Los quásares son regiones alrededor de agujeros negros gigantes donde la materia es absorbida y la luz se une al espacio. El origen de estos potentes objetos no estaba claro, pero un nuevo estudio encontró que probablemente se forman cuando colisionan dos galaxias masivas.
No todos los grandes agujeros negros se convierten en quásares – la distinción está reservada para aquellos agujeros negros supermasivos que están creciendo. Conforme se alimentan de la materia que gira a su alrededor, la fricción y calor libera copiosas cantidades de radiación que hacen de los quásares algunos de los objetos más brillantes del universo.
Por lo que para tener un quásar, una galaxia debe contener un almacén suficiente de masa en su centro lista para ser engullida por el agujero negro supermasivo. Y la mejor forma de lograr este suministro de alimento concentrado en el centro galáctico es una fusión entre dos grandes galaxias ricas en gas, según confirmó el estudio.
Esta idea la sugirió por primera vez David Sanders, astrónomo de la Universidad de Hawai, en 1988. Pero no ha sido hasta ahora cuando se ha tenido pruebas observacionales de galaxias lejanas de los inicios del universo para confirmarlo.
Sanders y un equipo de astrónomos liderados por Ezequiel Treister, también de la Universidad de Hawaii, combinaron datos procedentes de los telescopios espaciales Hubble, Chandra y Spitzer de galaxias muy lejanas y buscaron signos de quásares que estuvieran oscurecidos por el gas y polvo de sus alrededores. Los telescopios, que barren el universo en luz óptica, de rayos-X e infrarroja respectivamente, permitieron a los astrónomos abrirse camino a través de la bruma.
Los astrónomos encontraron una muestra considerable de estos lejanos quásares ocultos, y calcularon cuántos quásares oscurecidos había a distintas distancias, lo que representa distintas épocas en la historia del universo, debido a que cuanto más lejos están, más tiempo necesita la luz para llegar hasta la Tierra.
Los investigadores creen que los quásares recién nacidos a menudo están ocultos a la vista, pero que con el tiempo el material que los rodea caerá al agujero negro, haciendo visible el quásar. Esto sugiere que los quásares oscurecidos son más habituales a distancias lejanas – antes en el tiempo – pero que recientemente muchos de ellos habrán transicionado hacia su fase visible. Y sus observaciones confirmaron esto.
“Hicimos un modelo simple en el que cada fusión de galaxias genera un quásar que primero está oscurecido y luego aparece a la vista”, dijo Treister a SPACE.com. “La concordancia es muy notable. Esto indica que casi cada fusión galáctica genera un quásar”.
Los agujeros negros supermasivos se cree que residen en el centro de la mayor parte de las galaxias. Incluyendo nuestra propia Vía Láctea. Pero muchas de ellas no han sufrido fusiones con otras galaxias, y por tanto carecen de suficiente gas esperando a ser absorbido. Otras galaxias puede que en algún momento alojaran un quásar, pero se agotó su alimento y decayeron en un agujero negro central relativamente tranquilo.
La Vía Láctea no parece haber sufrido ninguna gran colisión con otras galaxias en el pasado. No obstante, nuestra galaxia vecina, Andrómeda, se supone que impactará con la Vía Láctea en un futuro lejano.
“Cuando la Vía Láctea colisione con Andrómeda, si en ese momento hay suficiente gas disponible, el gas probablemente terminará en el centro alrededor del agujero engro, formando un quásar”, comenta Treister.
Los científicos informan de sus hallazgos en el ejemplar del 26 de marzo de la revista Science.
Autor: Clara Moskowitz
Fecha Original: 25 de marzo de 2010
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