qué regiones cerebrales se activaban en respuesta a palabras emotivas.

Los investigadores descubrieron que la "firma" fMRI típica del cerebro de una persona deprimida y preocupada que realizaba la tarea de las palabras emotivas era muy diferente a la de una persona deprimida y con excitación ansiosa.

La combinación de depresión y ansiedad, y el tipo de ansiedad, proporcionan diferentes firmas fMRI cerebrales.

Quizás lo más sorprendente es que la excitación ansiosa potenció la actividad en la parte del lóbulo frontal derecho que también está activa en la depresión, pero sólo cuando el nivel de preocupación de una persona era bajo. La actividad neuronal en una región del lóbulo frontal izquierdo, área de la que se sabe que está relacionada con la producción del habla, fue mayor en los sujetos deprimidos y preocupados pero no temerosos.

Información adicional en:



lunes, 8 de marzo de 2010

Vínculo Entre la Depresión y el Uso de Internet
8 de Marzo de 2010. Foto: U. LeedsLa gente que pasa mucho tiempo en la Red es más propensa a mostrar síntomas de depresión, según un estudio a gran escala realizado por psicólogos de la Universidad de Leeds.
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Los investigadores han hallado pruebas contundentes de que algunos usuarios han desarrollado un hábito compulsivo sobre internet, mediante el cual sustituyen la interacción social de la vida real por redes sociales de internet y salas de chat online. Los resultados sugieren que este tipo de navegación adictiva puede tener un impacto serio sobre la salud mental.

“Internet ahora desempeña un papel importante en la vida moderna, pero sus beneficios están acompañados por un lado más oscuro”, apunta Catriona Morrison, autora principal del estudio, de la Universidad de Leeds.

Aunque muchos de nosotros usamos internet para cosas diversas pero sin que nuestra vida personal gire alrededor de ella, hay un pequeño subconjunto de la población al que le resulta difícil controlar cuánto tiempo pasan online, hasta el punto en que eso llega a interferir con sus actividades diarias.
Estos adictos a internet pasan proporcionalmente más tiempo navegando por páginas web con contenidos sexuales, juegos online y comunidades online. En el estudio, también se ha comprobado que los sujetos de esta clase sufren una incidencia más alta de depresión, desde moderada a severa, que la experimentada por los usuarios de internet no adictos a ésta.

Morrison matiza que este estudio indica que el uso excesivo de internet está asociado a la depresión, pero lo que ella y su equipo no han esclarecido todavía es cuál cosa conduce a la otra: ¿La gente deprimida es atraída hacia Internet y hace un uso excesivo de la misma? ¿O el uso excesivo de Internet promueve la depresión?

Lo que está claro es que, para un pequeño subconjunto de la población, el uso excesivo de internet podría ser una señal de advertencia de tendencias depresivas.

Incidentes como los suicidios pactados de adolescentes en la localidad de Bridgend en 2008 condujeron a muchos a plantearse hasta qué punto las redes sociales de internet pueden promover pensamientos depresivos en adolescentes vulnerables. De entre los internautas investigados en el estudio de la Universidad de Leeds, los jóvenes fueron más propensos a ser adictos a internet que los usuarios de mediana edad, y la edad promedio del grupo adicto fue de 21 años.

Información adicional en:

miércoles, 3 de febrero de 2010

LOS ANTIDEPRESIVOS ACTUAN SOBRE LAS DEPRESIONES SEVERAS PERO POCO O NADA EN LAS SUAVES


Un estudio realizado a partir de datos de 30 años de tratamientos con antidepresivos muestra que los beneficios de estos medicamentos, en comparación con el efecto de un placebo, pueden ser mínimos o inexistentes en los pacientes con síntomas leves o moderados de depresión, mientras que el beneficio aportado por esos fármacos sí es importante para los pacientes con depresiones muy severas.

Según las conclusiones del estudio, la mayoría de los pacientes a los que se les prescribió antidepresivos no sufrían de una depresión tan grave como para que pudiera mejorarse con estos medicamentos.

El equipo de investigación, dirigido por psicólogos de la Universidad de Pensilvania, analizó los datos de un conjunto de estudios que abarcan un período de 30 años, para medir el efecto de los fármacos antidepresivos en comparación con el de un placebo en una serie de pacientes con diferentes grados de depresión. Se recogieron datos de ensayos, controlados con placebos, sobre antidepresivos utilizados en el tratamiento de trastornos depresivos mayores o menores. Los estudios incluían una comparación del efecto de los antidepresivos con el de un placebo durante al menos seis semanas. Los investigadores calcularon los valores de intensidad de la depresión antes y después del tratamiento, utilizando la escala estándar de Hamilton para la depresión.

Los científicos constataron que la diferencia entre el efecto de la medicación y el del placebo variaba sustancialmente, dependiendo de la gravedad de la depresión sufrida por los pacientes. Aquellos pacientes con depresión más leve experimentaron poca o ninguna mejoría en sus síntomas tomando antidepresivos en comparación con el efecto logrado con una píldora de azúcar utilizada como placebo.

Los resultados hacen pensar que los médicos que valoren las posibles vías de tratamiento para pacientes con depresión leve o moderada deberían considerar la falta de evidencias sobre beneficios significativos de los antidepresivos, y comparar los beneficios potenciales y los efectos secundarios de esos medicamentos, con los pros y contras de otras alternativas de tratamiento como la autoayuda, los ejercicios o la terapia psicológica.

El psicólogo Robert DeRubeis, profesor en la Universidad de Pensilvania, es el investigador principal del estudio.

Scitech News

lunes, 25 de enero de 2010

Ser universitario, ¿deprime?

