Un estudio de la Universidad de Toronto proporciona la primera evidencia directa de que nuestro estado de ánimo literalmente cambia la forma en que el sistema visual cerebral filtra nuestra experiencia perceptual. Esto sugiere que ver el mundo "a través de un cristal de color rosa" es más una realidad biológica que una metáfora.
"Los estados de ánimo buenos y malos literalmente cambian la forma en que nuestra corteza visual opera y el cómo vemos", subraya Adam Anderson, profesor de psicología de la Universidad de Toronto.
El equipo utilizó resonancia magnética funcional para examinar cómo nuestra corteza visual procesa la información sensorial bajo estados de ánimo buenos, malos y neutros.
Los investigadores primero mostraron a los sujetos una serie de imágenes diseñadas para provocar un estado de ánimo bueno, malo o neutral.
A los sujetos se les mostró después una imagen compuesta, que exhibía una cara en el centro rodeada por imágenes de "lugar", por ejemplo casas. Para hacer que fijasen su atención en la imagen central, se pidió a los sujetos que identificaran el género de la persona cuyo rostro se mostraba.
Cuando tenían un estado de ánimo malo, los sujetos no procesaban las imágenes de lugares en el fondo circundante. Sin embargo, cuando veían las mismas imágenes teniendo un estado de ánimo bueno, captaban más información de lo necesario: veían la imagen central del rostro y las imágenes circundantes de casas.
"Las personas pueden procesar una mayor cantidad de objetos en su entorno cuando tienen estados de ánimo positivos. Parece una ventaja, pero el fenómeno también puede conducir a la distracción", explica Taylor Schmitz, del equipo de investigación.
Los estados de ánimo buenos incrementan el tamaño literal de la ventana a través de la cual vemos el mundo. Lo bueno de esto es que podemos ver las cosas desde una perspectiva más global e integradora. Lo malo es que puede distraernos mientras realizamos tareas críticas que requieren de concentración, tales como manejar maquinaria peligrosa u observar el equipaje de los pasajeros en un aeropuerto.
Los estados de ánimo malos, por otro lado, pueden mantenernos más concentrados en un objetivo, evitando que integremos información ajena al objeto de interés de nuestros procesos mentales.
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