21 de Junio de 2010. Una nueva investigación realizada por académicos en la Universidad de California en Santa Bárbara indica que la habilidad humana de detectar a los facinerosos refleja el funcionamiento de un sistema de razonamiento que evolucionó para ese fin concreto, y no puede ser explicada mediante habilidades más generales para razonar sobre reglas condicionales, violaciones morales, o interacciones sociales.
Según los autores, este sistema se activa sólo cuando se detecta una transgresión que potencialmente puede revelar un aspecto específico de la personalidad de alguien, su tendencia a actuar de manera deshonesta.
Los resultados del nuevo estudio, que retoma la línea de investigación abordada por uno anterior que mostró evidencias neurológicas de un sistema distinto de detección de facinerosos, refutan concretamente la teoría de la "pizarra vacía" de la inteligencia humana. Esta teoría trata de explicar habilidades especiales, por ejemplo la capacidad de detectar facinerosos, como un producto de la experiencia y de una capacidad general de aprender o razonar.
La psicóloga Leda Cosmides, codirectora del Centro para la Psicología Evolutiva de la Universidad de California en Santa Bárbara, ha llevado a cabo el nuevo estudio junto con el antropólogo John Tooby, codirector del citado centro, y H. Clark Barrett, antropólogo que ahora trabaja en la Universidad de California en Los Ángeles.
El intercambio social es la forma de cooperación que se da cuando las personas intercambian favores. Los análisis evolutivos han mostrado que el intercambio social no puede evolucionar a menos que los individuos sean capaces de detectar a los que actúan sin honradez. Por lo tanto, desde un punto de vista evolutivo, el propósito de detectar conductas deshonestas es asociarlas a una identidad, para deducir la personalidad.
Sin embargo, sólo algunas violaciones de los contratos sociales son relevantes para evaluar la personalidad. Por ejemplo, alguien puede ser privado de aquello a lo que tiene derecho, por culpa de un error inocente o cuando algo interfiere de manera accidental en la marcha de los acontecimientos. En esos casos, el sistema cerebral para valorar lo ocurrido no es el mismo que cuando se produce una flagrante falta de honradez, situación ante la cual sí se activa ese sistema cerebral especializado en lidiar con los facinerosos.
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