  • Un 55% de los estudiantes tiene síntomas de ansiedad y un 63% de depresión
  • Los estudiantes de ciencias de la salud y de jurídicas tienen más riesgo
  • Algunas universidades cuentan con unidades de atención psicológica para el universitario
(Foto: El Mundo)

MADRID.- La etapa universitaria no siempre es tan 'dorada' como cuentan. Estrés por los exámenes, falta de dinero, cambios de residencia, dificultades para mantener una red social, prácticas curriculares extraescolares, cambios en los horarios del sueño... Un 'cóctel' con todos los ingredientes necesarios para ocasionar un elevado porcentaje de síntomas de ansiedad y de depresión entre los estudiantes.

No en balde, algunas universidades cuentan ya con servicios específicos de ayuda para sus estudiantes, como la Unidad de Atención Psicológica y Salud Mental para el Universitario, de la Universidad de Salamanca que nació en 1996. "Durante el 2009 hemos atendido alrededor de 150 demandas", destaca Isabel Serrano, directora de la unidad. Y muchos más jóvenes seguirán recurriendo a ella, a tenor de los datos de un nuevo estudio realizado por profesores de la Universidad Católica San Antonio de Murcia.

En él se constata la elevada incidencia de síntomas de trastornos de ansiedad y depresión entre los universitarios. Les empujó a su realización el que "los profesores de distintos departamentos y unidades docentes habían expresado en reiteradas ocasiones el elevado número de alumnos que acudían a las horas de atención y tutoría para comentar el malestar psicológico y emocional que sufrían como consecuencia, en buena parte de los casos, de las vivencias estresantes", comentan en su artículo los profesores Serafín Balanza, Isabel Morales y Joaquín Guerrero, de la Facultad de Ciencias de la Salud y del Deporte en su artículo.

Por este motivo, los estudiantes padecían "síntomas somáticos como cefaleas o alteraciones del sueño y síntomas conductuales y cognitivos (irritabilidad o falta de concentración, todos ellos asociados a trastornos psicológicos como la ansiedad y la depresión", reza el ensayo.

Publicado en 'Clínica y Salud', el estudio se llevó a cabo con 700 universitarios, con una media de edad de 21 años, de las facultades o escuelas de Ciencias Sociales y Comunicación, Ciencias Jurídicas y de la Empresa, Escuela Politécnica y Ciencias de la Salud y del Deporte. A todos se les sometió a un test capaz de detectar si existen o no un posible trastorno de ansiedad o depresión.

Los 'riesgos' de las prácticas

Los datos revelan que "un 55% tenía síntomas de ansiedad mientras que el 63% de depresión". Los firmantes del trabajo reconocen, que ninguno de los casos de su estudio tenía un diagnóstico de los trastornos mencionados y que existen limitaciones al estudio. "Es evidente que el instrumento utilizado, la Escala de Ansiedad y Depresión de Golberg, sólo tiene utilidad para 'screening', por su falta de especificidad, por lo que se necesitarían estudios posteriores, dada la sospecha de una alta prevalencia de estos trastornos mentales, utilizando instrumentos de mayor sensibilidad y buscando nuevos factores que puedan estar asociados con los problemas de salud mental estudiados que no han quedado suficientemente explicados en este trabajo", aclaran.

"Ninguna de las personas estudiadas ha sido diagnosticada de esos trastornos. Se ha utilizado una prueba de cribado o screening que no es diagnóstica. Todo el mundo tiene síntomas de ansiedad, por ejemplo: irritabilidad, tensión muscular, preocupaciones, etc... El que haya algún o algunos síntomas de ansiedad no quiere decir que se padezca un trastorno de ansiedad. Igual ocurre con la depresión: estar triste, perder el interés por las cosas, tener trastorno en el sueño, etc. son síntomas que todos sentimos y no por ello se puede decir que padezcamos depresión", comenta Miguel Angel Vallejo Pareja, Catedrático de la Facultad de Psicología de la UNED.

El trabajo apunta que dependiendo de la carrera escogida el riesgo de desarrollar estos síntomas puede aumentar. Así, los estudiantes de titulaciones de Ciencias de la Salud y de Ciencias Jurídicas son los que tienen una mayor probabilidad de sufrir procesos de ansiedad y depresión. El hecho de realizar prácticas curriculares extrauniversitarias en centros sanitarios eleva el estrés del universitario, dado que se considera que se deben compaginar las clases en la universidad con las de dichos centros. "La realización de prácticas clínicas siguiendo el turno del tutor implica además frecuentes cambios en el ciclo vital/sueño... En comparación con otros estudiantes los de Ciencias de la Salud son los que más síntomas de ansiedad presentan", indica en el estudio.

Aprender a enfrentarse

La doctora Serrano señala algunos de ellos. "Son varios los factores de riesgo citados en diversas investigaciones epidemiológicas. Por ejemplo se ha encontrado una relación importante entre estos trastornos en los jóvenes y problemas psicológicos en sus padres y madres, así como sufrir repetidos problemas de salud o consumir de alcohol.... Aparte de cierta predisposición biológica, los más vulnerables a la depresión y a los trastornos de ansiedad parece que son aquéllos que presentan un estilo cognitivo irracional junto con déficit en su repertorio conductual de habilidades de afrontamiento, de solución de problemas y sociales", comenta.

La ayuda que se les presta se "basa en una serie de sesiones en las que se enseña al paciente a adquirir un estilo de pensamiento positivo y racional, así como habilidades sociales, de resolución de problemas y de afrontamiento. Una de las técnicas más enseñadas para afrontar situaciones que pueden producir ansiedad es la relajación", agrega.

Desde su punto de vista, la prevención de estos "trastornos vendría por una formación integral del individuo desde las fases más tempranas del desarrollo, donde se enseñe a poner en práctica el pensamiento racional, las habilidades sociales y la resolución de problemas", concreta.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Terapia y menos pastillas para la depresión

Hombre con gesto de preocupación

Encuestas sugieren que la mayoría de los pacientes de depresión no desea tomar píldoras.

