En su estudio, David Layton y Paloma Beamer señalan que el polvo de las viviendas es una mezcla de productos que incluye partículas de piel muerta desprendida de los cuerpos de las personas, fibras de las alfombras y de muebles tapizados, y partículas transportadas desde el exterior por el aire o por las suelas de los zapatos y otros objetos afines.
El polvo doméstico puede incluir plomo, arsénico y otras substancias potencialmente dañinas que proceden del aire y la tierra exteriores. La presencia de tales productos nocivos resulta especialmente preocupante si tenemos en cuenta que los niños pueden ingerirlos involuntariamente al ponerse dentro de sus bocas juguetes y otros objetos sucios de polvo.
Valiéndose de un modelo informático que puede rastrear la distribución de la tierra contaminada y los materiales particulados transportados a las viviendas, los investigadores han encontrado que, al menos en el escenario local contemplado, alrededor del 60 por ciento del polvo de una vivienda se origina fuera de ella.
Los autores del estudio estiman que casi el 60 por ciento del arsénico presente en el polvo del suelo de las viviendas puede provenir del arsénico existente en el aire circundante, y el resto se debería al polvo portado hacia el interior por suelas de zapatos y otros medios afines.
Los investigadores señalan que su modelo podría usarse para evaluar métodos destinados a reducir los productos contaminantes en el polvo y la exposición humana a los mismos.
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