2 de Agosto de 2010. La ciencia ha tratado de explicar durante mucho tiempo por qué el cerebro de un bebé es particularmente flexible y por qué cambia con tanta facilidad. ¿Es porque los bebés tienen que aprender mucho? Un grupo de investigadores del Instituto Max Planck para la Dinámica y la Autoorganización en Gotinga (Alemania), la Universidad de Princeton (Estados Unidos) y otras instituciones, ha propuesto ahora una nueva explicación: Quizás es porque el cerebro todavía tiene que crecer.
Usando una combinación de experimentos, modelos matemáticos y simulaciones por ordenador, los investigadores han demostrado que las conexiones neuronales en la corteza visual de gatos se reestructuran durante la fase de crecimiento y que esta restructuración puede ser explicada recurriendo a procesos capaces de organizarse a sí mismos. El estudio fue dirigido por Matthias Kaschube, antiguo investigador del mencionado instituto y ahora en la Universidad de Princeton.
El cerebro cambia continuamente. Las estructuras neuronales no son fijas, sino que se modifican con cada paso de aprendizaje y cada experiencia. Sin embargo, ciertas áreas del cerebro de un bebé recién nacido son particularmente flexibles. En experimentos con animales, el desarrollo de la corteza visual puede ser fuertemente influenciado en los primeros meses de vida, por ejemplo, por diferentes estímulos visuales.
El cerebro realiza una proeza tremenda al llevar a cabo semejante restructuración a la vez que continúa funcionando. Es como modificar una máquina mientras se la mantiene en marcha. Y, tal como subraya Wolfgang Keil del mencionado instituto, detrás de la hazaña no hay un ingeniero que dirija la planificación; el proceso se debe generar a sí mismo.
Los investigadores usaron modelos matemáticos y simulaciones por ordenador para dilucidar cómo el cerebro podría lograr esta restructuración. Por una parte, el cerebro trata de mantener las relaciones locales en la corteza visual tan uniformes como sea posible. Por otra parte, el desarrollo de la corteza visual está determinado por el propio proceso visual.
Los investigadores han logrado dar con una base matemática que describe de manera notablemente fidedigna cómo la corteza visual se reestructura durante la fase de crecimiento.
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