A pesar del incremento en la aplicación de la Terapia cognitivo conductual (CBT, por sus siglas en inglés), los médicos no han abandonado una tendencia de recetar píldoras a pacientes con depresión, según dijo a la BBC la doctora Jennifer Wild, del Instituto de Psiquiatría del Reino Unido.

A continuación presentamos el texto de la doctora Wild, publicado en uno de los blogs de la BBC.

Los pacientes con depresión con frecuencia mejoran cuando modifican su manera de pensar.

Como las terapias tienen más posibilidades que las pastillas de alcanzar resultados duraderos, los médicos deberían dejar de recetar píldoras y promover más otros tratamientos eficaces.

Pacientes con depresión pueden sufrir de baja autoestima y a veces de sentimientos suicidas, por lo que necesitan tratamiento. Seis millones de personas padecen de depresión y ansiedad en el Reino Unido y las encuestas indican que la mayoría no quiere tomar pastillas.

Lo que desean es que se les apliquen tratamientos con resultados duraderos.

Distorsionados

Estos tratamientos están relacionados con la Terapia cognitiva de comportamiento.

La CBT se basa en la teoría, de amplio respaldo, sobre cómo la depresión empieza y sobre lo que sigue después: patrones de pensamientos distorsionados.

Al modificarse los pensamientos de los pacientes se empieza a apreciar la recuperación.

El profesor Robert DeRubeis, de la Universidad de Pensilvania, en EE.UU., y su equipo de trabajo han mostrado que cuando las personas deprimidas en tratamiento transforman significativamente el modo en el que piensan, se nota una mejoría.

Un mercadeo agresivo ha expandido el uso de medicinas para tratar problemas mentales y ahora los antidepresivos son ofrecidos para tratar la ansiedad cuando existe poca evidencia que sugiera que ayudan.

Pero el panorama es confuso.

Los aquejados igualmente se pueden recuperar con placebos, particularmente si los signos del mal son moderados.

Los fármacos pueden ser efectivos, pero no necesariamente los resultados se prolongan en el tiempo y además pueden ocasionar efectos secundarios.

El profesor Peter Tyrer, psiquiatra y editor del British Journal of Psychiatry, coincide conmigo en que aunque los fármacos tradicionales causan sueño, algunos de más reciente creación pueden originar insomnio, inquietud, vómitos y náuseas.

Evaluando la depresión

¿Qué pueden hacer los médicos?

Los profesionales pueden mejorar la manera en que evalúan la depresión y tener pendiente que los resultados duraderos ocurren cuando se modifican los patrones de pensamiento.

Tiene sentido ofrecer tratamientos en esa dirección.

Desde 2006, a los médicos se les vienen ofreciendo incentivos para que evalúen mejor la depresión sirviéndose de cuestionarios.

Sin embargo, un reciente estudio sugiere que ellos prefieren confiar en su valoración clínica que tiene a no coincidir con los resultados de los cuestionarios.

Incluso médicos que confían en este último método siguen ofreciendo pastillas al 80% de sus pacientes deprimidos y terapias al 20%.

Afortunadamente, en 2008 el gobierno británico introdujo el Programa de Mejora del Acceso a las Terapias Psicológicas (IAPT, por sus siglas en inglés), un plan que facilita la disponibilidad de ese tipo de tratamientos para los aquejados de depresión y ansiedad.

Mejores terapias

Con la existencia del IATP hay la posibilidad de un cambio debido a que existen más profesionales que recomiendan tratamientos psicológicos.

La iniciativa se basa en evidencia científica de que terapias como la CBT funcionan mejor y por más tiempo que los fármacos.

El profesor David Clark, consejero clínico del IAPT me dijo que 115 de los 154 centros de salud primaria en Inglaterra tienen ahora un servicio del IAPT.

Asegura además que sin lugar a dudas los pacientes tienen una alternativa real a los medicamentos.

¿Por qué tanta presión para el uso de medicamentos?

Un mercadeo agresivo ha expandido el uso de medicinas para tratar problemas mentales y ahora los antidepresivos son ofrecidos para tratar la ansiedad cuando existe poca evidencia que sugiera que ayudan.

En todo caso con la existencia del IATP hay la posibilidad de un cambio debido a que existen más profesionales que recomiendan tratamientos psicológicos.

Esto debería traducirse en menos personas recibiendo prescripciones médicas para la depresión en un primer término, lo que debería reducir el número de prescripciones crónicas.

Esta situación ahorraría dinero al reducirse la incidencia de la recaída de pacientes y el costo del uso crónico a largo plazo de medicamentos.

Esto también podría llevarnos a lo que los pacientes quieren: terapia en vez de píldoras.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Un 1% de la población mundial muere por suicidio

Simposio sobre prevención del suicidio y acompañamiento a los familiares
Actualmente, los suicidios provocan casi la mitad de todas las muertes violentas; en cifras, casi un millón de víctimas al año, según la asociación Viktor E. Frankl.

De hecho, se producen más muertes por suicidio que por la suma de homicidios y guerras, y se calcula que un 1% de la población mundial fallece por esta causa, afirmó el psicólogo adjunto del Servicio de Hematología del hospital Universitario La Paz de Madrid, Javier Barbero.

Lo hizo durante su intervención, titulada “El afrontamiento del duelo por suicidio”, en el primer simposio del Observatorio del Duelo de la Asociación Viktor E. Frankl, que, bajo el título “Suicidio y Vida. Desde y contra la memoria… hacia el sentido”, se celebró en el Ateneo Mercantil de Valencia los días 6 y 7 de noviembre.

