El análisis químico de una estalagmita encontrada en el oeste de Virginia sugiere que los nativos norteamericanos emitieron a la atmósfera una cantidad significativa de gases de efecto invernadero debido a sus prácticas en el uso de la tierra. Quemaron árboles para despejar bosques y reconvertirlos en plantaciones de las que recolectar los productos agrícolas que constituían una parte importante de su dieta.
Los nativos norteamericanos habían logrado un nivel de vida sofisticado. Estaban muy avanzados en temas agrícolas, y supieron conseguir el máximo rendimiento de las tierras que habitaban. Esto sucedía en toda América del Norte, no sólo en algunos lugares.
Inicialmente, Gregory Springer, profesor de ciencias geológicas en la Universidad de Ohio y autor principal del estudio, y sus colaboradores de esa universidad, la de Texas en Arlington, y la de Minnesota, estudiaban los ciclos históricos de la sequía en Norteamérica usando isótopos de carbono presentes en las estalagmitas.
Para su sorpresa, obtuvieron evidencias de un gran cambio en el ecosistema local que comenzaba en torno al año 100 a.C. Esto intrigó al equipo porque una excavación arqueológica en una cueva cercana había sacado a la luz evidencias de una comunidad norteamericana nativa asentada allí hace unos 2.000 años.
El equipo de investigación encontró niveles muy altos de carbón vegetal que comenzaron a darse hace unos 2.000 años. El historial de niveles isotópicos de carbono concordaba con eso.
Lo descubierto sugiere que los norteamericanos nativos alteraron de manera significativa el ecosistema local, al quemar bosques, probablemente para liberar espacio que destinaron a campos agrícolas y a plantar ciertos árboles frutales.
Mucho antes de que los humanos empezáramos a quemar combustibles fósiles, ya había gente que emitía gases de efecto invernadero a la atmósfera. Por supuesto, no lo hacían en cantidades tan elevadas como las de hoy en día, pero aún así su aportación a la acumulación de gases de invernadero en la atmósfera fue significativa.
Por fuerza, esa antigua deforestación tuvo que impactar sobre el clima global. Por ejemplo, la deforestación actual por quema de la selva amazónica es una de las fuentes más grandes de emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo. La quema prehistórica de bosques efectuada por los nativos norteamericanos fue menos intensa, pero constituyó una fuente no trivial de gases de efecto invernadero.
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