Durante los últimos 2 años en mi pelo han aparecido bastantes canas. ¡Y me preocupa!
No porque piense que pueda o deba evitarlo, faltaría mas, sino por si es un signo de que el intenso y desordenado ritmo de vida que llevo puede estar pasando factura al proceso de envejecimiento celular de mi cuerpo.
Por eso, cuando la semana pasada un amigo a quien no veía desde hacía tiempo me dijo “¡Cuantas canas te han salido!”, en lugar de responder “¡Pues tú esa panza no la tenías!”, decidí buscar un poco de información científica sobre la relación canas-estrés-envejecimiento.
El primer dato encontrado fue positivo: un estudio danés siguió a 20.000 personas y no encontró ninguna relación entre mortalidad por causas naturales y edad de aparición de canas, signos de arrugas, o calvicie. Es decir, la pronta aparición de canas no parece indicar que tu cuerpo envejezca (desde una perspectiva médica, no estética) más rápido.
Interesante, pero tampoco es una gran sorpresa que digamos, y no explicaba si episodios de estrés podían adelantar el emblanquecimiento de mi pelo. Siguiendo esa pista encontré un artículo de hace algunos meses debatiendo si el incremento de canas de Barack Obama podía ser debido a la presión que estaba sometido. Los médicos consultados venían a expresar un “No. Ya le tocaba, y punto”. El principal factor –y destacado- que marca cuando tu pelo empezará a volverse blanco son los genes que te pasen tus padres. En concreto, entre razas los blancos suelen empezar más pronto, seguidos de los asiáticos y las personas de color. Lo normal es que las primeras canas aparezcan pasados los 30, y que a los 50 la mitad de nuestros pelos sean blancos. La gran diversidad que puedes observar depende básicamente de la genética.
Ok, pero… ¿el estrés acelera el proceso o no? Pues parece que no; que el vínculo vida atosigada-canas es un mito.
Sí se ha observado una relación con el estrés celular. Por estrés celular los científicos entienden la acumulación de agresiones que recibe el ADN de tus células, ya sean los famosos radicales libres, procesos metabólicos intracelulares, o factores externos como agentes químicos o luz ultravioleta. Y resulta que los melanocitos de tus folículos capilares son bastante sensibles a estos cambios.
Los melanocitos son las células que, dentro de cada folículo capilar, van produciendo el pigmento melanina que impregna y da color a las fibras de keratina de tu pelo.
A medida que envejeces las células precursoras de melanocitos van dañándose y perdiendo actividad, y un estudio publicado el pasado julio en la revista Cell sugiere que si maltratas su ADN, disminuye su diferenciación hacia melanocitos. En uno de los experimentos, sometieron ratones a radiaciones de UV y vieron un daño celular asociado a mayor aparición de pelos blancos.
Es decir, agresiones físicas sí pueden hacer aparecer más canas, pero no hay estudios científicos concluyentes que hayan encontrado una relación directa entre el estrés psicológico y que más proporción de pelos salgan blancos en lugar de oscuros.
Conclusión: Respecto mis canas, debo quedarme tranquilo y hacer caso a esa chica que me mira con buenos ojos y dice que no me hacen más viejo sino más interesante.
Pero… ¿y esa incipiente coronilla que por suerte sólo veo cuando la desalmada peluquera pasa ese espejito malévolo para mostrarme desde todos ángulos cómo quedó de mi corte de pelo?
Tras la pista de las canas de Obama, venía el cotilleo sobre la supuesta pérdida de vitalidad de la lujuriosa melena de la queridísima Sarah Palin durante la precampaña. ¿Estará relacionado el estrés con el debilitamiento y la pérdida de pelo? En esto sí, no? Pues depende.
El estrés de verdad, el que se sufre tras un suceso traumático, un momento de intensidad emocional o física verdaderamente extrema, o en ocasiones tras el nacimiento de un hijo, sí puede desencadenar un desorden llamado telogen effluvium: El ciclo de crecimiento de los folículos capilares se detiene, tu cabellera no se irá regenerando, se debilita, y a los tres meses experimentarás una perdida de pelos considerable. De normal te pueden caer unos 100 pelos cada día, y ante una situación así puede fácilmente quintuplicarlo.
Pero esto sólo ocurre en casos de estrés patológico serio. El “estoy estresado” de los que nos quejamos por vicio, que no pasa de dormir poco por trabajar mucho pero al mismo tiempo no querer perderse ningún sarao, no conlleva directamente pérdida de pelo. Si va unido a una dieta pobre, tomar más copas, o un maltrato generalizado del cuerpo, sí puedes perder más pelo y tenerlo más finito (esto me recuerda que quizás debería actualizar la foto del blog…). Pero de por sí, el “ir a tope” cotidiano es bastante menos trascendente para el debilitamiento del pelo de lo que solemos creer.
Conclusión final: que no me merece la pena bajar el ritmo…
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