Un equipo de científicos del Grupo de Acción y Percepción Multisensorial del Instituto Max Planck para la Cibernética Biológica en Tubinga, Alemania, bajo la dirección de Jan Souman y Marc Ernst, ha presentado ahora la primera evidencia empírica de que las personas realmente caminan en círculos cuando no tienen señales fiables de su dirección al andar.
En este estudio, se examinó la trayectoria seguida por cada una de diversas personas que caminaron durante varias horas en el Desierto del Sahara y en la zona boscosa alemana de Bienwald. Los científicos usaron el sistema de posicionamiento global GPS para grabar estas trayectorias. Los resultados revelan que los participantes sólo eran capaces de mantener una trayectoria recta cuando el Sol o la Luna eran visibles. En cuanto el Sol desaparecía detrás de alguna nube, los individuos empezaban a caminar en círculos sin que se dieran cuenta de ello.
Una explicación ofrecida en el pasado para el caminar en círculos es que la mayoría de las personas tiene una pierna un poco más larga o más fuerte que la otra, lo que produciría una desviación sutil pero sistemática hacia una dirección. En los nuevos experimentos se constató, sin embargo, que esa no es la causa, ya que las mismas personas a veces se desviaban hacia la derecha y otras hacia la izquierda, siendo muy raros los casos en que se desviaban sistemáticamente hacia un solo lado.
Por consiguiente, caminar en círculos no está causado por las diferencias en la longitud de las piernas o en su fuerza, sino que más probablemente es el resultado de la creciente incertidumbre sobre dónde está la dirección hacia adelante. Los pequeños errores aleatorios en varias clases de señales sensoriales que proporcionan la información sobre la dirección en la que se está caminando se van acumulando con el tiempo, haciendo que una persona perciba que camina en línea recta cuando en realidad se desvía de esa dirección.
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