PUBLICADO EN 'PLOS COMPUTACIONAL BIOLOGY'
Podemos tolerar la lactosa de la leche gracias a un cambio genético
Digerir la lactosa de la leche no es una habilidad natural del ser humano ni tampoco es fruto, como se creía, de la selección natural producida hace millones de años en las regiones nórdicas. Esta capacidad es producto de una evolución genética en el marco de las primeras industrias de la leche, según sugiere un estudio de la Escuela Universitaria de Londres.
Redacción - Viernes, 28 de Agosto de 2009 - Actualizado a las 00:00h.
llave conceptual:
1. La tolerancia a la lactosa está relacionada con la práctica cultural.
Existen muchas ventajas para considerar la tolerancia a la lactosa como un avance adaptativo. La leche es rica en vitamina D, que a su vez, es indespensable para la absorción del calcio. Asimismo, es una fuente alimenticia rica en proteínas y es siempre una fuente constante de energía, en comparación con otras fuentes alimenticias más inestables como los cultivos agrarios, que se ven determinados por las circunstancias estacionales y climatológicas de la época.
Hasta el momento se creía que la tolerancia a la lactosa surgió en las regiones nórdicas, debido a que sus habitantes necesitaban ingerir leche para satisfacer sus escasos niveles de vitamina D. Según esta explicación, los ciudadanos tenían poco acceso a la luz solar como consecuencia de las condiciones climatológicas imperantes, por lo que necesitaban suplir la carencia de vitamina D en su dieta. Aunque esta aproximación es muy loable, este estudio ha hallado un eslabón anterior en la cadena evolutiva.
El paso de ingerir leche sin ponerse enfermo surge asociado a la creación de las primeras industrias de la leche. Estas remotas empresas tuvieron su origen hace 7.500 años en las granjas de Europa central y la zona central de los Bálcanes y, aunque se desconoce el lugar exacto en el que la evolución genética pudo tener lugar, se sabe que la tolerancia a la lactosa está relacionada con la práctica cultural. Primero se domesticó el ganado, después se le empleó como fuente de alimento y, finalmente, el cuerpo humano se adapto a la ingesta de leche a través de la encima lactasa, imprescindible en el proceso de conversión de la lactosa a glucosa y galactosa.
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores usaron un programa de simulación que les permitió analizar la evolución genética y su posterior extensión. Según Mark Thomas, del departamento de genética, evolución y medio ambiente de la Escuela Universitaria de Londres, este cambio "dota a las personas de una importante ventaja adaptativa y es probable que la tolerancia a lactosa y práctica cultural coevolucionaran de forma conjunta".
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