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A menudo, la mente crea falsos recuerdos de situaciones -por ejemplo, de la infancia- que aunque son reales, acabamos recordándolas porque nos han explicado muchas veces la experiencia vivida. La creación de falsos recuerdos es una área de estudio bien conocida y caracterizada, en especial a nivel judicial, por su impacto sobre declaraciones de los testigos y víctimas en juicios. Un estudio publicado en el Journal of Neuroscience apunta que el origen de los recuerdos falsos y verdaderos depende de diferencias estructurales en vías de conexión entre diferentes zonas del cerebro que procesan estas funciones cognitivas. El objetivo del estudio era relacionar diferencias individuales en la manera de crear nuestros recuerdos con la microestructura del cerebro. Por eso, el equipo científico escaneó 48 voluntarios con resonancia magnética estructural (MRI). Concretamente, utilizando una nueva técnica, Difusion Tensor Imaging (DTI), estudiaron la estructura de la sustancia blanca (mayoritariamente la estructura axonal) de estos voluntarios. A los participantes, independientemente, les pasaban una prueba de memoria antes de entrar en el escáner, donde tenían que recordar listas de palabras que se les preguntaba posteriormente. Por ejemplo, una lista podía consistir en los términos «sofá», «mesa», «sentarse», «pupitre», «mecedora», «piernas», «taburete», «madera», etc. (14 palabras en cada lista). Inmediatamente después de escuchar la lista de estas palabras, el participante tenía que escribir todas las que recordaba. Después de escuchar todas las listas, había un cuestionario de reconocimiento, donde se presentaban las palabras que se habían escuchado a las listas anteriores (por ejemplo, «sofá»), junto con palabras totalmente nuevas (p. ej., «camisa»), y también con palabras que no se habían presentado pero que estaban relacionadas semánticamente con el contenido de la lista (por ejemplo, «silla»). La tarea del participante era decir si la palabra había aparecido o no durante el experimento, así como el grado de su recuerdo (si recordaba bien y esmeradamente). Curiosamente, en el 75% de los casos, los participantes decían que la palabra tipo «silla» (falsa memoria) había aparecido a la lista. En algunos casos, algunos participantes incluso comentaban que recordaban haber escuchado la palabra que nunca se había presentado. De hecho, este efecto es muy robusto (paradigma de Deese-Roediger-McDermott, DRM) y habla de la maleabilidad de nuestra memoria, de cómo el recuerdo se va construyendo de forma progresiva y de cómo es susceptible a que se producen distorsiones o recuerdos falsos. Según el estudio, la tendencia a generar recuerdos verdaderos y falsos está relacionada con las diferencias individuales en sustancia blanca cerebral. Es decir, la tendencia a tener recuerdos auténticos estaba asociada a un haz de sustancia blanca (vías axonales cerebrales que conectan áreas de la corteza cerebral) que conecta las zonas del hipocampo y el parahipocampo, que son estructuras vinculadas al recuerdo y el almacenamiento de memorias. En cambio, la tendencia a generar falsos recuerdos estaba relacionada con otro haz de sustancia blanca (el fascículo longitudinal superior) que conecta estructuras fronto-parietales; estructuras que han sido relacionadas en otros estudios de resonancia magnética funcional con las falsas memorias. (U. Barcelona) |
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