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viernes, 7 de agosto de 2009

Captar Señales Cerebrales Sin Penetrar Dentro del Cerebro


7 de Agosto de 2009. Foto: Neurosurgical Focus and University of Utah Department of NeurosurgeryLos equipamientos experimentales que leen señales del cerebro pueden ayudar a personas con parálisis muy severas a usar ordenadores, y permitir a personas con miembros amputados controlar extremidades biónicas. Pero los equipos existentes emplean pequeños electrodos que se introducen en el cerebro, con los riesgos que ello acarrea. Ahora, un equipo de la Universidad de Utah ha mostrado que las señales cerebrales que controlan el movimiento de los brazos pueden ser detectadas con precisión empleando unos nuevos microelectrodos que se sitúan sobre el cerebro pero que no penetran en su interior.

Lo singular de esta nueva tecnología es que aporta grandes cantidades de información del cerebro sin tener que insertar los electrodos en el interior de este órgano. Ello permitirá a los neurocirujanos implantar este dispositivo bajo el cráneo, pero sin tener que penetrar dentro de las áreas cerebrales donde sería un riesgo grave la colocación de dichos electrodos. Esas áreas son las que controlan el habla, la memoria y otras funciones cognitivas.

Por ejemplo, el nuevo conjunto de microelectrodos quizá algún día pueda ser colocado sobre el área que controla el habla en pacientes que no pueden comunicarse o moverse porque están paralizados por una herida en la columna vertebral, un derrame cerebral, la enfermedad de Lou Gehrig, u otras enfermedades. Los electrodos enviarían las señales del habla a un ordenador que convertiría los pensamientos en palabras audibles.

Para las personas que han perdido una extremidad, o que están paralizadas en los movimientos de sus extremidades, este dispositivo podría permitirles un mayor nivel de control sobre una extremidad protésica o incluso la extremidad natural.

Se necesitará más trabajo para refinar el software que interpretará las señales del cerebro de manera que pueda convertirlas en acciones, como mover un brazo.

El neurocirujano Paul A. House y el bioingeniero Bradley Greger han intervenido en la investigación.

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