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lunes, 25 de enero de 2010

Neurociencias: Primeros cuatro años de vida determina desarrollo futuro de los niños.


Las neurociencias han demostrado que dos billones de neuronas se crean en los primeros meses de vida, pero sólo con la adecuada estimulación cognitiva, afectiva y el acceso a distintas experiencias es posible que los niños y niñas logren su pleno desarrollo.

El rendimiento académico, las posibilidades de caer en la delincuencia o de ser adicto a la nicotina; son solo algunos de los aspectos que se ven determinados por los primeros cuatro años de vida. Cada día las neurociencias entregan más evidencias de que la primera infancia es una de las etapas más decisivas en la vida de un ser humano, ya que en ella se sientan las bases de las capacidades cognitivas, sociales y afectivas centrales que prepararan a un niño o una niña para la vida en sociedad.

En la última década los avances científicos han permitido una mayor comprensión de los procesos de desarrollo cerebral y del sistema nervioso y sensorial, evidenciándose la importancia vital de la vida intrauterina y de los primeros años en la maduración biológica que permite a los individuos llegar a ser personas integradas en una sociedad. Por ejemplo, en los primeros meses de vida se desarrollan más de cien billones de neuronas las cuales en una delicada obra de ingeniería deben unirse para dar forma definitiva al cerebro y establecer las conexiones que permitirán los pensamientos, sentimientos, emociones, expresiones, acciones desde allí hasta su adultez.

Así es como, la Organización Mundial de la Salud ha señalado que las condiciones ambientales en la primera infancia, son el determinante más poderoso de las competencias básicas con las que un ser humano se adaptará al mundo. De hecho, asevera que el desarrollo temprano continúa influyendo en la salud de las personas, en distintas formas, a lo largo de todo el ciclo vital.

Como ya lo señalaba Hyman “….en la danza de la vida, los genes y el ambiente son socios inseparables. Los genes esbozan el esquema básico del cerebro, luego la estimulación del medioambiente, ya sea la luz que llega a la retina o el sonido de la voz en el nervio auditivo, enciende y apaga los genes afinando estructuras cerebrales, antes y después del nacimiento.”



Condiciones que no se repiten



Las investigaciones han demostrado que existe una edad óptima para los distintos tipos de estímulos sensoriales y motores, pasada la cual, no vuelven a darse de la misma manera. Es así como la cantidad, calidad, intensidad y diversidad de las experiencias sensoriales y motoras determina en gran medida la gama de estímulos que el niño será capaz de reconocer y apreciar.

De este modo, un niño que no recibe la estimulación necesaria queda con un rezago o retraso en el desarrollo que –de no ser tratado- será determinante para el resto de su infancia y vida adulta. Las cifras son bastante elocuentes: Según Verónica Silva, Secretaria Ejecutiva del programa Chile Crece Contigo, en Chile 3 de cada 10 niños llegan a la Educación Preescolar con algún nivel de rezago. Por ello “es fundamental detectar tempranamente ese rezago y generar las instancias para que todos los niños y niñas reciban la estimulación adecuada”.

Pero no sólo se trata de la estimulación cognitiva. “Nada de esto sirve si no es apoyada su parte afectiva y social, si son queridos y contenidos de forma que aprendan a confiar en el mundo”, señala Pilar Fort, investigadora y experta de la organización norteamericana Zero to Three que promueve el adecuado cuidado y estimulación de niños pequeños.

Por el contrario, la adversidad y las relaciones deterioradas también impactan en el desarrollo del cerebro. De esta forma, cuando el niño o la niña no reciben relaciones de protección y cuidados adecuados, aumenta el nivel de hormonas asociadas al estrés generando mayor riesgo de enfermedades físicas y mentales que dura hasta su vida adulta. También se ha demostrado que de los castigos no se extraen aprendizajes, al contrario es con los resultados positivos que se activan las redes neuronales en el cerebro, plasmando el aprendizaje correcto. Por esto es importante que los padres y cuidadores de niños en lugar de retarlos cuando hacen algo mal, les muestren la forma correcta de hacerlo. “Los aprendizajes hay que enseñarlos a través del ensayo reiterativo”, grafica Marcela Peña, investigadora en Neurociencias de la U. de Chile.

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, la calidad del cuidado materno produce efectivos cognitivos y emocionales de largo plazo. Lo importante de esto es que las habilidades de crianza pueden mejorarse y que existe un amplio interés de los padres por entregar una buena formación a sus hijos.

Por esto es que en todo el mundo se están fomentando programas de protección integral a los niños menores de 4 años. Con el fin de ayudarlos a desarrollar toda su capacidad y que tengan las condiciones para vivir una vida plena. Esto planes incluyen a la familia, su entorno, condiciones de vida y por supuesto, la detección temprana de cualquier trastorno o problema de salud. Inglaterra lleva la delantera con 10 años de experiencia. En Chile el Programa Chile Crece Contigo apunta a los mismos objetivos. Pero su intención no es sólo abarcar a la población de menores recursos. Se trata de un programa integral que busca llegar también a quienes se atienden en el sector privado de salud y educación preescolar. De esta forma se encuentra desarrollando los convenios que les permitan acceder a estos conocimientos, metodologías y aprendizajes.

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