Ante el problema del suicidio, el doctor en medicina de la Fundación Vidal i Barraquer de Barcelona Jordi Font destacó en el mismo simposio la importancia de tomar en consideración los valores espirituales del ser humano como factor preventivo.

Dijo que “el psicoanálisis y la neurociencia, que hasta hace poco eran divergentes con la espiritualidad, están confluyendo en un mismo punto común: el ser humano es un ser destinado a transcenderse a sí mismo.

E insistió en la importancia de fomentar un cambio en nuestra sociedad hacia valores más profundos y espirituales tanto de la vida, como del propio ser humano.

Duelo por suicidio

Por su parte, Barbero afirmó que, tras el suicidio de un ser querido, se debe cambiar la común experiencia de culpa por el respeto.

El experto explicó que el objetivo del duelo es “despedirse de un tipo de relación que lastra a la persona para llegar a otro más creativo”

“Hemos de ayudar al doliente a no instalarse en la culpa”, afirmó, y para ello “hay que ayudar a reconciliarse con los propios límites”, dijo.

Según Barbero, resulta útil “hacer notar que no soy responsable de mi tristeza, pero sí de lo que hago con ella”, indicó, y añadió: “podemos elegir cómo vivir el duelo; y, por fin, sacar lo mejor de uno mismo”.

Sobre las actitudes que no ayudan, pidió no juzgar y aconsejó evitar frases hechas.

Abrazar la emoción

En opinión del experto, la persona que acompaña este tipo de duelos debe “sostener en el dolor, que supone acoger la experiencia del sufrimiento y gestionar el dolor”.

En este sentido, otro de los expertos que intervino en el simposio, el catedrático de psicobiología de la Universidad de Valencia Vicente Simón, presentó los beneficios de la meditación llamada mindfulness, tras la muerte de un ser querido.

“Las emociones que aparecen son tan dolorosas, que nuestra mente intenta huir de ellas -explicó-. Por el contrario, la meditación consiste en mantenernos presentes en la emoción, tomando conciencia de ella (···), igual que si tuviéramos un niño llorando en nuestros brazos abrazamos nuestra emoción hasta que se calme”.

El collar de perlas

También comparó la experiencia de la muerte de un ser querido con la imagen de un collar de perlas que se rompe.

“Igual que nos quedamos sin el hilo que las unía -explicó-, nos quedamos sin un sentido, con fragmentos sueltos que debemos volver a unir.

Simón destacó los pasos que tienen que darse en todo proceso de duelo: sentir el dolor, perdonar, aceptar y amar, agradecer y decir adiós.

El experto animó a no resistirse a lo que es la realidad, pasado el impacto inicial, y señaló como ejemplo de la actitud de aceptación la fase de Jesucristo en el momento de su muerte: “Hágase tu voluntad y no la mía”.

Simón destacó también la conveniencia de desarrollar la autocompasión, la capacidad de darse cariño y amor a uno mismo en cualquier circunstancia, “lo cual en el duelo por suicidio resulta de una grandísima ayuda”.

Vicente Simón también recordó a Viktor Frankl en su planteamiento del espacio de libertad humana que queda entre los estímulos (o acontecimientos) que experimentamos y la respuesta que damos.

El neurólogo y psiquiatra austriaco definió el duelo como una ocasión para la creatividad del ser humano, para volver a rehacer el collar de perlas con un nuevo sentido.

La Asociación “Viktor E. Frankl”, creada en 2001 en Valencia , se dedica a prestar ayuda en el sufrimiento, en la enfermedad y en el duelo, y su ideario se inspira en el humanismo cristiano y en el análisis existencial y la logoterapia de Viktor E. Frankl.

jueves, 8 de octubre de 2009

Dieta mediterránea contra la depresión

La dieta mediterránea, que ya sabemos ayuda a proteger contra enfermedades cardiovasculares y cáncer, también previene la depresión, afirman científicos españoles.

Aceitunas

El uso abundante de aceite de oliva podría ser la clave de la protección contra la depresión.

Los investigadores descubrieron que la gente que se alimenta con esta dieta -rica en vegetales, frutas, pescado y cereales y baja en carne roja- tiene 30% menos probabilidades de sufrir depresión.

Pero es necesario llevar a cabo estudios más amplios para confirmar estos resultados, dice el estudio publicado en Journal of the American Medical Association (JAMA) (Revista de la Asociación Médica Estadounidense).

Los investigadores no saben cuál es el factor específico que podría conducir a esta protección.

Pero estudios previos han revelado que los ácidos grasos monoinsaturados que contiene el aceite de oliva -que se usa de forma abundante en la dieta mediterránea- parecen estar asociados con un menor riesgo de síntomas graves de depresión.

Fuerte asociación

En la nueva investigación, llevada a cabo en las universidades de Las Palmas y Navarra, se estudió a 10.094 adultos durante cuatro años.

Los participantes llenaron cuestionarios sobre sus hábitos alimenticios y posteriormente se calculó su adherencia al llamado patrón de dieta mediterránea (PDM) durante un período de cuatro años y medio.

Los participantes que tenían una fuerte adherencia al PDM tendían a ser hombres, ex fumadores, casados e individuos mayores.

30% es una gran reducción en el riesgo y esto puede ser muy importante considerando la enorme carga de salud que representa la depresión

Prof. Miguel Ángel Martínez González

Estas personas eran más activas físicamente y mostraban un consumo energético total más alto.

Los científicos identificaron 480 nuevos casos de depresión durante el período de seguimiento: 156 de hombres y 324 de mujeres.

Descubrieron que los que tenían una mayor adherencia al PDM mostraron 30% menos riesgo de desarrollar depresión.

El estudio tomó en cuenta el estado civil, el número de hijos y factores asociados con un estilo de vida sano, y encontraron que el vínculo de dieta-depresión no cambiaba.

