El estudio, realizado por doctores en el Centro Médico de la Universidad de Rochester, indica que a medida que la gente envejece, se producen cambios significativos en los huesos del rostro, en particular en el hueso de la mandíbula, que contribuyen a la aparición de rasgos faciales comúnmente asociados a la vejez.
El nuevo estudio sugiere que el futuro enfoque para los tratamientos de rejuvenecimiento facial podría basarse en la premisa de restaurar primero la estructura subyacente y luego aplicar procedimientos para estirar la piel.
Revisando una colección de 120 escaneos faciales mediante tomografía computerizada, los cirujanos plásticos midieron los cambios producidos en los huesos de la cara con el transcurso del tiempo. Estos escaneos fueron divididos en tres grupos con 20 hombres y 20 mujeres en cada uno: un grupo de personas jóvenes, otro de gente de mediana edad, y el tercero con sujetos de 65 ó más años de edad.
Los investigadores usaron un programa informático para medir en cada escaneo la longitud, ancho, y ángulo del hueso de la mandíbula, y comparar los resultados de cada grupo. El uso de tomografía computerizada en este estudio permitió obtener una reconstrucción tridimensional y mediciones más precisas.
El ángulo de la mandíbula se incrementa marcadamente con la edad, lo cual provoca una pérdida de la definición del borde inferior de la cara, según los resultados del estudio. En las comparaciones entre los grupos, se aprecia que la longitud de la mandíbula se hace significativamente menor al pasar de la juventud a la edad mediana, mientras que el descenso en la altura de la mandíbula al pasar de la edad mediana a la ancianidad es notable.
"La mandíbula es la base de la parte inferior de la cara, y los cambios en ella afectan a la estética de la cara", subraya el Dr. Howard N. Langstein, profesor y jefe de Cirugía Reconstructiva y Plástica en el Centro Médico de la Universidad de Rochester.
Esta pérdida de volumen óseo puede contribuir a que la piel del rostro se vuelva flácida, entre otros efectos que conducen a la aparición de rasgos faciales típicos de la vejez.
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