A pesar del incremento en la aplicación de la Terapia cognitivo conductual (CBT, por sus siglas en inglés), los médicos no han abandonado una tendencia de recetar píldoras a pacientes con depresión, según dijo a la BBC la doctora Jennifer Wild, del Instituto de Psiquiatría del Reino Unido.
A continuación presentamos el texto de la doctora Wild, publicado en uno de los blogs de la BBC.
Los pacientes con depresión con frecuencia mejoran cuando modifican su manera de pensar.
Como las terapias tienen más posibilidades que las pastillas de alcanzar resultados duraderos, los médicos deberían dejar de recetar píldoras y promover más otros tratamientos eficaces.
Pacientes con depresión pueden sufrir de baja autoestima y a veces de sentimientos suicidas, por lo que necesitan tratamiento. Seis millones de personas padecen de depresión y ansiedad en el Reino Unido y las encuestas indican que la mayoría no quiere tomar pastillas.
Lo que desean es que se les apliquen tratamientos con resultados duraderos.
Distorsionados
Estos tratamientos están relacionados con la Terapia cognitiva de comportamiento.
La CBT se basa en la teoría, de amplio respaldo, sobre cómo la depresión empieza y sobre lo que sigue después: patrones de pensamientos distorsionados.
Al modificarse los pensamientos de los pacientes se empieza a apreciar la recuperación.
El profesor Robert DeRubeis, de la Universidad de Pensilvania, en EE.UU., y su equipo de trabajo han mostrado que cuando las personas deprimidas en tratamiento transforman significativamente el modo en el que piensan, se nota una mejoría.
Un mercadeo agresivo ha expandido el uso de medicinas para tratar problemas mentales y ahora los antidepresivos son ofrecidos para tratar la ansiedad cuando existe poca evidencia que sugiera que ayudan.
Pero el panorama es confuso.
Los aquejados igualmente se pueden recuperar con placebos, particularmente si los signos del mal son moderados.
Los fármacos pueden ser efectivos, pero no necesariamente los resultados se prolongan en el tiempo y además pueden ocasionar efectos secundarios.
El profesor Peter Tyrer, psiquiatra y editor del British Journal of Psychiatry, coincide conmigo en que aunque los fármacos tradicionales causan sueño, algunos de más reciente creación pueden originar insomnio, inquietud, vómitos y náuseas.
Evaluando la depresión
¿Qué pueden hacer los médicos?
Los profesionales pueden mejorar la manera en que evalúan la depresión y tener pendiente que los resultados duraderos ocurren cuando se modifican los patrones de pensamiento.
Tiene sentido ofrecer tratamientos en esa dirección.
Desde 2006, a los médicos se les vienen ofreciendo incentivos para que evalúen mejor la depresión sirviéndose de cuestionarios.
Sin embargo, un reciente estudio sugiere que ellos prefieren confiar en su valoración clínica que tiene a no coincidir con los resultados de los cuestionarios.
Incluso médicos que confían en este último método siguen ofreciendo pastillas al 80% de sus pacientes deprimidos y terapias al 20%.
Afortunadamente, en 2008 el gobierno británico introdujo el Programa de Mejora del Acceso a las Terapias Psicológicas (IAPT, por sus siglas en inglés), un plan que facilita la disponibilidad de ese tipo de tratamientos para los aquejados de depresión y ansiedad.
Mejores terapias
Con la existencia del IATP hay la posibilidad de un cambio debido a que existen más profesionales que recomiendan tratamientos psicológicos.
La iniciativa se basa en evidencia científica de que terapias como la CBT funcionan mejor y por más tiempo que los fármacos.
El profesor David Clark, consejero clínico del IAPT me dijo que 115 de los 154 centros de salud primaria en Inglaterra tienen ahora un servicio del IAPT.
Asegura además que sin lugar a dudas los pacientes tienen una alternativa real a los medicamentos.
¿Por qué tanta presión para el uso de medicamentos?
Un mercadeo agresivo ha expandido el uso de medicinas para tratar problemas mentales y ahora los antidepresivos son ofrecidos para tratar la ansiedad cuando existe poca evidencia que sugiera que ayudan.
En todo caso con la existencia del IATP hay la posibilidad de un cambio debido a que existen más profesionales que recomiendan tratamientos psicológicos.
Esto debería traducirse en menos personas recibiendo prescripciones médicas para la depresión en un primer término, lo que debería reducir el número de prescripciones crónicas.
Esta situación ahorraría dinero al reducirse la incidencia de la recaída de pacientes y el costo del uso crónico a largo plazo de medicamentos.
Esto también podría llevarnos a lo que los pacientes quieren: terapia en vez de píldoras.
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