La evolución del género humano es un proceso acumulativo que sólo acabará el día en que la última persona desaparezca de la faz de la Tierra. No antes, ni después. Esta cadena evolutiva plasmada en la ciencia por Darwin tiene un inicio conocido pero deja abierta la puerta acerca de cómo será el humano y sus costumbres dentro de algún tiempo que nadie sabría cuantificar. Es decir, dentro de 500 o 1000 años, ¿cómo será la vida del humano? Una de las incógnitas interesantes que se plantean muchos estudiosos del transhumanismo es acerca de la evolución que el ser humano le imprimirá al sexo en el futuro. ¿Autosatisfacción asistida y homosexualidad como modo natural de vida? ¿Sexo entre hombre y mujer sólo para procreación natural elegida o manipulación genética y nacimientos de bebés en el propio hogar? ¿La clonación reemplazará al amor y a la “química de la piel”?
El verbo de la lengua italiana transumanare o transumanar fue utilizado por primera vez por Dante Alighieri (1265-1321) en su obra “La Divina Comedia” donde describe la posibilidad de traspasar la condición humana y la percepción que todos tenemos de ella. Este término fue adoptado en el ámbito filosófico y académico como transhumanizar. Según Wikipedia, “el transhumanismo es tanto un concepto filosófico como un movimiento intelectual internacional que apoya el empleo de las nuevas ciencias y tecnologías para mejorar las capacidades mentales y físicas. Su objetivo es corregir lo que considera aspectos indeseables e innecesarios de la condición humana, como el sufrimiento, la enfermedad, el envejecimiento o incluso, en última instancia, la mortalidad. Los pensadores transhumanistas estudian las posibilidades y consecuencias de desarrollar y usar la tecnología con estos propósitos, preocupándose por estudiar tanto los peligros como los beneficios de estas manipulaciones”.
Sin ir muy lejos, hoy ya comenzamos a ver ciertos atisbos de cambio en las nuevas generaciones. El ejemplo más elocuente de la aproximación del cambio es la proliferación y diversidad de lo que hoy conocemos como tribus urbanas. Emos, metaleros, floggers, rude boys, Punks, góticos, raperos, skinheads, alternos y hardcore son algunos de los nombres de una interminable lista de pequeños grupos que buscan una identidad distinta a la del ser humano tradicional y que aspiran a trascender hacia un nuevo sistema de vida basado en sus propias costumbres, reglas y leyes. Creen (y están convencidos de ello) que han venido al mundo con la firme convicción de perdurar más allá del tiempo y el espacio a través de una cultura que sienten como propia y que guía sus destinos.
Otro caso de floreciente expansión en busca de lograr llegar a un plano superior en la cadena evolutiva es nuestro ya conocido Proyecto Venus en la búsqueda de una civilización tecnológicamente perfecta y sana en la que la espiritualidad juega un papel preponderante apuntando a la igualdad de todos los seres humanos entre sí, despojados de toda clase de avaricias, codicias e hipocresías. Este proyecto cuenta con muchos adeptos alrededor del mundo que se reúnen en foros y blogs saturando la Web de buenas intenciones y buscando alternativas posibles y viables que los conduzca hacia el nuevo mundo que anhelan. Saben que el camino no es sencillo ni rápido pero tienen la seguridad de que algún día sus sueños de hoy serán las realidades cotidianas del mañana.
Todos, en mayor o menor medida, buscamos ser parte de un movimiento revolucionario de la humanidad que nos conduzca hacia una condición superior. Esto es básicamente el transhumanismo: la trancisión hacia el posthumanismo. De forma más general, los transhumanistas apoyan la emergencia y la convergencia de tecnologías como la nanotecnología, biotecnología, tecnología de la información, ciencia cognitiva, y tecnologías futuras hipotéticas como la realidad virtual, inteligencia artificial, transferencia mental y criónica. Creen que los humanos pueden y deberían usar estas tecnologías para volverse más que humanos. Todos estos avances permitirán un impulso increíble e impredecible en la evolución humana en un futuro no muy lejano. Los implantes biónicos y los exoesqueletos son ejemplos de un presente que indican un camino de superación de los obstáculos físicos que le permiten al humano común superar la barrera de sus imposibilidades naturales hacia una nueva generación híbrida y de transición en este largo camino evolutivo.
Ahora hablemos de sexo
¿Qué hay del sexo cuando lleguemos a ese eslabón de la cadena? ¿Ocupará un lugar preponderante dentro de nuestras mentes? Tal vez nuestras mentes se encuentren optimizadas gracias a implantes nanotecnológicos o gracias a mutaciones producidas por múltiples simbiosis con otras especies, terráqueas o no y el sexo entre un hombre y una mujer sea visto como una pérdida de tiempo o una sucia obscenidad. ¿Qué dicen los que saben sobre este tema?