E incluso considerando las características de personalidad, como la competitividad y la ansiedad de los participantes, el resultado no cambiaba.

Más investigaciones

Tal como señala el profesor Miguel Ángel Martínez González, catedrático de Medicina Preventiva y Salud de la Universidad de Navarra, los resultados tendrán que ser confirmados en ensayos más amplios con más participantes.

Pero lo que se ha encontrado, dice, "es una fuerte asociación inversa entre la dieta mediterránea y la depresión".

"30% es una gran reducción en el riesgo y esto puede ser muy importante considerando la enorme carga de salud que representa la depresión", dice el científico.

El investigador cree que el efecto del patrón dietético completo es más importante que el efecto de los componentes individuales de la dieta, y eso es lo que puede estar ofreciendo "un buen grado de protección contra la depresión".

Mujer deprimida

La depresión se está convirtiendo en una enorme carga de salud en el mundo.

"Los mecanismos específicos por los cuales una mejor adherencia al patrón de la dieta mediterránea podría ayudar a prevenir la ocurrencia de la depresión no se conocen muy bien" afirman los autores.

"Los componentes de la dieta pueden mejorar la función de las arterias, combatir la inflamación, reducir el riesgo de enfermedades cardíacas, reparar el daño celular relacionado al oxígeno, y todos estos factores pueden disminuir el riesgo de desarrollar depresión".

Los investigadores creen que la clave de la protección contra la depresión quizás está en la combinación de los ácidos grasos omega 3 con ácidos grasos insaturados naturales, más los antioxidantes del aceite de oliva y las nueces, los flavonoides y otras sustancias fitoquímicas de las frutas y vegetales y las grandes cantidades de folatos naturales y vitaminas B, todos contenidos en la dieta mediterránea.

Tal como señala la doctora Cecilia D'Felice, psicóloga clínica y experta en depresión, afirma que cada vez hay más evidencia de la importancia de la dieta en el tratamiento de esta enfermedad.

"La mayoría de los fármacos antidepresivos funcionan manteniendo más niveles de serotonina disponibles en el cerebro", dice la experta.

"Y lo que sabemos es que una dieta rica en aceite de oliva mejorará la producción de serotonina (el neurotransmisor que se cree está encargado de regular el ánimo)".

La dieta mediterránea consiste en el consumo moderado de alcohol y productos lácteos, bajo consumo de carne y un alto consumo de legumbres, frutas, nueces, cereales, vegetales y pescado.

domingo, 6 de septiembre de 2009

La depresión, una crisis global

En 20 años, la depresión se convertirá en la enfermedad que más padecerán los seres humanos, superando al cáncer y los trastornos cardiovasculares, afirma la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Hombre deprimido

Para el 2030 la depresión será la enfermedad más común de la humanidad.

Según la organización, este trastorno mental será el mayor problema de salud para las sociedades, tanto económica como socialmente.

Y sin embargo, agrega la OMS, la mayoría de los países en desarrollo actualmente sólo gastan menos de 2% de sus presupuestos nacionales en servicios de salud mental.

La advertencia fue hecha durante la primer Cumbre Global de Salud Mental que se lleva a cabo en Atenas, Grecia.

Durante la reunión de cinco días se espera debatir lo que los organizadores llaman la crisis en los servicios de salud mental en el mundo.

Según la OMS, actualmente más de 450 millones de personas están directamente afectadas por algún trastorno o discapacidad mental, y la mayoría de éstas viven en los países en desarrollo.

clic Lea: Testimonios de la depresión

"Las cifras de la organización muestran claramente la magnitud del problema y sus probabilidades de que sea cada vez más grande", dijo a la BBC el doctor Shekhar Saxena, del Departamento de Salud Mental de la OMS.

"Tanto es así que en 2030 la depresión será, entre todos los trastornos de salud, el que causará la mayor carga de salud", agrega.

Cuando se habla de "carga", explica el experto, se considera la medida de años perdidos de vida debido a una muerte temprana o a una discapacidad severa causadas por una determinada enfermedad, que en este caso es la depresión.

Epidemia silenciosa

El doctor Saxena afirma que la depresión actualmente es mucho más común que otras enfermedades más temidas, como el VIH-Sida o cáncer.

Y sin embargo, agrega el experto, la depresión es uno de esos temas de los que la gente no suele hablar mucho, sobre todo cuando la persona es la afectada.

La depresión es una enfermedad tan real como cualquier otro trastorno físico que hace sufrir a la gente

Dr. Shekhar Saxena

"La llamamos la epidemia silenciosa porque a menudo pasa sin ser reconocida", dice el psiquiatra de la OMS.

"Pero siempre ha estado presente y es probable que aumente en términos de proporción mientras otras enfermedades disminuyen".

Esta creciente carga de salud será un problema particularmente grave para los países en desarrollo que cuentan con menos recursos para servicios de salud mental.

"Tenemos cifras que muestran que los países más pobres en realidad tienen más depresión comparados con los países ricos", explica el doctor Saxena.

"E incluso la gente pobre en los países ricos tiene una incidencia de depresión más alta que las personas más ricas en esos mismos países".

Más pobres, más deprimidos

Las cifras de la OMS muestran que los países de altos ingresos destinan 200 veces más recursos a su salud mental que los de bajos ingresos.

Y como cerca de la mitad de los trastornos mentales comienzan antes de que la persona cumpla 14 años, los expertos subrayan la importancia de disponer servicios de salud durante la infancia.

Trastorno mental

Actualmente 450 millones de personas están directamente afectadas por un trastorno mental.

Sin embargo, los países de bajos y medianos ingresos tiene sólo un psiquiatra infantil por cada 1 a 4 millones de personas.

