El estudio, realizado en ratones, explica que la mutación de dos genes implicados en la esquizofrenia conduce al mal funcionamiento de unas neuronas reguladoras de la corteza cerebral
"Si hay una enfermedad cerebral de la que conocemos poco su sustrato biológico es la esquizofrenia, y me refiero no a lo que aprecian los psiquiatras, los síntomas, sino a qué neuronas funcionan mal", avanza el neurocientífico español Oscar Marín. El investiga con su equipo desde hace años dos genes que, cuando son normales, se ocupan en el embrión de que unas neuronas de la corteza cerebral, llamadas interneuronas, lleguen a su posición correcta. Ahora, en colaboración con el equipo que co-dirige con la también neurocientífica Beatriz Rico, ha descubierto que los mismos genes son necesarios para que se formen las conexiones de las interneuronas, es decir, para que puedan comunicarse con otras neuronas. Y lo más interesante es que cuando están mutados, esos dos genes son clave en la esquizofrenia. Los investigadores parecen así haber dado un nuevo e importante paso adelante al descifrar cómo afecta la alteración de estos dos genes al sistema de señales entre neuronas, provocando el mal funcionamiento de la corteza cerebral que es característico de la esquizofrenia. Marín, Rico (Instituto de Neurociencias, Alicante) y sus colegas dan a conocer los resultados de su investigación, realizada con ratones, en la revista Nature.
En la corteza cerebral hay dos tipos de neuronas, explica Rico. La mayoría son de las llamadas piramidales, que hacen múltiples funciones; el otro tipo son las interneuronas, especializadas en regular la actividad de las primeras. El trabajo de estos científicos no va a pasar desapercibido en absoluto ya que, mientras que la mayoría de las investigaciones en este campo se han centrado en las neuronas piramidales, Marín y sus colegas apuntan hacia las otras, las interneuronas, como desencadenantes de la esquizofrenia cuando funcionan mal.
Los dos genes en los que ellos se centran son los denominados Nrg1 y ErbB4. Se han identificado hasta ahora unos 10 ó 12 genes relacionados con la esquizofrenia, pero son menos los que realmente parecen claves en la enfermedad y los dos con los que trabajan Marín y Rico, según explican ellos mismos, parecen ser los favoritos. Todos las mutaciones que han probado estos investigadores españoles en el experimento provocan disfunciones características de la corteza cerebral en pacientes con esquizofrenia.
"Lo que me parece más interesante es que las mutaciones de diferentes genes, en esta enfermedad, podrían converger en las interneuronas", dice Marín. En la investigación participan seis científicos del Instituto de Neurociencias (CSIC-Universidad Miguel Hernández), un experto de la Universidad de Castilla-la Mancha, y un estadounidense, de la Universidad de California en Davis, que ha aportado los ratones transgénicos del experimento. La investigación se inscribe en el programa Consolider del instituto de Alicante.
"La esquizofrenia es una enfermedad compleja que interfiere en las funciones de varios sistemas cerebrales necesarios para las actividades cognitivas y el comportamiento social", recalcan los investigadores en Nature. En cuanto al componente genético del trastorno, Marín explica que su "carácter hereditario es enorme", lo que no excluye que haya una influencia del entorno notable para desencadenar el trastorno esquizofrenia en quienes padecen la predisposición genética. En realidad, dice este investigador, es muy posible que no se trate de la esquizofrenia, sino de esquizofrenias, diferentes formas de la enfermedad, algo así como el cáncer de hace unas décadas ha resultado ser muchos diferentes cánceres.
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