Un general masoquista, un santón pederasta, una princesa sin reino, un suicida sin motivo, un hospital sin enfermos, una guerra sin muertos, un concierto sin músicos, un refresco sin sabor, unas ruinas rehabilitadas, un producto de mucho éxito que no existe, un aparcamiento vacío y un amigo que vive en S. Petersburgo (*).
Un adolescente sin móvil, un artista sin look, una puta sin clientes, un inmigrante sin subsidio, un terrorista sin bomba, un asesino sin puñal, una locura lúcida, un funeral sin muerto, un placer sin deseo, un ejército en mision de paz, un enfermo sin enfermedad, un hambre sin apetito, una boda sin noviazgo, una madre sin leche, un politico sin comisión, un heroe sin misión.
Casi todas estas situaciones son imaginables y aunque en algunas de ellas podamos reconocer cierta absurdidad no podemos por menos de sentirlas como algo doméstico y bien conocido, algunas de estas situaciones son comunes en nuestra vida diaria y lo son porque lo que confiere identidad a algo no es el fundamento de ese algo.
La identidad humana es sobre todo algo espectral o imaginario y que carece de fundamento alguno.
Pero hay otras conductas humanas que no son tan conocidas como las que acabo de relatar y se situan -para el observador no iniciado en la psicología o la psiquiatría- más allá del borde de lo comprensible. A este tipo de conductas pertenecen estas preferencias que titulan este post:
La apotemnofilia es el gusto o la preferencia, la busqueda activa por alguien de realizarse amputaciones en su cuerpo -amputaciones que no son necesarias médicamente-, bien por sí mismo o bien a través de algun cirujano. El caso es que estos cirujanos existen y extirpan extremidades a los sujetos que presentan esta oscura preferencia, algo que resulta inquietante y que bordea el escabroso territorio de las preferencias perversas o parafilicas, por no disponer de un nombre mejor.
La mayor parte de ustedes estarán persuadidos de que estas conductas extremas son consecuencia de alguna perturbación mental y seguro que ponen el grito en el cielo o quiza amaguen un quejido de sorpesa, asco o ambas a la vez.
Y sin embargo la mayor parte de ustedes aceptaran sin más que las protesis mamarias son aceptables o incluso las operaciones de cambio de sexo, los balones intragástricos e incluso el aborto. ¿No es verdad que determinadas amputaciones ya forman parte del tejido de nuestras creencias y las vemos como aceptables e incluso como una alternativa estética más?
¿A que viene pues escandalizarse por una amputación más?
La cosa se complica porque además de la manía por hacerse amputar miembros existe otra mania que le es complementaria: la acrotomofilia que es el gusto por mantener relaciones sexuales con amputados tal y como sucede en la pelicula llamada “Boxing Helena” (Empaquetando a Helena) a la que pertenece esta escena.
Lo curioso y aun más paradójico es que este tipo de preferencias ya han sido filiadas por la psiquiatria, como el lector puede ver en este enlace de la wiki donde aquellos nombres tan dificiles de pronunciar ya cuentan con un nicho ecológico que los protege médicamente, se llama “Desorden de la identidad de la integridad corporal“. Para diagnosticar este curioso sindrome es necesario que no coexista con otra enfermedad psiquiátrica, es preceptivo que el que desea amputarse no sea un psicótico o sufra algun tipo de deterioro psiquico, es decir que se encuentre en sus cabales.
No se extrañen ustedes porque es lo mismo que sucede en el transexualismo, que ahora se llama “trastorno de la identidad de género” para cambiarse de sexo es necesario tambien que el paciente no sufra de ninguna perturbación psicótica del ánimo que coexista con esa sensación subjetiva de “ser una mujer aprisionada en un cuerpo de hombre” o viceversa.
Más común aun es el protocolo que existe para operarse del estómago en esa clase de intervenciones quirúrgicas donde de lo que se trata es de implantar algun dispositivo interno que empequeñezca la capacidad del estómago, se considera que este artilugio es una solución para la obesidad mórbida a condición de que no exista ninguna otra patologia alimentaria o psiquiátrica asociada.
La cirugia ha entrado a saco en el terreno de los inconformismos de la identidad pero antes de eso ha sido necesario que:
- Alguien invente una subjetividad nueva, un deseo bizarro no inventariado aun por la medicina.
