De hecho, se producen más muertes por suicidio que por la suma de homicidios y guerras, y se calcula que un 1% de la población mundial fallece por esta causa, afirmó el psicólogo adjunto del Servicio de Hematología del hospital Universitario La Paz de Madrid, Javier Barbero.
Lo hizo durante su intervención, titulada “El afrontamiento del duelo por suicidio”, en el primer simposio del Observatorio del Duelo de la Asociación Viktor E. Frankl, que, bajo el título “Suicidio y Vida. Desde y contra la memoria… hacia el sentido”, se celebró en el Ateneo Mercantil de Valencia los días 6 y 7 de noviembre.
Ante el problema del suicidio, el doctor en medicina de la Fundación Vidal i Barraquer de Barcelona Jordi Font destacó en el mismo simposio la importancia de tomar en consideración los valores espirituales del ser humano como factor preventivo.
Dijo que “el psicoanálisis y la neurociencia, que hasta hace poco eran divergentes con la espiritualidad, están confluyendo en un mismo punto común: el ser humano es un ser destinado a transcenderse a sí mismo.
E insistió en la importancia de fomentar un cambio en nuestra sociedad hacia valores más profundos y espirituales tanto de la vida, como del propio ser humano.
Duelo por suicidio
Por su parte, Barbero afirmó que, tras el suicidio de un ser querido, se debe cambiar la común experiencia de culpa por el respeto.
El experto explicó que el objetivo del duelo es “despedirse de un tipo de relación que lastra a la persona para llegar a otro más creativo”
“Hemos de ayudar al doliente a no instalarse en la culpa”, afirmó, y para ello “hay que ayudar a reconciliarse con los propios límites”, dijo.
Según Barbero, resulta útil “hacer notar que no soy responsable de mi tristeza, pero sí de lo que hago con ella”, indicó, y añadió: “podemos elegir cómo vivir el duelo; y, por fin, sacar lo mejor de uno mismo”.
Sobre las actitudes que no ayudan, pidió no juzgar y aconsejó evitar frases hechas.
Abrazar la emoción
En opinión del experto, la persona que acompaña este tipo de duelos debe “sostener en el dolor, que supone acoger la experiencia del sufrimiento y gestionar el dolor”.
En este sentido, otro de los expertos que intervino en el simposio, el catedrático de psicobiología de la Universidad de Valencia Vicente Simón, presentó los beneficios de la meditación llamada mindfulness, tras la muerte de un ser querido.
“Las emociones que aparecen son tan dolorosas, que nuestra mente intenta huir de ellas -explicó-. Por el contrario, la meditación consiste en mantenernos presentes en la emoción, tomando conciencia de ella (···), igual que si tuviéramos un niño llorando en nuestros brazos abrazamos nuestra emoción hasta que se calme”.
El collar de perlas
También comparó la experiencia de la muerte de un ser querido con la imagen de un collar de perlas que se rompe.
“Igual que nos quedamos sin el hilo que las unía -explicó-, nos quedamos sin un sentido, con fragmentos sueltos que debemos volver a unir.
Simón destacó los pasos que tienen que darse en todo proceso de duelo: sentir el dolor, perdonar, aceptar y amar, agradecer y decir adiós.
El experto animó a no resistirse a lo que es la realidad, pasado el impacto inicial, y señaló como ejemplo de la actitud de aceptación la fase de Jesucristo en el momento de su muerte: “Hágase tu voluntad y no la mía”.
Simón destacó también la conveniencia de desarrollar la autocompasión, la capacidad de darse cariño y amor a uno mismo en cualquier circunstancia, “lo cual en el duelo por suicidio resulta de una grandísima ayuda”.
Vicente Simón también recordó a Viktor Frankl en su planteamiento del espacio de libertad humana que queda entre los estímulos (o acontecimientos) que experimentamos y la respuesta que damos.
El neurólogo y psiquiatra austriaco definió el duelo como una ocasión para la creatividad del ser humano, para volver a rehacer el collar de perlas con un nuevo sentido.
La Asociación “Viktor E. Frankl”, creada en 2001 en Valencia , se dedica a prestar ayuda en el sufrimiento, en la enfermedad y en el duelo, y su ideario se inspira en el humanismo cristiano y en el análisis existencial y la logoterapia de Viktor E. Frankl.
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