Los estudios de la OMS muestran que cerca de 800.000 personas se suicidan cada año y 86% de éstas viven en países de bajos y medianos ingresos.

Y más del 50% de estas personas, dice la organización, tienen entre 15 y 44 años.

Pero las pérdidas no son sólo importantes en términos sociales, porque las enfermedades mentales también tienen un enorme impacto en la productividad de un país.

Expertos britanicos del King's College en Londres han calculado en términos financieros cuál es la carga de una persona con depresión para una sociedad.

"Parte de esta carga es por la pérdida de productividad, porque una persona con depresión grave tienen muy pocas posibilidades de estar empleada o mantenerse empleada" afirma el profesor Martin Prince, experto en epidemiología psiquiátrica del King's College de Londres.

"Pero también se incluyen los costos de los beneficios de incapacidad o desempleo, particularmente en países desarrollados", dice el experto.

"Estos costos combinados suman unos US$19.000 millones al año o cerca de 1% del PIB, así que es una suma extraordinariamente grande" agrega.

Con las perspectivas de que aumente la carga de las enfermedades mentales y continúe incrementándose en los próximos años, es urgente que cambie la actitud de la sociedad hacia las enfermedades mentales.

"La depresión es una enfermedad tan real como cualquier otro trastorno físico que hace sufrir a la gente", expresa el doctor Saxena.

"Y la persona afectada tiene el derecho de obtener asesoría y tratamientos correctos en el mismo entorno de salud que se ofrece a los que padecen otras enfermedades", agrega el experto.

lunes, 24 de agosto de 2009

Un tratamiento combinado podría aliviar la depresión luego del accidente cerebrovascular





Un estudio reciente sugiere que agregar la terapia psicosocial a los antidepresivos ayuda a mejorar la depresión y la recuperación entre quienes han sufrido un accidente cerebrovascular

"La tercera parte de los pacientes que tienen accidentes cerebrovasculares desarrollan depresión clínica, que los hace menos capaces de recuperarse del accidente cerebrovascular, empeora la función cognitiva, impide el funcionamiento social y se relaciona con otras consecuencias adversas", señaló en un comunicado de prensa de la American Heart Association el Dr. Richard C. Veith, coautor del estudio y profesor de psiquiatría y ciencias conductuales de la Facultad de medicina de la Universidad de Washington en Seattle.

El desarrollo de la depresión luego del accidente cerebrovascular "es un problema de salud pública importante", aseguró Veith.

En el estudio participaron 101 personas que habían sufrido un accidente cerebrovascular y se les había diagnosticado depresión clínica. Los investigadores hallaron que ocho semanas de tratamiento combinado lograron una reducción de 47 por ciento en los puntajes de escalas estandarizadas que califican la depresión, en comparación con una reducción de 32 por ciento entre la gente que recibió la atención habitual, entre la que se encontraban los antidepresivos.

El estudio halló que la gente cuya depresión había mejorado percibió la recuperación de su accidente como algo significativamente más importante y también sintió que su condición física y que su participación social eran mejores, en comparación con los que lograron menos mejora de la depresión.

Los resultados del estudio fueron publicados en la edición en línea del 6 de agosto de la revista Stroke.

La terapia psicosocial usada en el estudio fue llevada a cabo por enfermeras que hicieron sesiones personalizadas con pacientes en un periodo de ocho semanas. Las sesiones cubrían cosas como la manera de incrementar los eventos placenteros, la resolución de problemas, el apoyo de los cuidadores e identificar y modificar los pensamientos negativos.

jueves, 20 de agosto de 2009

La depresión influye en el centro de recompensa del cerebro

Las personas clínicamente deprimidas son menos capaces de encontrar placer en actividades que antes disfrutaban, según un estudio publicado en NeuroReport que muestra una función cerebral reducida en el centro de recompensa del cerebro en comparColor del textoación con sujetos sanos.

La investigación fue dirigida por Elizabeth Osuch, del Lawson Health Research Institute, en Londres. Para estudiar los efectos de la depresión en la actividad cerebral, Osuch y su equipo preguntaron a 15 sujetos sanos y a 16 que hubieran tenido depresión recientemente por su música favorita y por aquella que ni les gustara ni les disgustara, música neutral. Después escucharon su selección musical durante 3 minutos mientras una resonancia magnética funcional medía su actividad cerebral.

Los investigadores encontraron que los sujetos sanos mostraban una mayor actividad en zonas específicas del cerebro cuando escuchaban su música favorita comparándolos con las personas deprimidas. Concretamente varias regiones asociadas al centro de recompensa estaban menos activas en los individuos deprimidos, por lo que la capacidad básica de disfrute no funcionaba correctamente.

"Estos resultados revelan reacciones importantes dentro de las zonas cerebrales asociadas al proceso de recompensa en individuos sanos. También mostraron un importante déficit en estas respuestas neurofisiológicas en sujetos deprimidos en comparación con los sujetos sanos", explica Osuch.

"Ya se sabía que los individuos deprimidos sufren anhedonia, la incapacidad para experimentar placer o satisfacción en casi todas las actividades. Lo importante de este estudio es que ya se conocen también las regiones del cerebro específicas que fallan en estos pacientes. Si encontramos la manera de señalar y tratar esas zonas, tendremos también la capacidad de tratar la depresión pronto", asegura.

La depresión influye en el centro de recompensa del cerebro

Las personas clínicamente deprimidas son menos capaces de encontrar placer en actividades que antes disfrutaban, según un estudio publicado en NeuroReport que muestra una función cerebral reducida en el centro de recompensa del cerebro en comparColor del textoación con sujetos sanos.

