No es sorpresa alguna para muchos padres el que algunos bebés sean más difíciles de calmar que otros, pero a los padres frustrados les puede aliviar saber que esto no es necesariamente una indicación sobre sus habilidades como progenitores. Según un nuevo estudio, el temperamento de los niños puede ser resultado, en parte, de una combinación entre cierto gen y un patrón específico de actividad cerebral.
El patrón de actividad cerebral en la corteza frontal del cerebro ha sido asociado con varios tipos de temperamento en los niños. Por ejemplo, los niños que tienen una mayor actividad en la corteza frontal izquierda son caracterizados como de temperamento "fácil" y se les puede calmar con facilidad. Por lo contrario, los niños con una mayor actividad en la mitad derecha de la corteza frontal son de temperamento "negativo", se afligen fácilmente y son más difíciles de calmar.
Louis Schmidt, de la Universidad McMaster, y sus colegas, investigaron en este estudio la interacción entre la actividad cerebral y el gen DRD4, para ver si permitía predecir con acierto el temperamento de los niños. En varios estudios anteriores se vinculó la versión más larga (o alelo) de este gen a una mayor receptividad sensorial, conducta temeraria, y problemas de atención en los niños.
En el estudio actual se midió la actividad cerebral en niños de 9 meses mediante grabaciones de electroencefalografía (EEG). Cuando los niños tenían 48 meses de edad, las madres cumplimentaron unos cuestionarios relativos al comportamiento de sus retoños y se tomaron muestras de ADN de los niños para el análisis del gen DRD4.
Los resultados revelan relaciones interesantes entre la actividad cerebral, el comportamiento, y el gen DRD4. Entre los niños que mostraron más actividad en la corteza frontal izquierda a los 9 meses, los que tenían la versión larga del gen DRD4 fueron más fáciles de calmar a los 48 meses que quienes poseían la versión corta del gen.
Los niños que tenían la versión larga del gen DRD4 y que tenían una mayor actividad en la corteza frontal derecha fueron los más difíciles de calmar y mostraban más problemas a la hora de prestar atención que los demás niños con quienes se les comparó.
Estos resultados indican que la versión larga del gen DRD4 puede actuar como un moderador del temperamento de los niños.
Los autores del estudio creen que los resultados del mismo apuntan a la posibilidad de que el alelo largo del DRD4 desempeñe diferentes papeles (para bien y para mal) en el temperamento de los niños, dependiendo de las condiciones internas (dentro de sus cuerpos), y concluyen que el patrón de actividad cerebral (es decir, una mayor activación en la corteza frontal izquierda o en la derecha) puede influir sobre si este gen es un factor de protección o un factor de riesgo para problemas de atención y la dificultad a la hora de calmarse. Los autores advierten, sin embargo, que probablemente hay otros factores que interactúan con estos dos en la composición del perfil que permite predecir el temperamento de los niños.
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