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miércoles, 16 de diciembre de 2009

LAS PECULIARIDADES DE LOS RECUERDOS DE OLORES


Algunos olores pueden evocar fuertes recuerdos de forma espontánea, como por ejemplo el de ese plato de la cocina familiar que tanto nos gustaba en la niñez. Un grupo de científicos del Instituto Weizmann de Ciencia ha revelado ahora las bases científicas de esta conexión.

Yaara Yeshurun, junto con Noam Sobel y Yadin Dudai del Departamento de Neurobiología del instituto, pensaron que la clave no se hallaba necesariamente en una época concreta de la vida de la persona, sino más bien en la primera vez que un olor es percibido en el contexto de un determinado objeto o suceso. En otras palabras, la asociación inicial de un olor con una experiencia, de alguna manera dejará una impresión única y duradera en el cerebro.

Para poner a prueba esta idea, los científicos diseñaron un experimento. En primer lugar, en un laboratorio, los individuos observaban las imágenes de 60 objetos, cada una acompañada de un olor agradable o desagradable, generado en una máquina llamada olfatómetro. A continuación, los sujetos eran examinados con un escáner fMRI para medir su actividad cerebral mientras volvían a ver las imágenes que habían observado antes y trataban de recordar qué olor se asociaba con cada una. Luego, toda la prueba se repetía (imágenes, olores y fMRI) con las mismas imágenes, pero acompañadas por olores diferentes a los de la primera vez. Por último, los individuos volvían al laboratorio una semana después, para ser escaneados mediante fMRI nuevamente. Contemplaban los objetos una vez más y se les pedía que recordaran los olores con los que estaban asociados.

Los científicos descubrieron que, tras una semana, aún cuando el sujeto recordara con igual facilidad ambos olores, la primera asociación presentaba un patrón distintivo de actividad cerebral. El efecto se notaba independientemente de que el olor fuera agradable o desagradable. Esta representación única se registraba en el hipocampo, una estructura cerebral relacionada con la memoria, y en la amígdala, una estructura cerebral relacionada con las emociones. El patrón era tan claro que permitió a los científicos predecir qué asociaciones serían recordadas por el sujeto, con sólo examinar la actividad cerebral en esas regiones después de la exposición inicial.

Para averiguar si otras experiencias sensoriales podían presentar esta pauta, los científicos repitieron el experimento usando sonidos en vez de olores, y descubrieron que los sonidos no suscitaban un patrón de actividad distintivo y asociado a la primera percepción. En otras palabras, el fenómeno constatado con los olores es exclusivo del sentido del olfato. Por alguna razón, la primera asociación a un olor queda grabada de manera especial en la memoria.

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