La investigación fue dirigida por Elizabeth Osuch, del Lawson Health Research Institute, en Londres. Para estudiar los efectos de la depresión en la actividad cerebral, Osuch y su equipo preguntaron a 15 sujetos sanos y a 16 que hubieran tenido depresión recientemente por su música favorita y por aquella que ni les gustara ni les disgustara, música neutral. Después escucharon su selección musical durante 3 minutos mientras una resonancia magnética funcional medía su actividad cerebral.

Los investigadores encontraron que los sujetos sanos mostraban una mayor actividad en zonas específicas del cerebro cuando escuchaban su música favorita comparándolos con las personas deprimidas. Concretamente varias regiones asociadas al centro de recompensa estaban menos activas en los individuos deprimidos, por lo que la capacidad básica de disfrute no funcionaba correctamente.

"Estos resultados revelan reacciones importantes dentro de las zonas cerebrales asociadas al proceso de recompensa en individuos sanos. También mostraron un importante déficit en estas respuestas neurofisiológicas en sujetos deprimidos en comparación con los sujetos sanos", explica Osuch.

"Ya se sabía que los individuos deprimidos sufren anhedonia, la incapacidad para experimentar placer o satisfacción en casi todas las actividades. Lo importante de este estudio es que ya se conocen también las regiones del cerebro específicas que fallan en estos pacientes. Si encontramos la manera de señalar y tratar esas zonas, tendremos también la capacidad de tratar la depresión pronto", asegura.

viernes, 14 de agosto de 2009

Los riesgos de depresión en adolescentes podrían depender de su ciclo del sueño


Los patrones de sueño podrían ayudar a predecir los riesgos que tienen los jóvenes de desarrollar depresión, según un estudio publicado en Neuropsychopharmacology.

La relación que existe entre el sueño y la depresión en los adultos es ya conocido entre los científicos: los que padecen esta patología experimentan el sueño REM más rápido que las personas que no tienen depresión. Uma Rao, profesora de psiquiatría de la UT Southwestern (Estados Unidos), dirigió este estudio enfocándolo en los más jóvenes, donde participaron 96 adolescentes sin evidencia de depresión u otros trastornos psiquiatricos. Los investigadores monitorizaron los ciclos del sueño de este grupo durante tres días, además de recoger muestras de saliva y orina para comprobar los niveles de cortisol. El seguimiento se alargó durante cinco años para comprobar la evolución de la depresión entre los participantes.

Los adolescentes que tenían antecedentes familiares con depresión experimentaron el sueño REM más rápidamente. Las probabilidades de haber desarrollado depresión a lo largo del seguimiento era mucho mayor en este grupo que en aquellos que llegaron más tarde a esta fase del ciclo del sueño. También eran más propensos los que presentaban altos niveles de cortisol. Otros estudios realizados en adultos mostraban que el incremento de estos niveles de hormonas estaban relacionados con la depresión, y que las altas tasas de cortisol podría ayudar a determinar quiénes tienen riesgo de recaer en una dolencia de este tipo.

La depresión en adolescentes es de prevención y tratamientos complejos, en parte porque los niveles de referencia del sueño y otros factores usados en el diagnóstico no están claramente definidos. "Comparar a estos jóvenes adolescentes con aquellos que ya presentan una depresión oscurece los resultados del estudio y puede afectar a nuestro entendimiento de los mecanismos subyacentes de la depresión así como de su tratamiento", explicó Rao.

viernes, 24 de julio de 2009

El Estado de Animo Influye en el Funcionamiento de la Corteza Visual del Cerebro

24 de Julio de 2009.

Foto: U. TorontoUn estudio de la Universidad de Toronto proporciona la primera evidencia directa de que nuestro estado de ánimo literalmente cambia la forma en que el sistema visual cerebral filtra nuestra experiencia perceptual. Esto sugiere que ver el mundo "a través de un cristal de color rosa" es más una realidad biológica que una metáfora.

"Los estados de ánimo buenos y malos literalmente cambian la forma en que nuestra corteza visual opera y el cómo vemos", subraya Adam Anderson, profesor de psicología de la Universidad de Toronto.

El equipo utilizó resonancia magnética funcional para examinar cómo nuestra corteza visual procesa la información sensorial bajo estados de ánimo buenos, malos y neutros.

Los investigadores primero mostraron a los sujetos una serie de imágenes diseñadas para provocar un estado de ánimo bueno, malo o neutral.

A los sujetos se les mostró después una imagen compuesta, que exhibía una cara en el centro rodeada por imágenes de "lugar", por ejemplo casas. Para hacer que fijasen su atención en la imagen central, se pidió a los sujetos que identificaran el género de la persona cuyo rostro se mostraba.


Cuando tenían un estado de ánimo malo, los sujetos no procesaban las imágenes de lugares en el fondo circundante. Sin embargo, cuando veían las mismas imágenes teniendo un estado de ánimo bueno, captaban más información de lo necesario: veían la imagen central del rostro y las imágenes circundantes de casas.

"Las personas pueden procesar una mayor cantidad de objetos en su entorno cuando tienen estados de ánimo positivos. Parece una ventaja, pero el fenómeno también puede conducir a la distracción", explica Taylor Schmitz, del equipo de investigación.

Los estados de ánimo buenos incrementan el tamaño literal de la ventana a través de la cual vemos el mundo. Lo bueno de esto es que podemos ver las cosas desde una perspectiva más global e integradora. Lo malo es que puede distraernos mientras realizamos tareas críticas que requieren de concentración, tales como manejar maquinaria peligrosa u observar el equipaje de los pasajeros en un aeropuerto.

Los estados de ánimo malos, por otro lado, pueden mantenernos más concentrados en un objetivo, evitando que integremos información ajena al objeto de interés de nuestros procesos mentales.

Información adicional en:

viernes, 17 de julio de 2009

Antidepresivos, "un mito de la cura química"

Se cree que los medicamentos para tratar la depresión y otros problemas emocionales actúan en el cerebro revirtiendo un desequilibrio químico.

