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Lunes, 13 de Julio de 2009 |
¿Tuvo una larga y agradable charla con alguien recientemente? ¿Algún buen amigo le ha ayudado a hacer una tarea de bricolaje en casa? Entonces será afortunado si dentro de siete años aún puede contar con esa persona para tales cosas. El sociólogo Gerald Mollenhorst investigó cómo el contexto en el cual nos reunimos con las personas influye en nuestra red social. Una de sus conclusiones: Perdemos paulatinamente a miembros allegados de nuestra red, y después de siete años sólo quedan en ella cerca de la mitad de los que estaban al principio de ese periodo. Uno tiene la familia consanguínea que le toca, sin poder escogerla. Pero sí puede elegir a los amigos; o al menos eso es lo que suele decirse. El nuevo estudio pone en entredicho el alcance de nuestra libertad de escoger amistades. Durante años, los sociólogos han debatido sobre hasta qué punto las redes personales son el resultado de preferencias propias o del contexto en el cual dos personas pueden conocerse y entablar amistad. ¿Su mejor amigo lo hubiese sido si no hubieran sido compañeros de clase en la escuela durante varios años? Si a la persona que hoy es su cónyuge no se la hubieran presentado unos amigos comunes, ¿habría logrado entablar una relación con ella? Para responder a estas preguntas, Mollenhorst realizó una encuesta a 1.007 personas con edades de entre 18 y 65 años. Siete años después, los encuestados fueron contactados nuevamente y 604 de ellos fueron entrevistados otra vez. Respondieron a preguntas como: ¿Con quién conversa usted sobre asuntos personales importantes? ¿Quién le ayuda con tareas de bricolaje en su casa? ¿A quién se alegra de ver? ¿Dónde conoció a esa persona? Y, ¿dónde se reúne usted con esa persona ahora? Con esta investigación, Mollenhorst ha confirmado que las redes personales no están formadas sólo sobre la base de elecciones propias. Estas elecciones están limitadas por las oportunidades de encontrarse con las personas. Otro indicador de peso que respalda esto deriva del hecho de que las personas con frecuencia escogen a sus nuevas amistades en un contexto en el cual ya han escogido previamente a otras. Aún más, el grado en que nuestros amigos se conocen entre sí depende mucho del contexto en el que las personas se encuentran unas con otras. En la investigación se comprobó que en un período de siete años el tamaño promedio de las redes personales se mantuvo muy estable. Sin embargo, a lo largo de siete años reemplazamos a muchos miembros de nuestra red por otras personas. Sólo el 30 por ciento de nuestros compañeros cotidianos de tertulia y los colaboradores habituales en tareas de bricolaje aún mantienen esas mismas posiciones siete años después. Y sólo el 48 por ciento forma aún parte de la red. |
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