MÉXICO, D.F.- Aquella frase de “ojo por ojo, diente por diente” al parecer es una de las favoritas del sexo femenino, ya que recientemente, se reveló que las mujeres planean más sus actos de venganza que los hombres.
Mientras que ellos tienden a la acción física inmediata, ellas aíslan a sus rivales y piensan más la conducta que ejercerán en su contra para desquitar su coraje.
Esto lo demostró la investigación “Componentes neuropsicológicos de la conducta proactiva y reactiva: Estudio electroencefalográfico y neurovegetativo de adultos con altos niveles de agresividad”, efectuada por el doctor Óscar Galicia Castillo, investigador de la Universidad Iberoamericana de la ciudad de México.
El también director del Laboratorio de Neurociencias de esta institución, asegura que según la clase de representaciones conductuales que uno manifiesta, se puede distinguir el tipo de agresión que se ejerce sobre los otros.
Cuando la persona reacciona con alta actividad emotiva ante un estímulo desagradable y no puede controlar su exaltación, se le denomina agresor reactivo; en cambio, cuando la respuesta emocional es débil, el sujeto se presenta calmado y planea su estrategia para disparar su enojo en el momento requerido, es un agresor proactivo.
El especialista y su equipo de investigadores aplicaron más de 90 mediciones a hombres y mujeres con características agresivas. A raíz de las pruebas de personalidad, cuestionarios socioeconómicos y análisis electrofisiológicos, el doctor encontró que las mujeres son más proactivas y los hombres reactivos.
El 70% de la población masculina del Centro de Rehabilitación, agredía físicamente ante un estímulo negativo, mientras que sólo 10% de las damas acudía a los golpes; ellas preferían aislar a quienes las hicieran enojar.
El experto explicó que este fenómeno posiblemente se relaciona con las diferencias en los roles que se acentuaron en el cerebro hace más de cien mil años. El varón se encargaba de la caza para llevar alimento al hogar; él debía ir tras la presa y matarla, mientras la mujer se quedaba en la aldea recolectando frutos.
La jerarquía en ellas no se establecía con base en la fuerza, infiere el experto, sino en quién podía ser una mejor dirigente. Por estas circunstancias el hombre desarrolló más el sistema límbico, es decir, el área cerebral que se encarga de la respuesta emotiva, y las mujeres, la zona de la corteza prefrontal, que regula el sistema de las emociones.
Con la investigación en curso, el académico y su equipo buscan comprobar la existencia de distintas formas de funcionamiento cerebral en cada tipo de agresor.
Suponen que existen personas mucho más susceptibles a ser agresivas por su propia configuración cerebral; cuando esta conducta se asocia con condiciones sociales adversas y hostiles, muy probablemente se tendrá a una persona que puede transformarse en alguien perverso.
La evolución de la agresión
El doctor en sicología explica que la agresión es universal en los seres humanos; sin importar en qué lugar del mundo se encuentra, el tiempo en el que haya vivido o la cultura en el que se desenvuelva, las personas la presentan.
Esta conducta ha sido importante para la supervivencia humana. En el pasado, el más fuerte era quien obtenía sus metas; en la actualidad se refleja a través de mostrar liderazgo o inteligencia.
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