No hay evidencia convincente de que existan desequilibrios en los sistemas químicos cerebrales.

Al menos esa es la teoría que ha circulado en las últimas dos décadas: que si sufrimos algún trastorno emocional la causa puede estar en los compuestos químicos que actúan en nuestro cerebro.

Y lo más probable es que se nos dé un fármaco diseñado para corregir ese desequilibrio químico.

Pero según la doctora Joanna Moncrieff, del Departamento de Ciencias de Salud Mental de la Universidad de Londres lo único que hacen estos medicamentos es poner a la gente en un "estado artificial inducido".

Según la investigadora, antes de tomar uno de estos medicamentos, los pacientes deben estar mucho mejor informados sobre la forma cómo estos compuestos actúan y los efectos que producen.

Tal como dijo la experta a la BBC, no son sólo los médicos los que se han encargado de decirnos que necesitamos tabletas para corregir nuestros "desequilibrios químicos".

"Revistas, periódicos, organizaciones de pacientes y sitios de internet, todos han publicitado la idea de que enfermedades como la depresión, la ansiedad, la esquizofrenia y el trastorno bipolar pueden ser tratados con medicamentos que ayuden a rectificar un problema cerebral subyacente".

Según la doctora Moncrieff, "igual que a un diabético se le dice que necesita tomar insulina, a la gente con esquizofrenia y otras enfermedades se le dice que debe tomar medicamentos psiquiátricos para el resto de su vida para estabilizar sus compuestos químicos cerebrales".

El problema, agrega, es que hay muy poca justificación para esta visión de los medicamentos psiquiátricos.

Estados alterados

Una de las teorías en las que se basan los medicamentos para la depresión, ansiedad y otros trastornos emocionales, es que hay un desequilibrio en el nivel de serotonina -un compuesto químico cerebral que funciona en el sistema nervioso como neurotransmisor y que se cree está involucrado en el estado de ánimo del individuo.

Pero tal como señala la investigadora "primero, aunque las ideas como la teoría de la serotonina en la depresión han sido publicitadas ampliamente, la investigación científica no ha detectado hasta ahora ninguna anormalidad en el sistema de la serotonina en personas que están deprimidas".

La gente necesita tomar decisiones informadas sobre si el consumo de fármacos psicoactivos es una forma útil de manejar sus problemas emocionales. Pero para poder hacer esto con responsabilidad, los médicos y sus pacientes necesitan mucha más información sobre la naturaleza de los medicamentos psiquiátricos y los efectos que producen

Dra. Joanna Moncrieff

"Segundo, a menudo se dice que el hecho de que el tratamiento farmacológico 'funciona' demuestra que existe una deficiencia biológica subyacente".

Pero, agrega, "hay otra explicación para la forma como los medicamentos psiquiátricos afectan a las personas con problemas emocionales".

"A menudo se pasa por alto que los fármacos usados en psiquiatría son drogas psicoactivas, como el alcohol o la marihuana. Las drogas psicoactivas hacen a la gente sentirse diferente, la colocan en un estado mental y físico alterado. Y esto afecta a todos, independientemente de si tienen el trastorno o no".

Es por eso, afirma la experta, que para entender cómo afectan a las personas estos fármacos hay que entender cuáles son los efectos psicoactivos que producen.

Los llamados medicamentos antipsicóticos, por ejemplo, "sofocan" los pensamientos y emociones, lo cual puede ser útil en personas con psicosis.

Los fármacos como el valium producen un estado de relajación y mareo placentero, lo cual puede reducir la ansiedad y la agitación.

Los llamados "antidepresivos" provienen de varias familias químicas distintas y producen efectos variados.

Falta de información

La opinión sobre los fármacos psiquiátricos ha cambiado mucho desde los 1960, pero la doctora Moncrieff cree que gradualmente se les ha ido considerando como tratamientos específicos para enfermedades específicas, o panaceas, y los efectos psicoactivos que producen se han ido olvidando.

Millones de personas toman antidepresivos en todo el mundo.

"Sin embargo -dice la investigadora- esta transformación no se ha basado en ningún evidencia convincente.

"Creo que lo más probable es que estos fármacos 'funcionan' produciendo estados inducidos por drogas que surpimen u 'ocultan' los problemas emocionales.

"Esto no significa que los fármacos psiquiátricos no puedan, a veces, ser útiles. Pero la gente necesita estar consciente de los efectos que producen y de lo que hacen.

"Por el momento se está alentando a la gente a creer que si toma una píldora esto la hará sentirse mejor porque está corrigiendo algún defecto en sus procesos cerebrales.

"Esto suena muy bien. Si su cerebro no está funcionando apropiadamente y un fármaco puede lograr que trabaje mejor, entonces tiene sentido tomarse una píldora", dice la científica.

"Pero, si por otra parte, le damos a la gente la información completa, quizás el tratamiento farmacológico no sea tan buena idea.

"Si le decimos a la gente que no tenemos ni idea de lo que pasa en su cerebro, pero que puede tomar el fármaco que la hará sentirse diferente y podría ayudarle a suprimir sus pensamientos y sentimientos, entonces mucha gente quizás preferirá no tomar esos medicamentos".

La investigadora subraya que la gente que está severamente trastornada o angustiada quizás acogerá con beneplácito esos efectos, al menos por un tiempo.

Pero agrega que "la gente necesita tomar decisiones informadas sobre si el consumo de fármacos psicoactivos es una forma útil de manejar sus problemas emocionales.

"Pero para poder hacer esto con responsabilidad, los médicos y sus pacientes necesitan mucho más información sobre la naturaleza de los medicamentos psiquiátricos y los efectos que producen", expresa la científica.