Creerse bajo tratamiento médico es, a menudo, tan eficaz como hallarse efectivamente bajo supervisión médica para aliviar el dolor. Esto es lo que se conoce como el efecto placebo, que hasta la fecha se asociaba a la mera sugestión. Sin embargo, investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Hamburgo-Eppendorf (Alemania) aseguran ahora que la causa está en una alteración neuronal.
No todo está en la cabeza”, señala Falk Eippert, autor principal del estudio, ante la creencia de que la analgesia provocada por el placebo se debía a un engaño del propio individuo. Escáneres cerebrales han demostrado que el placebo estimula la liberación de opioides endógenos de las regiones superiores del cerebro asociadas con la modulación del dolor.
- Se emplearon técnicas de imagen cerebral para examinar la parte superior e inferior del tronco cerebral
Eippert empleó técnicas de imagen cerebral para examinar la parte superior e inferior del tronco cerebral en dos grupos de sujetos: uno al que se le administró naxolona, un fármaco que bloquea la señalización de opioides, y otro con los niveles naturales de opiáceos. El científico indujo las mismas expectativas de mitigación de dolor en ambos grupos.
Según los resultados, la naxolona redujo el efecto placebo. Y lo que es más importante, Eippert demostró que las estructuras implicadas en el control del dolor dependen de la liberación de opiáceos endógenos, lo cual se relaciona, a su vez, con la fuerza del efecto placebo. “En conjunto, nuestros resultados muestran que la señalización de opioides en la regulación del dolor es de vital importancia en el efecto analgésico del placebo”, explica Eippert.
En el futuro “será interesante comprobar si la activación de opioides es un rasgo común en la modulación de otros tipos de dolor, como la hipnosis o la distracción de atención, que comparten algunas características neuanatómicas”, conluye.
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