Michael Anissimov asegura en su blog de inteligencia artificial y transhumanismo que el sexo ha existido en todas las especies que habitaron el planeta durante millones de años, pero que la inteligencia general sólo existe desde hace unos pocos miles de años. El sexo activa las funciones cognitivas superiores en un ser inteligente y este crédito o logro es propiedad exclusiva de esas funciones y no del sexo en sí mismo. Por lo tanto, puede que en un futuro transhumanista exista aún el sexo convencional ubicado dentro de un vasto abanico de posibilidades matizadas con otras actividades placenteras que serán manipuladas y dominadas a voluntad. La utilización de fármacos especializados en actuar sobre los centros de placer puede brindarle al humano del futuro la capacidad suficiente como para intervenir (sin riesgo) en su propia neurología. Nosotros tal vez quisiéramos preservar el sexo como una actividad altamente agradable, pero tal vez otras personas decidan que una creación artística significa para sus vidas una elevación más placentera que la actividad que hoy conocemos como “sexo”. Con la ayuda “extra” de los fármacos, quizás ellos sientan placeres más intensos que nosotros al tener relaciones sexuales tradicionales.
Por su parte, Athena Andreadis sostiene que la masturbación y la autosatisfacción serán el eje sobre el que las generaciones del futuro resolverán las necesidades sexuales. Extropia Da Silva (Second Life) asegura que todo lo que ha persistido durante miles de años claramente tiene un alto valor de supervivencia. El transhumanismo busca fortalecer los aspectos positivos de la condición humana, de modo que es poco probable que el amor y el sexo sean abandonados. Hace una clara diferenciación entre el sexo utilizado para la procreación y el que es realizado por mero placer. Además, agrega que las relaciones serán juzgadas en una suerte de “simulador de compatibilidad” entre las mentes, eliminando las combinaciones que no resulten óptimas para la cooperación y el beneficio mutuo de las personas. Además, la edición selectiva de la memoria puede usarse para borrar los recuerdos de las relaciones que hayan alcanzado el status de sub-óptimas, o sea, que no han alcanzado una optimización en la relación conjunta.
Por otro lado, una relación de compromiso sería la de aceptar una fusión completa de dos seres. El verdadero amor se expresaría mediante la convergencia de ambas capacidades mentales en una sola, compartida por los amantes en forma simultánea. Si a esto le sumamos la conexión masiva a redes similares a Internet, pero operadas con la mente y en forma telepática, podremos compartir el placer mutuo aún encontrándonos a miles de kilómetros de distancia de “nuestra pareja”. Por último, asegura que a pesar del dominio de lo abstracto por sobre todas las otras cosas, el romanticismo seguirá tan vigente como hoy lo es la literatura escrita en el siglo XIX.
Sin lugar a dudas, quien más hace hincapié en el concepto de singularidad es Alex Lightman, Director Ejecutivo de Humanity +. En primer lugar, menciona que la emulación de las mentes permitirá la conexión entre miles de personas para generar millones de fantasías sexuales y participar en todas las variantes que ello podría significar. No habría límites para albergar a todas las mentes que quieran desear acoplarse, que quieran tener grandes aventuras sexuales en la imaginación y que quieran traer "lo mejor de", evocando los mejores momentos de goce alcanzados.
En segundo lugar, menciona la implementación de “bio-ports” en nuestros organismos, al mejor estilo “Matrix” o “Sleep Dealer”, para poder estimular nuestro sistema nervioso a voluntad. En el caso de los seres heterosexuales, la conectividad entre hombres y mujeres permitirá, además, la multiplicación de la especie. Y se sumará a este escenario un nuevo actor: el androide. De esta forma, todos podrán lograr una multiplicidad de sensaciones y de placeres que pueden obtenerse en forma local o remota a través de la gran red de mentes entrelazadas.
En tercer término, menciona lo que él llama “El salón de los espejos” en el que una persona será capaz no sólo de sentir sus propios sentimientos sino que podrá recibir y sentir las sensaciones que esté experimentado su amante circunstancial o momentáneo, con la intensidad que las sienta. En el mejor de los casos, cuando el amante pueda sentir y percibir sensaciones de la misma forma, se creará un lazo de realimentación positiva que elevará el climax a límites insospechados.
Natasha Vita-More estima que coexistirán dos tipos bien definidos de actos sexuales: los exo-corporales y los endo-corporales. En el primer caso, las relaciones sexuales tendrán su acción sin actividad biológica y/o corporal y podrán ser simulados en realidad virtual. Escenarios como Second Life o Skype y otros formatos digitales lograrán exaltaciones, motivaciones y extensiones que elevarán el placer más allá de lo real. En la segunda mención, el organismo puede intervenir o bien lo pueden hacer pequeños sub-organismos derivados de la persona que podrán mantener una multiplicidad de relaciones sobre otro tipo de plataformas a las que estamos acostumbrados en la vida actual. Agrega, además, que el sexo es un medio de comunicación y, en el futuro posthumano, esta conectividad será primordial para llegar al éxtasis anhelado.
Conclusiones
La singularidad expresada en la autosatisfacción asistida parece ser el destino del sexo en la posthumanidad, y la clonación parece ser el medio de reproducción controlado. Clonación genética y clonación cibernética se encaminan a ser el futuro de la reproducción de la humanidad. ¿Te lo imaginabas así? ¿O te lo imaginas diferente? ¿Más enfocado a un plano espiritual que físico? ¿Cómo?
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