Una expresión facial puede decir mucho. En numerosas culturas, el balanceo vertical de la cabeza significa asentimiento, lo que ante las explicaciones de un interlocutor significa que le entendemos, en tanto que fruncir el ceño puede interpretarse, en el contexto adecuado, como una petición al interlocutor para que vuelva a explicar mejor lo que acaba de decir pues no lo comprendemos.
Los científicos del Instituto Max Planck para la Cibernética Biológica han constatado que podemos clasificar una expresión mucho mejor cuando se mueve de manera natural que cuando está "congelada" en una fotografía. Para adquirir la ventaja de la información dinámica, tenemos que ver la expresión en movimiento durante al menos 100 milésimas de segundo. Si la secuencia de video es más breve, nuestro cerebro es menos capaz de interpretar el movimiento facial. Algunas expresiones dependen de cambios en la orientación de la cabeza, por ejemplo un movimiento vertical o bien horizontal de ésta, en tanto que otras se basan en movimientos complejos que resulta difícil detectar en una imagen estática.
"Las expresiones faciales, de la misma manera que los ademanes y el movimiento corporal, son un fenómeno dinámico y tienen que ser investigadas con ayuda de secuencias de video, con el propósito de conseguir una mejor comprensión de la información dinámica que está siendo procesada", subraya Christian Wallraven, coautor del estudio.
Los resultados de este estudio también son relevantes para el campo de la animación por ordenador, ya que en esta especialidad el objetivo es crear avatares artificiales y animaciones faciales que sean capaces de comunicarse de modo realista.
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