- Que esta subjetividad sea legitimada por la ciencia y se le de un nombre.
- Que esta subjetividad no se encuentre confundida con cogniciones o sentimientos identificados previamente como patológicos.
- Que haya cirujanos dispuestos a intervenir a estos enfermos y encuentren técnicas eficientes y eficaces.
- Que haya atención por los medios de comunicación y asociaciones de “defensa” de los afectados que presionen para obtener simpatias para su causa.
Y naturalmente hace falta para que todo esto pueda darse que exista además una sociedad narcotizada, una sociedad donde la subjetividad individual sea la única referencia de valor y autoridad. Es necesario una sociedad postmoderna, una sociedad líquida, que haya renegado del sentido común, de la autoridad y que ponga todos los deseos en la misma linea de salida y les adjudique el mismo valor.
¿Quien podrá negar una operación a los apotemnofílicos?, una vez que esa disconformidad con la propia identidad ya ha sido identificada como un trastorno mental que sólo tiene un tratamiento: conseguir la amputación para después reivindicar -naturalmente- una prótesis.
La apotemnofilia es para mí una versión quirúrgica nueva del sindrome de Munchausen, una patologia que aunque rara, suele verse en sus versiones mas leves entre determinados pacientes que buscan activamente a veces desde la simulación de sintomas el rol de enfermo a fin de conseguir cuidados médicos, simpatias hacia su persona o un determinado estatuto relacionado con la enfermedad. El paciente afecto de un Munchausen es un envidioso de la enfermedad.
¿Es así como podemos entender la apotemnofilia? Esa parece ser la hipótesis de esta pelicula de Carlos Brokks “Quid pro quo” que aborda la fascinación y el enamoramiento de una mujer por un paraplejico y que tiene un final sorprendente.
¿La causa de todo esto?
Les dejo con unas citas de Michel Foucault y de otro de los autores que más saben de simulación y simulacros, Jean Baudrillard:
-La perversión no es sólo una venganza de la sexualidad frente a la represión, sino también una forma paradojal de placer que se vuelve hacia el Poder para invadirlo como un “placer a soportar” (Foucault, op cit, pag 63).
-Este desparramamiento de sexualidades periféricas no es más que un truco para lograr una represión más eficaz desde el otro lado de la trinchera: el esperpento, lo grotesco. La equivalencia entre simulación y realidad, entre designio y simulacro.
-La exageración de la puesta en escena erótica es mucho más eficaz como medio de aversión que la tradicional prohibición represiva (Baudrillard, 1990).
-La existencia de una prohibición crea a su alrededor un campo de actividades ilegales, que procura supervisar, al tiempo que extrae de ese campo un beneficio ilícito a través de los elementos, ellos mismo ilegales, pero manipulables gracias a su organización como delincuencia….la delincuencia facilita un mantenimiento generalizado del orden (Vigilar y Castigar, op cit)
-Ejercer un poder que pregunta, vigila, acecha, espía, excava, palpa y de otro lado el placer de huir, engañar o desnaturalizar. Poder que se deja invadir por el placer al que da caza y frente a él, placer que se afirma en el poder de mostrarse, escandalizar o resistir.
Dicho de otra forma: Para Foucault este tipo de “perversiones” obedecen a una diseminación de oportunidades de goce legitimadas socialmente. Para él es la estrategia que utiliza el Poder para capturar las mentalidades individuales. Personalmente creo que lo que contradice su idea es que en el escenario actual no es tanto el poder y la represión sexual la que favorece estas conductas sino todo lo contrario: la comprensibilidad excesiva, la negligencia social para declarar algo como intolerable y la escasa capacidad de poner limites a la inventiva humana y la deserción a la hora de neutralizar los discursos individuales por consignas colectivas que resulten normativas sin ser a su vez represivas.
Pero en la sociedad actual ¿quien podrá ejercer ese poder?
¿Quien podrá poner limites a la subjetividad humana?
¿En nombre de qué?
(*) Se trata de un cuento de Franz Kafka donde un sujeto probablemente esquizoide hace creer a su padre que mantiene un amigo en S. Petersburgo con el que se cartea, un amigo que naturalmente no existe pero que sirve al protagonista para hacer creer al padre que mantiene alguna relación.
Bibliografia:
M: FOUCAULT “Historia de la sexualidad”. Tomo 1. La voluntad de saber. Siglo XXI editores. México 1977.
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