Me quedo con un par de párrafos de las conclusiones (negritas mías):
La esperanza de vida al nacer ha pasado de 34,76 años en 1900 a 78,71 en 1998 para el conjunto de la población (de 33,85 a 75,25 años en varones, y de 35,70 a 82,16 años en mujeres). Esta evolución representa una ganancia de 43,95 años de vida (41,40 en varones, 46,46 años en mujeres). La mitad de estos años ganados, 22,14, se debe a mejoras en la supervivencia en los menores de 15 años, sobre todo durante los dos primeros tercios del siglo.
La mejora en la esperanza de vida en los dos primeros tercios del siglo XX se debe en gran parte a la mejora de las condiciones de vida de los niños, pero en el último tercio del siglo parece estar mucho más relacionada con la mejora de la asistencia sanitaria y su extensión a toda la población, beneficiando especialmente a los mayores de 65 años.
La sanidad ha mejorado, indudablemente, gracias a la ciencia. Tenemos todo tipo de aparatos en los hospitales para medir, controlar y mejorar todo tipo de variables biológicas. Y no sólo asistencia sanitaria en hospitales y centros de salud. La sanidad también ha entrado de lleno en nuestra alimentación. Lo que comemos ha pasado controles sanitarios exhaustivos y, si algo se ve extraño, rapidamente se retira el producto en cuestión. Puedes pensar lo contrario si quieres, pero los datos los tienes delante de ti. Al menos, deja de pensar en conspiraciones.
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